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la noche está particularmente fría, oscura como ninguna otra, el viento sopla y se mete en mi vestido, buscando entre mis piernas algo que no se ha perdido. Tengo la piel de gallina y no puedo contener un castañeo inconsciente producido por mis dientes. Entumecida camino al porche de la casa, está impecable y de cierta manera es un espejo que no hace más que reflejar en un objeto a quien habita dentro del lugar. A medida que me acerco voy notando caras extrañas y conocidas. Charlotte no dice nada, observa la casa con sus ojos oscuros y luego me mira a mi.

- Vamos a entrar..? -

- Si. de lejos se nota que tienes frio - su sonrisa se hace presente y me limito a asentir tomándola de la mano con fuerza.

Nuestra realidad es, en gran medida, el conjunto de impulsos que nos hacen ser quienes somos. Charlotte no dice nada, pero en sus ojos noto un brillo que me enciende la sangre y despierta a mis pájaros internos. De repente, el frio es menos intenso, y el entorno menos impresionante que antes. Me tiemblan las piernas, pero aun así me siento más firme que nunca.

- Rara vez haces eso.. Blondie, ¿ tienes algo que decir al respecto ?-

Su sonrisa media se hace presente junto con un tono burlón que con el tiempo he aprendido a amar, pero que aún así me sigue sacando de quicio cada vez que me toma en momentos de sorpresa.

- Solo quise hacerlo. ¿sabes?...me gusta hacer cosas románticas y clichés de vez en cuando -

Sus labios rosados se elevan por completo, y su expresión me advierte que está a punto de decir algo, mi corazón se desborda, porque en mi fondo existen dos versiones, una de ellas, es segura, tranquila, reflexiva, cauta y educada, en conclusión, perfecta para encajar en esta sociedad cuadriculada. La otra en cambio, es impulsiva, asustadiza, susceptible, vulnerable, tímida, insegura, y sobre todo, temerosa. Temerosa a todo aquello que en realidad prevalece en mi vida en la pirámide de prioridades. De todas formas, ni aunque quisiera pudiera quedarme con una sola de esas versiones, pues se mezclan entre si y terminan convirtiéndose en una sola. Anna Thirlwall.

El hecho de que Charlotte, mi novia, mi vecina, mi amiga, mi prioridad en la pirámide. Pueda llegar a burlarse de mi, aún si solo se trata de una broma superficial, me hiere. No solo porque me siento ridiculizada por una persona que amo y que me importa, no, también está la humillación, esa parte de mi que domina, mi escudo sagrado, mi prioridad incluso por encima de Charlotte.

- Bueno, no puedo decir qué..

- ¡ hola chicas! no sabia si iban a venir .. hace mucho no nos vemos Charlotte-

La voz de Iris es tan dulce que por una fracción de segundo logra escandalizarme un poco y hago una expresión inevitable de fastidio. Sin embargo, en menos de dos segundos mi semblante es otro. Lleva unos zapatos altos que casi logran alcanzar mi estatura, su cuerpecito se hace aun mas delicado con el vestido informal rosado que lleva puesto, y sus ojos claros hacen un excelente contraste con su piel marrón. Ni hablar de su cabello, blanco como la nieve y tan rizado como una "Brassica oleracea var. sabellica" . por un segundo, me dan impulsos de abrazarla. Pero antes de que pueda hacerlo alguien la sujeta del hombro y se la lleva de ahí. Charlotte sonríe y entra en la casa, yo la sigo. El cambio de temperatura es más que notorio, hay mucha gente bailando, y otra mucha está sentada en la sala, hablando y riendo entre ellos.

- tenemos dos escenarios posibles ahora mismo, sentarnos y aburrirnos cómo caracoles o bailar. ¿ Qué quieres tú?- Charlotte me mira fijamente a los ojos. Yo me limito a sonreír.

- Si te digo que quiero sentarme y charlar ...-

- entonces bailare sola -

Niego ligeramente y me muerdo el labio inferior, no puedo contener una risa sutil. Me encojo de hombros y siento como ella me toma de la muñeca con algo de fuerza, llevándome a la "pista" improvisada. Está sonando una canción lenta. La sujeto de la cintura, moviéndome al ritmo de la música, ella me sigue y me sujeta de los hombros. Entonces la canción se hace más rápida. Charlotte no duda un segundo en deshacer la elegante forma que habíamos hecho, comienza a moverse con tanta espontaneidad de un lado a otro, girando a veces, sonriendo todo el tiempo, cerrando los ojos y sujetándome de las manos haciendo que yo me mueva también. Ya nada importa, ya todo es feliz. La música sigue sonando y ella y yo seguimos bailando, sin importarnos siquiera si estamos haciéndolo bien, si estamos coordinadas. Ella con sus pasos, y yo con los míos. Pero a fin de cuentas la misma canción. En cuanto la melodía termina, observo como Sam se acerca a Charlotte, con una seguridad digna de una reina, Charlotte la observa y le sonríe, mientras Samantha le habla al oido. Le responde. Se ríen, se abrazan, me guiña un ojo y se pierde entre la gente, con el brazo de Sam en su espalda. Miro mis pies, de repente, siento una especie de apretón en la boca del estomago, miro a mí al rededor, todo sigue igual. Menos yo. De repente, esa oleada de fuerza que tenía mi ser hace unos minutos, se desvanece. Y aunque nadie me ve, me siento débil, inútil, sin gracia y ridícula. Me abro paso entre la gente y me dirijo sin mirar atrás a la sala. El grupo de personas siguen justo ahí. No me lo pienso más de una vez al acercarme.

Confidentes [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora