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Sábado por la noche, ¿Que se supone que hacen las adolescentes de mi edad? Cierto; salir a fiestas, con amigos, emborracharse perder la virginidad y miles de cosas las cuales no me atrevo a hacer. No es que sea una santa ni nada por el estilo pero siempre he preferido quedarme en mi cómoda cama leyendo un libro con buena trama donde involucre un final triste y trágico, ¿Perfecto, no? Pero hoy por alguna extraña razón de mi triste vida me encuentro en medio de una gran fiesta con adolescentes hormonales bailando tan cerca de si.

La gente pasa a mi lado cuchichiando cosas que no alcanzo a oír por la música tan fuerte pero por sus rasgos puedo darme cuenta que critican mi ropa ¿Que tiene de malo? Un par de pantalones holgados y una sudadera grande es bastante comodo, ignorando sus comentarios y miradas de desaprobación camino hacia las escaleras y es que la razón por la que estoy aquí es que a mí hermano se le ha olvidado un par de cuadernos y el no puede venir por estar en el hospital con un pie enyesado y estando la única persona en la casa sin nada que hacer un sábado por la noche me mandaron a mi, con aquella suerte busco el número 339 captandolo al final de pasillo, saco la llave y entro, bastante acomodado para un universitario que no puede ni con su vida con un poco de prisa busco entre su escritorio aquellos cuadernos que me hicieron caminar y tomar el autobús.

-¿Quién eres tu?- un chico alto salió del baño con una toalla envuelta en la cintura.

Mierda, mierda, mierda, cabe recalcar que yo no era buena iniciando conversaciones y mucho menos cuando eso significa hablar con un chico tres años mayor que tú que está parado en la puerta del baño con una toalla y pequeñas gotas de agua que aún escurren por su dorso... Tan jdjis

- Yo... -pase saliva avergonzada- Kim Seokjin, cuadernos ya me voy.

Tome ambos cuadernos y me apresure a dirigirme a la puerta a paso rápido, sentía mis manos sudando y mi corazón latiendo rápidamente.

-¿Eres su hermana? - su voz sonó autoritaria.- me avisó que venías

Al oír su voz nuevamente frene en seco poniendo atención a esta, era grave y algo ronca y con un acento diferente, definitivamente no era de aquí.

- Si, ya me voy. - dije rápidamente- Adiós.

Antes de que pudiera dar un paso o poder moverme de mi lugar volvió a hablar.

-Dijo que ya era algo noche para que estés afuera y me pidió como favor acompañarte a la parada del autobús, ¿Podrías esperar a que al menos me ponga algo?

Así desnudo estás perfecto.

- ¿Hola?, Siquiera me pusiste atención hermana de Seokjin- hablo más fuerte colocándose enfrente de mi.

Santísima mierda, con ojos grandes lo miré desde su dorso hasta su cara y es que mi estatura no ayudaba mucho para poder verlo directamente a la cara.

- Mi nombre es Selene no hermana de Seokjin.- lo miré a los ojos rogando por no bajar la mirada y que mi voz no saliera en un susurro . - y estaría más cómoda si te pusieras algo encima. - quite mi mirada posandola en el piso. - por favor.

- Oh, claro - escuche una suave risa.- por un momento olvide que eres menor, de seguro nunca has visto a un joven muchacho bastante guapo universitario sin camisa ¿No es verdad? Aún que las niñas de tu edad ya están bastantes despiertas en ese sentido, aún que alguien como tú...- paro de hablar.- dudo que seas asi

Su maldita voz empezaba a sonar sarcástica y burlona algo que simplemente nunca pude tolerar, odiaba como los mayores siempre se burlaban de los menores.

- Y dime, ¿Los chicos de tu edad siempre se creen la gran cosa? Por qué te puedo asegurar, amigo de Seokjin, que haya afuera hay chicos mejores que tú. - me voltie por un momento para enfrentarlo- Además,¿Que hay de malo conmigo?

- Tú forma de vestir y tú estética - Me miro sonriendo de lado.- no crees que si te vistes un poco mejor y te bajarás algunos kilos o muchos, ¿Tendrías a muchos chicos detrás de ti? Estas gorda Selene - pronunció mi nombre con cierta molestia.

Estaba consciente que mi aspecto físico no era el mejor de todos pero nunca creí que me humillara, por qué así lo sentí. Trate de respirar para evitar que mis ojos no se llenarán de lágrimas, apreté mis puños y con una sonrisa rota hablé.

- ¿Y tienes algún problema con eso? - lo miré con furia

- la gente gorda da asco -hablo como si sus palabras no lastimaran- lo siento

- Oh no, créeme que yo lo siento por ti - cada vez retrocedía más a la salida- qué manera tan pobre de pensar tienes, ¿Sabes? El aspecto físico no vale nada, de que te sirve estar tan guapo y en forma cuando eres una mierda de persona. - mi voz se quebró. - me das pena al saber que nunca vas a ser feliz contigo mismo.

Al terminar de hablar salí corriendo de la habitación con lágrimas en los ojos, no me podía explicar el por qué sus palabras lograron afectarme tanto... Tal vez el tenía razón y todo ese tiempo trate de mentirme a mi misma, iba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta cuando choque con alguien hasta que termine en el suelo.

-¡¿Que no te das cuenta estúpida?! - una figura delgada gritaba frente a mi. - ¡Has arruinado mi vestido, maldita gorda!

- Yo... Yo lo siento - trate de hablar odiando cundo mi voz salió en un leve susurro.- no volverá a pasar - me puse de pié.

- ¡Claro que no volvera a pasar! - me miró furiosa- por qué tú ya te vas marrana, este ambiente claramente no es el tuyo.

Con más prisa que antes corri hacia la salida dejando atrás las burlas que eran dirigidas hacia mi dejando mi llanto correr libremente mientras sentía un profundo dolor y molestia en mi pecho, tan metida estaba en mis pensamientos que no me di cuenta que la lluvia había empezado a caer fuertemente por toda la ciudad, llegué a mi casa lo más rápido que mis piernas me lo permitieron y subí a mi cuarto rápidamente me quite la ropa y me miré en espejo.

Esa era yo, aquella chica gorda con caderas grandes, con piernas demasiado flácidas, con rastros de prontas celulitis, brazos gordos. ¿Porque me daba cuenta hasta hora de esto?

Cierto, las personas me lo recordaron con sus palabras dolorosas y esas miradas de desaprobación.

El tiempo que dura un beso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora