Capítulo 17

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Solo tenía que esperar, siempre va y vuelve a la misma hora, he podido darme cuenta en estos últimos días

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Solo tenía que esperar, siempre va y vuelve a la misma hora, he podido darme cuenta en estos últimos días.

¿He memorizado su horario? La pregunta es, ¿por qué no?

Después de todo no puedo dar un paso en falso, tengo que ser cuidadosa y más si no quiero que descubra a Níveo, que cada día va creciendo; lo cual me preocupa, es obvio que no siempre será el tierno cachorro pero, ahora necesitará más espacio para correr o ejercitarse, tiene necesidades como cualquier otro ser vivo y yo como su cuidadora tengo que darle esos gustos.

Eso a veces me preocupa, ¿si alguna vez quiere irse? Quizás, cuando sea grande va a querer tener una familia o una manada, no siempre estaré con él. No sé cómo sería mi reacción si eso aconteciera y me siento algo estúpida al pensar eso, cuando es obvio que todavía falta para eso.

Pienso todo esto mientras muevo mis muñeca. Ella me observa, puedo sentir su mirada fija en mí, puedo escuchar el sonido de las llaves al ser recogidas por ella, mi abuela. Quizás observa mi rostro apagado, las leves ojeras de mis ojos; que por suerte no se notan demasiado la causa de estas es Elyse.

—Pensé que eras principiante pero debo decir que el tejido te esta quedando, bien.

Levanté la mirada y dejé de mover mis muñecas, la palabra "Bien" lo pensó varios segundos antes de decirlo, ella acaba de darme un cumplido.

—Gracias. Le he puesto mucho de mi esfuerzo.

Ella asintió, dió pasos hacia el ropero, tomó su caperuza negra.

—Volveré luego.

Eso fue lo último que sus labios pronunciaron y el ruido de la puerta al cerrar se hizo presente.

Seguía sentada en el sofá, las agujas las tenía sostenidas en mis manos, visualice mi tejido; le faltaba poco para terminar así que seguí.

Duré varios minutos con el tejido en mis manos, solo le faltaba uno que otro detalle que haría después. Me levanté del asiento y me fui al lugar el cual siempre iba.

Con Níveo.

Puedo decir que ya es una rutina para mí.

Antes de salir de manera monótona revisé que todo estuviera despejado; el bosque no emitía ningún sonido, ni las hojas de los árboles eran movidas por la brisa.

Hoy parece ser un día tranquilo.

Caminé con pasos sueltos, Pae también está creciendo. Me quedo mirando mientras subía las escaleras, él también merece de mi atención.

—No me veas así, volveré por ti.

Eso dije antes de desaparecer de su campo de visión.

Entré y lo primero que encontré fue a Níveo calando sus dos patas en mis piernas, su cola se balanceaba de un lado a otro mientras jadeaba.

Un lobo en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora