Primer día.

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Primer día. Nerviosa y seria me planto delante de la puerta de mi nuevo trabajo. Una camiseta blanca algo ajustada y unos pantalones pitillo negro me combinan con el día. Respiro hondo antes de entrar. Cuando pongo un pie dentro del hall de la academia, Sammie, la recepcionista, me saluda de inmediato. Son las 8:30 de la mañana y todavía no hay nadie por los pasillos.

—Buenos días, Holly. Lourdes te espera en su despacho.

Subo las escaleras tensa, pero dispuesta y entregada. Cuando llego a la puerta, llamo suavemente y una voz del interior me confirma el pase.

—Buenos días Lourdes. ¿Querías verme?

—Hola, sí Holly. Hablemos de cómo va a ser tu día. En un principio estarás un poco como aprendiz. Sabemos tú nivel de inglés, y no dudamos de tus títulos. Pero hay un gran paso de aprendiz a enseñante. Por ello, serás el apoyo de uno de nuestros profesores para ver la forma de trabajar, dirigir y sobretodo llevar la clase. Aquí tenemos alumnos mayores, pero también infantiles. En esos casos, solemos tener maestros que además del idioma saben tratar con niños. ¿Tú en cuál te verías más cómoda?

—La verdad, no me lo había planteado. Si te soy sincera, me gustaría valorar mi decisión tras haber experimentado ambas, tanto la clase con adultos como con niños.

—Me parece una decisión muy acertada. Bien, además de observar el manejo también quiero ver que eres participativa; puedes proponer y planificar actividades y lecciones. Sí, eres ayudante, pero debes mentalizarte para impartir tu propia clase. En cuanto lleguen tus compañeros, te los presentaré. De normal, suelen venir todos por la mañana, para impartir clases y para prepararlas con nuestros materiales.

—Entendido. Gracias.

—¿Quieres un café? Probablemente alguno de tus compañeros ya esté.

En la planta baja, a lo largo de un pasillo nos adentramos en una sala acondicionada para reunirse, comer, tomar café... Una mesa redonda grande y de color rojo transparente se encuentra en mitad de la estancia, junto con un par de sillas. Alrededor, posicionado en forma de «U», veo una nevera pequeña, y lo que parece un mueble cocina, con microondas, grifo, armarios y la máquina de café con todo tipo de cápsulas e infusiones. Algunos compañeros se encuentran tomando un café y hablando del fin de semana.

—Buenos días chicos, hoy me acompaña Holly. Vuestra nueva compañera. A partir de hoy será una más del equipo y quiero que la tratéis como tal.

—Buenas Holly. Yo soy Maggie y soy la profe de los peques.

—¿Peeeerdona? Una de tantos querrás decir—. Un chico algo más joven que Maggie salta en seguida a atacarla, pero sin malicia—. Yo soy Raúl, el otro profe infantil. ¿En qué curso vas a trabajar tú?

—¿Yo?— titubeo confusa y tímidamente —.Pues aún no lo he decidido, como bien le he dicho a Lourdes me gustaría probar cursos de niños y de mayores para ver dónde me siento más cómoda.

—Una sabia decisión.— Sonríe Maggie.

—En ese caso, para cursos de mayores estoy yo —Un chico corpulento, con barbita de dos días y pelo corto me responde. Por su apariencia y tono grave de voz llega incluso a intimidarme —.Por cierto, me llamo Arturo.

No me da tiempo a charlar mucho con ellos, ya que, cuando me doy cuenta son las 9:30 y las primeras clases comienzan. Hoy me han puesto como ayudante de Arturo, todos los niños están en los coles, y sólo vienen por la mañana algunos «adolescentes» y gente más mayor. Al subir a la clase nos esperan ya los alumnos, hay de diferentes edades pero todos mayores de 18. O eso creo.

—Good morning guys. How are u? She is Holly and is the new teacher.

Vergonzosa a más no poder y tartamudeando me presento y les saludo. Empezamos a hablar un poco del fin de semana, y cosas interesantes que han hecho. Hasta que Arturo me manda a fotocopiar una página de ejercicios. Bajo las escaleras hasta la zona de recepción y hago las copias. Cuando subo de nuevo y me dirijo al aula, me distraigo y choco contra alguien que no logro ver. Del golpe los papeles se resbalan de mis manos y caen por el suelo esparcidos. Rápidamente me agacho y empiezo a reordenar todo. Una mano color caramelo y de hombre también recoge los papeles. Lleva un reloj azul y vistoso en la muñeca.

—Disculpa, iba pensando en mis cosas y no te he visto.

Su voz es suave. En el momento en que los folios están apilados, levanto la vista, y me topo con unos ojos verdes que me quitan el hipo y una sonrisa que me hace temblar. Mi cara en cuestión de segundos cambia a pasmada, parece que mis conectores de cerebro han chispado. Que profundidad de mirada, me ha petrificado. Aún en shock empiezo a ponerme en pie hasta que él abre la boca.

—¿Holly, eres tú? ¡Dios! ¿Qué haces aquí? —me pregunta sorprendido.

—Sí... —Sonrío forzadamente y con la boca pequeña—. Hola Phil, pues soy la nueva profesora. Me he incorporado hoy.

—Guau, que fuerte. Me alegro mucho. ¿Y cómo lo llevas?

—Oye, Phil, hablamos en otro momento ¿vale? Me espera Arturo y debe pensar que me he perdido.

—Oh. Sí claro, ves. Ya nos vemos en otro momento.

—Mejor, hasta luego.

Me despido de Phil tan rápido que casi parece que me estoy escabullendo de algo, huyendo más bien. ¡Dios! ¿Cómo es esto posible? Cuando entro en clase aún sigo aturdida y no dejo de pensar en ello, mi concentración es nula ahora y no paro de rememorar el encontronazo. Como una película antigua rebobino una, otra y otra vez. El corazón se me acelera, mi respiración se entrecorta y mi cerebro junto con mi estómago empiezan a experimentar cosas extrañas. Mi Yo interno no deja de sonreír, y en el fondo deseo que acabe la lección para volver a cruzármelo. Pero, ¿has visto su sonrisa? Es tan grande, y me llena tanto con sólo mirarla... Inconscientemente me muerdo el labio. ¿Pero en qué estás pensando Holly? ¿Hola? Estás en mitad de una clase, borra esos recuerdos y céntrate.

A la hora, la clase acaba y cuando todos los alumnos despejan el aula me quedo a solas con Arturo. Le pregunto por Phil. En un pispás resuelve mis dudas, y no sé si eso me tranquiliza o me pone más nerviosa. Somos compañeros. COMPAÑEROS. Justamente de él, no había otra persona. Avergonzada recuerdo cuando lo conocí. Hace ya un mes. Como imágenes van pasando por mi cabeza, cuando tropecé y casi caigo, como él me sujetó, lo cerca que estuve de su cara, sus ojos posados en los míos, su respiración entrelazándose con la mía, nuestros labios a milímetros, y ese casi casi que no fue. En un segundo lo deseé más que a nadie, me gustó tanto. Y luego, después de quedarme tan prendada, el viaje de regreso a la realidad, el jarro de agua fría. Phil, sí, el cautivador, sí, el mismo, el novio de Anne. Menudo choque de bruces.

Al regresar a la sala de profes él ya no está. Son sólo las doce, pero hasta la una y media no hay lecciones, así que, aprovecho el largo descanso y decido salir de allí y dar una vuelta. O quizás dos. En la puerta de la calle miro hacia atrás esperanzada de encontrármelo, pero marcho sin volver a verle. Quizás en otro momento, o mejor no.  

HOLLYPROBLEMSWhere stories live. Discover now