Capítulo 11

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"Todavía me sorprende que ella te dejó salir sola"

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"Todavía me sorprende que ella te dejó salir sola"

Lo último que dijo me pareció más un pensamiento en voz alta, que logré escuchar perfectamente.

Quizás ella era muy estricta con mi madre, me alegro que al menos me de un poco de libertad.

Después de una caminata prolongada, ya me encontraba frente la puerta de madera; observe lo que traía en mis manos y lo acomodé en una sola, con mi otra mano disponible toqué dos veces la puerta con algo de suavidad. Escuché algunos ruidos proviniendo de la puerta y en poco tiempo vi el rostro de mi abuela, tenía la puerta medio abierta pero al verme está se hizo a un lado para darme paso.

Agradezco que todavía el sol no se ocultó entre las nubes, pude imaginar lo nerviosa que me encontraría en este momento.

Su cabello esta recogido con algunos mechones sueltos, estos tienen un color grisáceo difuminado con un poco de blanco y algunos lados tienen un toque de negro.

—¿Cómo te fue? —inquirió con interés y, tal vez de manera acusadora.

—Bien, pude conocer algunos lugares.

La puerta ya se encontraba cerrada, dejé la caperuza en el perchero y dirigí mis ojos a su dirección.

—Ah, ¿qué descubriste?

Tomó asiento en el sofá y con sus manos agarró dos agujas de metal; que se encontraban tiradas a un lado. Empezó hacer movimientos ágiles, estaba empezando algún tipo de tejido pero, no estoy segura que puede ser.

Su pregunta no me tomó por sorpresa, en el camino tenía una lucha interna por saber como actuaría después de lo sucedido.

—Bueno, compre algunas golosinas.

Mostré la bolsa de papel rogando en mis adentros que no descubriera mi mentira.

—No comas tanto en un solo día, puede acerté daño —fijó otra vez sus ojos al tejido, solté un suspiro.

¿Se está preocupando por mí?

—Eh, claro. Yo también se tejer —ella seguía concentrada en su tejido—. Mi mamá me enseñó de pequeña.

—Yo le enseñé a ella.

—Cosas de familia, supongo —reí por lo bajo.

Un silencio consumió aquél espacio donde nos encontramos, sólo quería romper el hielo pero, ¡que iceberg me he enfrentado!

—Puedes usar mis materiales de tejido, ya que sabes como usarlo.

Ignoró por completo lo que dije anteriormente, esperaba que me contara alguna anécdota de ella y mi madre, pero resultó ser otro fracaso aunque agradezco su generosidad tan repentina.

—¿Dónde puedo encontrarlos? —pregunté con interés.

—En la mesita.

Seguí su mirada, mi campo de visión captó aquella mesita donde estaban varios hilos de tejer de colores y, lo que no puede faltar, las agujas. Se encontraba al lado del sofá.

—Ah, muchas gracias —Le respondí con algo de entusiasmo. Sin avisar, Níveo invadió mis pensamientos—. ¿Puedo ir al granero? No saludé a los demás en la mañana.

Esperé por alguna respuesta.

—No te quedes mucho tiempo.

Sin más que decir me dirigí a la cocina y me retiré de su vista.

Porqué siempre conseguía a Níveo durmiendo, era algunas de mis preguntas.

Al cerrar la puerta observe a Níveo pero, no reaccionó al sonido de la puerta, seguía en forma de bolita, su respiración era lenta, casi nula.

Por un momento sentí mi garganta secar y me acerqué con rapidez al cuerpo casí inmóvil de mi mascota, el peluche de felpa le brindaba compañía artificial antes de mi llegada.

Me senté en el frío suelo cerca de él. Soy una terrible dueña, cuántas veces sintió frío mientras yo, me protegía con mi manta.

Acaricié su pelaje y empecé a empujarlo con delicadeza buscando alguna reacción. Dejé en el suelo la bolsa que contiene carne para hacer eso.

—N-Níveo —susurré con la voz rota, mi respiración se detuvo por algunos segundos.

Mi corazón daba pulsaciones rápidas, tenía miedo que esté saliera de mi pecho pero, sabía que lo merecía, merecía sentirme así.

—Soy una terrible dueña, discúlpame.

Antes que me echará a un rincón a llorar, escuche un suave bufido, observé con determinación al cachorro, mi corazón se detuvo por milésima de segundos y empezó a latir lentamente al ritmo normal.

—¿Sigues con vida?

Vi como su ojito se entreabrió, me observaba. Sus patitas delanteras se estiraron, fue un movimiento frágil. Empezó a levantarse con lentitud como si no tuviera la fuerza suficiente.

Yo sólo seguía ahí, observándolo, casi al borde de las lágrimas. Temí que se fuera, me aterró la idea que no creciera a mi lado. Que él no sea parte de mi vida, me aterró eso.

La historia que me encanta no actualiza, aiuda.

Mira en el espejo, ¿sabes lo que veo? Una persona fuerte y hermosa.

¿Ya se peinaron?

No olviden que me preocupo por ustedes.

Hasta la próxima amigos.

—AM🌻

Un lobo en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora