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Lindo día, así lo había llamado JiMin cuando arrastro a kim por todo el centro comercial.
«Es un lindo día, salgamos» dijo, lo primero que había pasado por su descabellada mente fue una linda tarde en el parque paseando a yeontan, disfrutar del sol en sus pieles y un buen y rico helado para bajar el calor,  y después de la ajetreada tarde volver y alimentar al lindo y vago minino que los esperaba en su hogar.

Pero con JiMin todo es posible y lo imposible es posible. Por lo que, él solo lo llevó del brazo hasta el gran edificio lleno de tiendas caras y de calidad para pasar un «lindo día» bajo el techo de plástico oscuro de aquel lugar con aire artificial y ninguna abertura que no sea la puerta automática.
Lindo día, síp.

—Mira TaeTae! –pero a pesar de estar en aquellas paredes y negocios caros él estaba feliz de ver feliz al amor de su vida, él sabía que si JiMin era feliz él también, así funcionaba —Amo esto –Hablo esta vez viendo los duendes robóticos manejar aquella "fabrica de chocolate". Aquel lugar sin duda era uno de los mejores de ese centro de tiendas, sus chocolates eran una dulzura hecha por duendes de chocolate. «chocolate hecho por duendes de chocolate! Esa es la magia» recordó el comercial que solía salir en la tv con una sonrisa.

Sin dudarlo mucho tomo la pequeña mano de su novio y entro a aquella tienda que desprendía un aroma a chocolate de todas sus paredes.

—Buenas tardes –saludó amable una chica detrás de la caja. Ambos devolvieron el gesto y ella con una sonrisa y ella los invitó a recorrer el negocio en busca de su chocolate especial.

—¡llevemos esté, bebé! –chilló el único duende de carne y hueso que conocía, y rió ante su pensamiento.

—bien, vamos –sostuvo nuevamente la mano libre del omega caminando tranquilos hasta la caja, la verdad no quería ni imaginar el preció de aquella caja de chocolates. Le dio un ultimo vistazo y pensó que quizá la caja dorada con diferentes decoración absurdas valdría más que los chocolates de su interior, así funcionaba la industria.

—Serían 17.519,30 –Quiso gruñir al oír el preció, el omega a su lado en cambio dio saltitos emocionado por probar aquel manjar. Suspiro y de su billetera saco lo justo. ni más, ni menos.

—¡Gracias, alfa! –jimin agradeció fuera de la tienda, sus saltitos no habían parado ni un segundo, la caja dorada aun seguía en sus pequeñas manos.

—No me des las gracias así bebé, mejor besame –el omega sin quejas se acercó a su novio, sosteniendo sus hombros y poniendo sus pies en punta en un intento de besar sus labios —. Deberías trabajar ahí –se burló, señalando a los duendes de juguete para después bajar y besar el puchero de su chico una y otra vez.


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D O L Y

159 De Altura • 𝐕𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora