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Cuando se trata del presente.

Intento ver las cosas buenas. Olvidar el hecho de que ya no me quieres, que he encontrado felicidad en otra parte. Porque te sigo queriendo y, desgraciadamente, aunque sé que mientes, no puedo evitar creerte cuando dices que las cosas mejoraran de ahora en adelante.

Jungkook le sonríe a Taehyung en cuanto éste se voltea para mirarlo.

El mayor está cocinando y aunque él se ha ofrecido para ayudarle, Taehyung se ha negado totalmente a su oferta, insistiendo en que él solo puede con ello. Así que Jungkook se ha quedado sentado en la mesa mientras le observa y de vez en cuando juega con su teléfono, tomándole fotos estando de espaldas y riendo porque no se da cuenta.

No piensa en Jimin, en que debe volver pronto a casa, en la promesa que le hizo Park un par de días atrás, cuando lo encontró llorando en medio de su cuarto después de haber discutido por celular debido a que el mayor no había llegado a casa tres días seguidos por quedarse con Yoongi porque estaba demasiado cansado de él y sus reclamos.

Entonces Jungkook no pudo evitar sentir desconfianza, por primera vez no pudo evitar amenazarlo con largarse, por primera vez no lloró de tristeza, sino de rabia, y también, por primera vez desde que su relación se había deteriorado, Jimin lo abrazó con fuerza y le prometió que las cosas pronto iban a mejorar.

Él sonrió, si, pero también volvió a llorar. Ésta vez sobre su hombro, ésta vez entre sus brazos. Porque hacía mucho tiempo que él había estado esperando escucharle decir ésas palabras, verlo en sus ojos y notar sinceridad. Pero también porque ya es un poquito tarde. Porque Jungkook aún lo quiere, pero no es igual. Y porque a la costumbre le gusta disfrazarse de amor de vez en cuando, aún cuando ellos mismos no sean capaces de notarlo.

—Todo se ve muy bien —afirma el menor, sus brillantes ojos bailando en los distintos platillos que Taehyung ha preparado para ambos. Él sólo sonríe a la par que le sirve un poco, satisfecho con el halago—. Hyung, ¿quién te enseñó a cocinar así?

—Mi abuela era muy buena cocinera, me enseñó muchas cosas —sonríe para él, deteniéndose a verlo después de servir. El menor toma sus palillos y él humedece sus labios, expectante mientras le observa probar—. ¿Te gusta?

Jungkook asiente con energía.

—Me encanta, está muy bueno —responde y come hasta acabarlo, extendiendo su tazón apenas queda vacío—. ¿Me das más? —pide con una sonrisa y Taehyung no puede evitar soltar una risita divertida por su entusiasmo.

—Es para ti, Kookie, puedes comer cuanto quieras —la sonrisa del menor se ensancha en cuanto le sirve otro poco y no tarda en seguir comiendo. Taehyung toma sus palillos también, pero no come, no aún. No porque no tenga hambre, está demasiado distraído con el chico que tiene a su lado como para prestar verdadera atención a sus propios alimentos; hipnotizado con la manera en la que algo tan simple como una cena le hace sentir tan contento. O es quizás el hecho de que sea una cena junto a él la que cause ése efecto lo que le sienta tan bien. La sonrisa en su rostro es incluso automática, porque sólo eso le basta para sentirse pleno. Ríe levemente tras fijarse en lo descuidado que es—. Luces igual que un niño pequeño —comenta, usando una servilleta para limpiar los restos de comida en el rostro del más joven, que le mira atentamente, no molesto, pero si desprevenido por las acciones de su contrario, su boca ligeramente abierta a la par que el mayor desliza el papel suavemente por su piel. La mejillas de Jungkook se calientan al cabo de un poco, sus miradas chocan en silencio, percibiendo apenas lo cerca que se encuentran, sus intenciones iniciales se pierden por momentos y es entonces cuando Taehyung nota que quizás ha ido demasiado lejos. Carraspea, volviendo a sentarse correctamente—. ¿Vas a llevarte un poco a casa?

Cuando se trata de ti «Taekook»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora