Capitulo 8: "The same place"

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Las dudas llenaban mi mente lenta y cuidadosamente; ¿Acaso sentía yo algo por Harold Edward Styles? Josh finalmente apareció ante nosotros, sonriente y mostrando una gran y blanca sonrisa. Charl pudo sentir esa atmósfera incómoda, cortando el silencio.

-Así que… Val, él es Josh Devine. Josh ella es Valerie Cook. –Exclamó la pelirroja haciendo las presentaciones correspondientes. Simplemente le dediqué una sonrisa y un leve apretón de manos. El chico era muy musculoso, y se notaba por la musculosa negra que llevaba puesta. Era algo bajo, apenas más alto que yo –Y eso que yo era petisa- no me importó demasiado su estatura.

-Un gusto Principessa. Sei una bella donna. –Exclamó Josh mientras suavemente sonreía. Una de las comisuras de su boca se elevó, y sentí la sangre llegarme a la mejilla. No entendí lo que me había dicho, eso me ponía de los nervios. Tenía que conseguirme un profesor, y rápido.  

-El gusto es todo mío Josh. –Murmuré para mis adentros una vez que arrancaron el paso hacía la plaza. Aquel parque, lleno de mayores y niños, era muy similar al del día anterior. Por alguna extraña razón, no lo estaba disfrutando tanto como hubiera imaginado. Josh era un chico realmente tierno y sensible; gracioso y divertido a la vez también. Supongo que tenía algún tipo de problema, definitivamente más tarde iría al médico.    

Lottie y Louis lentamente se daban besos cada vez que podían; otra vez aquel sentimiento incómodo de estar importunando algo volvió a mí. Me sentía mal, simplemente tomé a Josh del brazo y lo llevé a una de las canoas.  

-Ustedes relájense aquí, nosotros iremos a dar un paseo. –Exclamé mientras Josh me miraba extrañado. Esos ojos marrones, a la vez se podía sentir que estaban felices, alegres.   La canoa comenzó a andar, el agua de aquellos bellísimos canales se veía pacífica. Lo último que vieron mis ojos fue la expresión de un “Cuéntamelo todo luego” en el rostro de Charl. Suspiré, Josh levantó su cabeza para mirarme fijamente. Mis mejillas tomaron un color rosado, sus ojos marrones si que eran penetrantes.  

-Soy sexy. –Se limitó a susurrar aquel castaño de fibrosos músculos. Lo miré atentamente.

-¿Disculpa? –Murmuré mientras las comisuras de mi boca se levantaban gesticulando una amplia sonrisa. Una leve carcajada salió de esta, Josh sonrió.  

-Nunca nadie me había arrastrado del brazo a una de estas cosas. –Exclamó el joven mientras jugaba con sus dedos, algo nervioso. –Sabes las Góndolas de por aquí usualmente son utilizadas por parejas enamoradas o recién casados; se dice que tienen un gran poder, aquel de unir lazos eternamente. Yo, particularmente, pienso que son patrañas, pero cada quien con su leyenda, ¿No es así? –Terminó Josh mientras observaba el viejo paisaje de iglesias y casas. Mi cara se quedó absorta en el suelo de aquel pequeño bote…

¿Y si Harry creía en esa Leyenda Urbana? Mi corazón se agrandó un poco al pensar que tal vez se interesaba en mí, luego reaccioné; ¡Santo Dios! Lo conocía desde hace dos o tres días, no podía estar enamorado de mí, y yo no podía enamorarme… ¿Enamorarme?  

Otra vez, un sentimiento duro y pesado atravesó mi corazón. No entendía nada, si acaso yo lo amaba, ¿Por qué me sentía tan mal? ¿No es acaso el amor, algo lindo? Mi mente comenzó a nublarse, Josh notó aquello.  

-Tome señor, nos bajaremos aquí. –Indicó el castaño mientras el gondolero intentaba embarcar su pequeña canoa en uno de los bordes más cercanos a tierra firme. Josh fue el primero en bajar alcanzándome, luego, su mano. No tenía ni la más mínima idea de en dónde estábamos, solo intentaba acallar a las molestar perturbaciones de mi corazón, que me decían una y otra vez que no podía engañar a Josh.  

-¿Te gustan las plazas? –Exclamó el chico mientras señalaba aquella plaza tan conocida para mis ojos; exacto, La Piazza San Marcos.  

Mis ojos revoloteaban por todo el lugar, buscando a alguien. Por el rabillo de mi ojo a veces miraba a Josh; el simplemente tenía una gran mueca de felicidad, mi corazón se encogió un poco. Llegamos a un alejado lugar, lleno de hamacas y juegos.  

-¿Quieres subirte a ese sube y baja? –Murmuró el castaño que reía entre dientes al ver el brillo de mis ojos. La verdad era, que estaba feliz de que seamos amigos…

Dear DairyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora