-El pequeño hijo de Maritza la sigue a todas partes, que niño tan encantador –decía Juan a su mujer mientras se recostaba en su sillón con mecedera, veía pasar a la joven mujer apresurada por la empolvada calle desde el portico de su humilde casa.
-Y ella tan hostil con el escuincle como siempre nunca lo espera, lo ignora, no le interesa, mujeres así no deberían ser madres.
-Pero Juan, Maritza no tiene hijos –Replicó la anciana desde algún lugar dentro de la vivienda.
-Y entonces ¿quién es ese chiquillo? ¿Acaso será su sobrino?
-¿Cual chiquillo Juan? ¿De qué hablas? La edad ya le juega bromas a tu mente –Dijo la mujer a sus espaldas al tiempo que posaba una mano sobre la mano de su esposo.
El frío toque de la mano de su mujer le hizo recordar que era verdad, Maritza era la más joven de sus vecinas y al ser un barrio pequeño todos se conocían por lo que, en algún momento supo que la chica estuvo embarazada hace algunos años, pero ésta había perdido a su bebe.
Entonces Juan volteó a ver a su amada y... también recordó.... recordó que él desde hace más de diez años ha vivido solo, solo con su viudez.
Autor:B.J HERRERA
