Acabé las primeras cuatro clases que tenía y salí al exterior. Tenía hora libre, así que me dirigí al lugar donde normalmente quedaba con mis amigas y me tumbé en la hierba. Alícia no tardó en tumbarse a mi lado.
- Ojalá pudiesemos hacer algo más que quedarnos aquí estiradas. - suspiró al poco rato.
La miré. Y sonreí.
- ¿Sabes que podemos hacer lo que queramos, verdad?
- Ya, bueno, pero tendríamos que avisar a nuestros compañeros, que si no cuando nos busquen y no nos encuentren, ya verás tú el susto que se pegan. - nos quedamos en silencio, hasta que Alícia volvió a hablar. - Así que da igual.
- Por cierto Alícia... - rompí el silencio - ¿Sabes algo de Andrea? Es que le he enviado un mensaje esta mañana pero no ha contestado... y tampoco la he visto.
- ¿Andrea? No - me miró y sonrió, traviesa - ¿Qué pasa con ella? ¿Te gusta?
- ¡¡Qué!! - salté yo - ¡¡No!! ¡¿Por qué me iba a tener que gustar?! Somos amigas desde hace tiempo, ya lo sabes.
- Ya - dijo ella, riéndose - Pero que la estés todo el día buscando o hablando con ella... y esas reacciones... - se empezó a partir de risa y yo flipando con una cara de tonta que seguramente no me la aguantaba ni yo.
Así nos encontraron Martí, Elena, Víctor y María. Elena y Victor nos saludaron y se fueron a algun lugar alejadito. Vimos qie se tumbaban en un rincón, pero después se levantaron y volvieron a pasar por nueatro lado. "Para ir a la Biblioteca", dijeron, pero no se lo creían ni ellos que se iban a la Biblioteca. Y Martí y María se tumbaron con nosotras.
- Ninguno de vosotros sabe nada de Andrea ¿verdad? - preguntó Alícia a los recién llegados.
- No - dijo María, y Martí negó con la cabeza.
- ¿Por? - preguntó a su vez Martí, con curiosidad.
- Por aquí nuestra amiga Lara, que la busca. - respondió Alícia, mirándome intensamente.
- Uy ¿y eso? - intervino María con una sonrisa pícara. Incorporándose y alzando las cejas.
- Eso, que está enamoradísima de ella, pero no nos lo quiere decir. - atacó Alícia.
- ¡¡Eso no es verdad!! - me indigné yo.
- Ya, ya - soltó Martí.
- Pues no. - negué - Además, ya sabéis que no es ella quien me gusta.
- Es verdad, que de quien está súper enamorada es de Gemma. De Adrea está enamorada y ya. - se burló María. Yo, al escuchar el nombre de Gemma, me sonrojé, cosa que provocó que mis compañeros se empezasen a reír.
No hablamos más del tema. De vez e cuando alguien comentaba algo y se empezaba una breve conversación sobre algún que otro tema banal. Al final, la hora pasó y nos volvimos a nuestras respectivas clases. A continuar prestando atención y a continuar dibujando en la libreta o hablando con la compañera que se sentaba al lado.
Acabaron todas las clases al mediodía. Tocaba ir a comer. Mis amigos decidieron ir a comer todos juntos en un restaurante que nos gustaba mucho a todos. Yo en un principio había pensado ir con ellos y llevaba dinero, pero al final decidí volver a casa. Me apetecía estar un rato a solas y ponerme a escribir de nuevo en aquel documento que había empezado.
- Lara, ¿te has enfadado? - me preguntó Alícia cuando les comuniqué que me iba a casa.
- No, tranquila - le respondí
Nos dimos un abrazo y un par de besos en la mejilla. Así con todos y nos despedimos.
Me alejé caminando y llegué a la boca del metro. Bajé y cogí el metro que me llevaría de vuelta a casa. Estaría sola. Mi hermano se quedaría a comer con sus amigos y mi padre también se quedaba porque tenía que trabajar por la tarde. Y mi madre no llegaba hasta las 15:20 y no estaría, ya que eran las 13:30. Entré en el metro y me puse la música. Cogí el móvil y miré a ver si Andrea me había contestado, pero no. Ni siquiera lo había visto. Me encogí de hombros y salí de su chat. Vi el chat de Gemma y no pude evitar entrar.
Gemma era una chica catalana que se había mudado a Pamplona cuando tenía dos años. Por esas casualidades de la vida, ella y yo coincidimos en el mismo instituto y nuestras vidas se cruzaron. Gemma era una chica especial. Bueno, al menos para mí lo era. Tenía el cabello castaño claro, hasta que se lo tiñó de un castaño anaranjado tan bonito que yo no podía evitar pensar en miles de maravillosas puestas de sol cuando observaba sus mechones de cabello caer sobre sus finos y blancos hombros. Su piel era bastante pálida, pero daba la sensación de finura y suavidad, de fragilidad y perfección que a mí me encantaba. Me volvía loca cada vez que tenía su piel cerca y no podía acariciarla como mi corazón y mis dedos tanto deseaban. Sus ojos de un verde mezclado con dorados matices de castaño claro eran un paraíso en el que refugiarse y el mejor lugar del mundo en el que perderse para siempre. Eran vivos y grandes, bonitos como el universo entero. Sus cejas era finas y agradables, castañas. Su nariz también fina parecía la de un bebé; era tan mona que daban ganas de acariciarla y de darle dulces besitos hasta comérsela. Sus rosados labios eran pequeñitos y siempre estaban cortados. Parecían dulces y daban ganas de besarlos a todas horas, intentando acariciarlos suavemente. Casi siempre había una sonrisa dibujada en ellos. Una sonrisa tan especial que era capaz de alegrarte el corazón incluso en los días de lluvia interna. Gemma era bastante bajita, como una niña pequeña a la que daban ganas de abrazar.
Quería escribirle algo. Un simple "Hola ¿Qué tal?" pero no pude. Ella se había marchado a estudiar a Arkansas, Estados Unidos, y yo la echaba muchísimo de menos. Quería hablar con ella, porque quería saber cómo le iba, pero no me atrevía. Tenía miedo a molestrla, a que no quisiera hablar conmigo. Tenía miedo de que se diese cuenta que la quería y la perdiese como amiga. Tenía miedo de darme cuenta realmente de cuánto la echaba de menos; de cuánto la llegaba a necesitar a mi lado. No quería darme cuenta de que no éramos nada más que amigas, o simples compañeras; de que yo no era tan importante para ella como ella lo era para mí. Tenía miedo de no saber reaccionar a la realidad. Tenía miedo de enfrentarme a la verdad y que no me gustase, que me doliese y yo no supiese salir. La quería con todo mi corazón; la amaba, pero el simple echo de decírselo ya era arriesgarse demasiado a perderla, quizá para siempre.

ESTÁS LEYENDO
Soy...
Teen FictionLara, una chica de 19 años, es una chica timida pero que tiene muchos amigos y parece estar genial. Saca buenas notas, tiene una buena familia y buenas amigas y amigos. Pero ella no ve lo mismo; su realidad es diferente. Su autoestima esta casi roza...