Quédate.

5 0 0
                                    

Los días han pasado y todavía no me he sentido capaz de llamar a Max. Ni siquiera de responder los mensajes a Margaret. Dios, como me entiende la condená. "Holly, ¿te encuentras mejor? Nos dejaste algo preocupadas. Llámame. Un besito." Mensaje leído. "¿Todo bien? No me contestaste el otro mensaje... ¿Te apetece que quedemos y hablemos?" De nuevo, mensaje leído. "Ogh, Holly, por dios, sé que pasa algo, ¿dónde te estás quedando?" Y así día tras día, hasta que pasaron cinco días. La verdad que no sé qué hacer, tengo la cabeza llena de dudas, mareadísima. ¿Max? ¿En serio, destino? Pfff, no me he atrevido a llamarle porque no sé qué busco en esa llamada. Que cacao me llevo. Finalmente harta de esta situación, cojo el teléfono y llamo. "Nos vemos en media hora."

Recojo un poco la ropa tirada por la habitación y me doy una ducha rápida, aún con le pelo húmedo abro la puerta.

- Gracias por venir. Necesitaba hablar.

- Ves como yo sabía que te pasaba algo...- me responde Margaret desde el umbral de la puerta.

Desliza una silla sobre la moqueta y se sienta mientras yo continúo haciendo cosas.

- Y dime, ¿lo del dolor de cabeza era de verdad o fue una excusa para huir de allí?- directa como una flecha.

- Pues... Era mentira.

- Vale, me lo imaginaba, bueno, pues cuéntame qué te sucedió.

Y así sin más preámbulos empiezo a detallarle mi encontronazo con Phil, lo incómoda que me sentí al enterarme que era el novio de Anne, y como no, mi reencuentro con Max. Todo ello, detallado al milímetro.

- A ver, a ver... ¿Te has encontrado con Max después de tanto tiempo y os habéis besado?- pregunta perpleja sin dar crédito.

- Ajá...

- ¿Y le rechazaste al final de la noche?

- Correcto.

- ¿Y por qué lo hiciste? Está claro, que si estás dándole vueltas en el fondo querías.

- Puees... porque algo dentro de mí me dijo que no era buena idea continuar. Es Max, ya tuvimos nuestros líos en el pasado, y la cosa no acabo bien.

- No acabo bien porque tú la cagaste.

- Lo sé.

- Yo lo que pienso es, que deberías intentarlo. O por lo menos intentar hablar con él. No vas a perder nada, y ahora mismo, te viene genial retomar tu vida. Pero sobretodo informate de lo que él busca en ti.- y me guiña un ojo.

- ¿Y si él quiere algo que yo no?

- Pues eso es algo que tendrás que descubrir.

Margaret se levanta de repente, se acerca a la mesita de al lado de la cama y coge mi móvil, acercándose a mí y dándomelo. No hace falta decir más.

- Hazlo.

Con dedos temblorosos desbloqueo el teléfono y busco en la lista de contactos. C... F... L...M... Max. Miro de nuevo a Margaret dudosa y ella con gesto serio me confirma que continúe. Marcar. Un tono, do, tres... me empiezo a impacientar.

Del armario extraigo un vestido ajustado negro de tirantes anchos, me pongo unos tacones negros y me retoco el labial. Cierro la puerta con llave y las guardo en el bolso de camino al ascensor. Cuando se abren las puertas puedo ver a la lejanía donde se encuentra Max esperándome. Me acerco a él y lo observo. Está estupefacto.

- ¿Nos vamos, o necesitas una ducha de agua fría?

- Mejor nos vamos.- consigue decir aclarándose la garganta. Parece ser que se le ha secado la boca.

- No habrás venido en moto, ¿no?

- Hoy he decidido dejarla descansar y vengo en coche.

Un Ford focus verde aparacado mal en doble fila nos espera. Miro a Max un instante y este con el mando abre el cerrojo. Veo la ciudad pasar como una película rápidamente, vislumbrándola en el reflejo de mi ventanilla. El restaurante donde vamos a cenar es algo alejado del centro, en una terraza exterior y cubierta tenemos una mesa reservada, un camarero nos acompaña a nuestro sitio, he de reconocer que las vistas son muy bonitas, frente al gran ventanal que cierra la terraza un gran lago iluminado con una tenue luz se encuentra, crea un ambiente tan mágico. Me encantan estos detalles. Alrededor nuestra, algunas mesas están ocupadas de recuerdos, momentos, vivencias, aventuras y experiencias que definen a la gente, y es que a fin de cuentas eso nos identifica, eso somos, lo que fuimos, lo que vivimos. De mis pensamientos me distrae Max, el cual se ha percatado que algo ronda por mi cabeza.

- ¿Qué quieres tomar?- me pregunta Max.

- Una copa de vino blanco.

- Pues que sean dos.

- Que cambiada te veo Holly. Te veo, tan diferente a como te recordaba, tan mayor.

En ese instante el camarero llega con nuestras copas. La mía no llega a tocar la mesa cuando la cojo a unos milímetros de apoyarla. Bebo tranquila mirando a Max, saboreando el trago, experimentando sensaciones, el frescor, el dulzo, su aroma afrutado. Todo acompaña a la perfección.

- En estos últimos años he vivido mucho, y eso me ha cambiado. He visto mundo más allá de aquí, y eso me ha hecho crecer.

- Todavía no me creo que un día fueras capaz de coger y largarte.

- No fue una decisión fácil, pero sí necesaria y beneficiosa.

- ¿Fue por estudiar fuera de aquí?

- La verdad, no. Sí me facilitó la decisión, pues me iba a venir bien estudiar en otros lugares, pero no fue por ello.

- ¿Y puedo saber el motivo?

Mis latidos empiezan a acelerarse de golpe, mi respiración se vuelve intensa y mi cabeza se pierde en el pasado. Y todo lo vivido, las decisiones, los errores, las lágrimas, tantas, tantísimas. Por un momento siento un amargor dentro de mí y noto como por un instante se me encharcan los ojos.

- Quizás en otro momento.- Y sonrío dulcemente.

La noche continúa de lo más agradable, y Max me acompaña al hotel, indeciso de qué hacer. La última vez lo eché de aquí y creo que aún le sabe mal. Esperando en el coche frente a la puerta del hotel mira al frente pasmado.

- Lo he pasado muy bien Max.

Me acerco y le doy un beso en la mejilla. A lo que me quedo cerca de él mirándole, en ese momento se gira a mí y sus ojos se clavan en los míos. Es algo tan potente lo que experimento, que dejo de pensar y le beso en los labios. Suave, tierno, apasionado.

- Quédate esta noche conmigo.

Y así me acompaña a mi habitación entre más besos. Abrimos la puerta y nos echamos sobre la cama donde le beso con más intensidad. Desliza sus manos sobre mis hombros y suavemente aparta los tirantes al mismo instante que besa la zona que deja al descubierto, su manos se desplaza más hasta llegar a la cremallera de mi vestido, la cual baja cuidadosamente, con cierta dulzura.

- Llevaba toda la noche deseando hacerlo.- me susurra pegando sus labios a mi oreja, y pareciendo más un beso que unas palabras.

Sus ojos chocan con los míos, transmitiendo mensajes que sólo miradas expresan sin palabras. Poco a poco me quita el vestido, dejándome en ropa interior, le miro con cierto pudor, pero entonces él hace lo mismo, se deshace de su camiseta y sus pantalones, quedándose en boxers, se acerca a mí y noto el calor de su cuerpo sobre el mío, llenándome a besos y caricias. Nada que ver con nuestro primer encuentro, en el pub trébol aquel año. Bajo las sábanas nos llenamos de arrumacos y mimos, y en ese instante no necesito nada más, pues siento que lo tengo todo.

Como hemos cambiado.  

HOLLYPROBLEMSWhere stories live. Discover now