Tú sin tú.

3 0 0
                                    

Un mes después. Mi trabajo en la academia está en auge, y cada día no sólo aprenden los alumnos, sino yo algo nuevo con ellos. Pero no todo es felicidad, pues sigo sin piso, y viviendo en un hotel en el cual malgasto mis escasos ahorros.

—¿Cuándo piensas mudarte Holly?—Max me observa sentado en la butaca.

—Cuando consiga encontrar un piso. ¿A caso crees que me gusta vivir aquí? Cada día mis vecinos son personas diferentes...—contesto poniendo los ojos en blanco.

—Pues sí, lo parece. Teniendo la casa de tus padres...

—No quiero ir allí, ya te lo he dicho más de una vez— exagero aún más los ojos en blanco.

—Vale vale, ya dejo el tema.

En un descuido que paso por su lado, me detiene agarrándome por la muñeca. Me acerca hacia sí, me sienta en su regazo y me empieza a besar. Un beso apasionado y cálido, amargo por el café que nos hemos tomado hace ya un rato, pero dulce.

—Max, tengo que acabar de hacer...—digo como puedo, separando nuestras bocas.

—Ssssssh.

Y retoma la tarea que había dejado a medias, besándome más frenéticamente con tanta intensidad que siento que me arranca el labio. Lentamente nuestros cuerpos se van accionando, me coloco a horcajadas sobre él, en esa butaca antigua, se desliza por mi cuello con su lengua hasta la clavícula donde nada lo frena. Su mirada se clava en la mía, casi parece diferente, y es una sensación como si me perforará. Con tan sólo un tirón desata los botones de mi camisa y deja entre ver mi sujetador de encaje rosa, ese que tanto aprecio y que me compré en La perla. Sus grandes manos acarician mis pechos y con su dedo atrapa mi pezón el cual se lleva a la boca. Por mi cuerpo se experimentan sensaciones diferentes de calor y frío. En cuestión de segundos se me ponen duros ambos y la piel se me estremece. Sin más, se levanta del sillón conmigo enganchada a él y empieza a caminar, su erección la noto empujando en mi bajo vientre. Entre besos y mordiscos inocentes en la oreja me deja caer en la cama donde espectadora de mí observo como se quita su camiseta. Un torso fibrado queda ahora al descubierto, mi sonrisa pícara delata las ganas que tengo de relamerlo entero. Cuando se echa sobre mí, le beso hasta absorberle y le recorro con mis manos su espalda recta hasta llegar a su redondito culo, el cual acaricio, el mismo que deseo que me llene las manos. Tengo tantas ganas de él que le apreto de tal modo que llego a hacerle daño. Lo quiero mío, todo.

Necesito más, rozarle más, sentirle mucho más. Meto mis dedos por el pliegue de sus pantalón y un poco más profundo empiezo a sentir el calor de su piel, acercándome a él mucho más, con un movimiento le atraigo a mí con fuerza tirando de sus glúteos. Lo deseo tanto... Sin pensarlo dos veces le bajo los vaqueros y dejo al descubierto su sexo, el cual siento que me llama. Rápidamente me deshago de mis braguitas y me sitúo encima de él, restregándonos, preparándonos, sintiéndonos. Es tan placentero esta sensación de sentirle sin ser completo, tentándonos a la vez que nos tanteamos, provocándonos hasta desesperarnos. A punto de estallar la introduzco en mi interior, y agito las caderas con movimientos que fluyen de arriba a abajo. Ooh. Gimo de placer, y le miro a los ojos, los mantiene cerrados, experimentando el placer. Le imito y en ese momento en el que estamos a punto de acabar los dos, con el mayor frenesí posible. Lo veo. En mi imaginación, como si fuera una película. Phil. Phil es el que está debajo mía, entre mis piernas, al que cavalgo salvajemente, domándole con mis movimientos. No sé que tipo de efecto me produce esa imagen, que lo siento tan real que aumento el ritmo y la intensidad, mis caderas son un vaivén descontrolado y él es todo mío. Sólo mío. Sin más preámbulos, algo dentro de mí explota y todo se esparce. Me recuesto en su pecho, agitada al compás de nuestras respiraciones, las cuales me devuelven a la realidad. Y me siento mal por dentro. Acabo de tener un glorioso orgasmo con Phil, pero sin él. Estoy jodida.  

HOLLYPROBLEMSWhere stories live. Discover now