Capitulo 16: "Im so sick of love songs"

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Los rayos de sol se calaban por los cortinales, blancos y puros. Mis ojos ardían al recibirlos. Rápidamente los refregué; no tenía ganas de levantarme, pero debía hacerlo. Fui al baño, abrí la ducha, y me dí un cálido y refrescante baño. Nunca me había sentido tan renovada, tan bien. Una remera blanca, y unos jeans con unas ‘Toms’ blancas fue lo único que

 saqué para ponerme. Hacía algo de frío, era temprano; eran las nueve de la mañana. Saqué un buzo gris y me lo puse, me quedaba algo grande.   Mordí mi tostada con queso y le dí un sorbo a mi café. Mi pelo ya no estaba tan enmarañado como a la mañana, gracias a Dios. El sillón caoba de la sala me pedía a gritos que me tirara a mirar algo. Lo hice, la verdad es que estaba cansada. Nada llamaba la atención; no sé porqué, pero hoy no me sentía muy bien. Estaba muy estresada, muy agobiada. Sentía como el mal humor recorría cada célula de mi cuerpo, hasta notarse en mi rostro. Al menos un poco de descanso me serviría para no verme así de descontenta frente a Harry.

Mis párpados habían comenzado a cerrarse y de no ser por el ruido de la puerta, yo me hubiera dormido.

-¿Quién es? –Pregunté cansada desde el interior de mi casa, mientras refregaba mis ojos.

-Soy Harry, Val. –Exclamó el joven mientras volvía a tocar la puerta para que me apurara.

-¡Ya va! –Grité mientras abría la puerta con la peor cara que pude haber hecho.

-Val… ¿Te encuentras bien? –Murmuró Harry mientras tocaba mi frente, tenía fiebre.

Pude sentir mi cuerpo caliente, y como mis rodillas temblaban. Rápidamente Harry me sostuvo para que no cayera, mis ojos fueron más rápidos y se cerraron. Lo último que oí, fue a Harry gritar mi nombre.

*Narra Harry*  

Ese día tenía pensado ir temprano, cualquier problema podría invitarla a comer. Eran las once de la mañana y estaba llegando a la casa de Valerie. Ir allí se había vuelto un completo entretenimiento en mis absurdos días en Venecia. Aunque no lo quiera admitir, me alegraba ver su sonriente rostro por las mañanas.  

Al llegar a su casa toqué la puerta. Por lo general, ella abría antes de que vuelva a tocar, por un segundo pensé que tal vez seguía dormida. Volví a tocar la puerta, y ella me gritó.

-¿Quién es? –Exclamó la muchacha con un tono gastado y casi enfermizo.

-Soy Harry, Val. –Grité para que se apresurara. Quería asegurarme de que se encontrara bien, y de que no estuviera enferma.

La morocha abrió la puerta. Sus ojos miel se veían apagados, sin vida. Poco a poco, se fueron cerrando. Ella cayó sobre mis brazos y yo solo atiné a cargarla mientras le gritaba: “Val, ¿Te encuentras bien?”. Algo estúpido de mi parte, claramente si se desmayaba no era porque tuviera una grandiosa salud.    

La recosté en su cama y me paré, traté de ir a buscar a Louis, pero su mano me detuvo. Mi piel se erizó, desde mis pies hasta mi cabello. Luego la vi abrir lentamente los ojos, que aún seguían apagados.  

-Harry, quédate conmigo, no te vayas. –Susurró. –No me dejes sola como todos. –Dese por un instante que dejara de agarrarme y mirarme así, si seguía haciéndolo probablemente moriría de un ataque. Se veía realmente linda, con todos sus cabellos despeinados y con esa voz ronca.

-De acuerdo. Pero al menos déjame llamar a un médico. –Murmuré mientras besaba su frente. Estaba ardiendo, tenía mucha fiebre.

-Harry, tu eres mi único remedio sabes… estoy tan enferma de amor por ti.

Dear DairyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora