Capítulo 1

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El plan de retrasar mi arribo no dio sus frutos, puesto que llegué antes de lo esperado

Hace exactamente una semana nos habíamos mudado a Busan por el trabajo Kwan, lo sé suena algo cliché. Nueva vida, nuevos amigos, etc., pero yo tenía muchas ganas de comenzar este día, ya que según mi madre el establecimiento tenía el prestigio de ser el mejor de la zona.

Camino apresurada por el corredor que brilla por la ausencia de estudiantes, por lo que deduzco al instante que tal vez ellos se encuentran esparcidos por la cancha o alrededores.

Según mi horario, química era la primera clase y cabe destacar que aquella no era mi favorita. Al estar frente a mi respectivo casillero, dejo lo innecesario para aminorar la carga sobre mis hombros y me marcho soltando un cansado suspiro.

A medida que avanzo, me voy percatando de lo aseado y ordenado que se encontraba cada rincón del pasillo, lo que me lleva a deducir que mamá tenía razón en que esta escuela lleva la batuta en reputación y prestigio.

Sonrío por inercia, bajando la vista al papel perfectamente doblado en mi mano, lo abro y veo el salón que me corresponde a continuación.

203-B, segundo piso.

Acomodo la mochila sobre mis hombros, subo las escaleras y llego a la puerta de mi primera clase, empujo la misma para verificar si había alguien ya dentro y efectivamente lo hay. Es un chico que yace con la mirada pegada al teléfono, quién obviamente no percibe que lo estoy mirando.

Aún faltaban un par de minutos para que tocarán, así que ingreso tratando de ignorar el hecho de que ese muchacho ya ha notado mi presencia.

Tomo asiento en el extremo atrás del salón y extraigo de mi bolso un block de dibujos junto con unos lápices, mataría el tiempo haciendo garabatos sin lógica, pues la inspiración no me llegaba aún.

Estaba tan concentrada en aquello que no noté a un grupo de chicos entrar, eso hasta que oí como le hablaban al pelinegro sentado unas sillas más adelante.

—Pero miren a quien tenemos aquí, es el perdedor de Park. —de inmediato elevo la cabeza y observo de reojo la escena.

—Déjame en paz. —contesta casi ahogándose con sus palabras, tembloroso hasta el cansancio. Conforme va pasando el tiempo, la empatía poco a poco iba formando estragos en mi interior.

— ¿Qué pasa?, ¿No te alegra verme? —se burla el chico de cabello negro con una sonrisa socarrona en el rostro, que esconde aún más de lo que muestra —. Este año no te salvarás, así que ve preparándote, pequeña mierda. —la mofa se cuela por sus labios, casi saboreando la humillación que sufría el pobre muchacho a raíz de lo que dice.

Sorprendida y asqueada por aquello, no pude evitar enfadarme al ver como ese idiota lo trataba, más no podía hacer nada al respecto, le prometí a mis padres no meterme en problemas este año y así sería, no quería decepcionarlos.

—Para el recreo quiero que me traigas el mejor desayuno que haya en la cafetería, y más te vale que llegue rápido o si no, ya sabes lo que puede ocurrir. —ordena otro chico, con apariencia similar a la del anterior. Para mi suerte ellos no notaron que desde mi posición era testigo de todo.

De pronto, uno de los que conformaban el grupo coge el cabello de él, tirando del mismo sin misericordia, logrando que se retuerza del dolor y pida que lo suelte. Acto seguido, lo lanza al piso como si de un trapo viejo se tratase. Abro los ojos horrorizada ante tal acto, apretando mis puños.

—Ni siquiera te puedes defender. —exclama el mismo que lo humilló, se agacha a su altura y palmea su rostro con brusquedad—. Nos vemos en el receso, engendro.

Obsession | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora