Capitulo 18: "I wish i can forget"

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Mis ojos aún seguían húmedos. Al menos mis mareos se habían ido, y no tenía tanto pesar como el día anterior. Abrí la gaveta con mi diario en ella. Escribir siempre me había hecho bien, aún cuando solo tenía cosas tristes para contar.

Querido Diario:

Se lo dije. Le dije a Harry lo que sentía. Nada salió como esperaba, aunque luego de dos semanas de habernos conocido, no podía imaginarme otra respuesta. Oír el silencio, y ver como sus bellísimos ojos verde esmeralda se abrían, pues eso simplemente me aplastó. Ahora veo porqué jamás, ni de muy chiquita, me había gustado enamorarme tanto… Harry es ahora el claro ejemplo de un mal de amores.

Nadie me devolverá mis lágrimas, eso lo sé bien. Supongo que uno aprende de sus errores. Francamente, aún no creo que Harry lo sea, que él sea un error…

Las lágrimas, cálidas y mojadas, volvieron a atravesar mis mejillas. Los recuerdos volvían a mi mente, inevitablemente. Varias cayeron sobre el papel, corriendo la tinta de mi pluma solamente en una palabra… “Error” ¿Acaso era una señal? ¿Me tenía que rendir, o podía seguir luchando?    

Las dudas llenaban mi cabeza, hasta que finalmente decidí que estando aquí no iba a evitar que Harry me ignorara. No iba a evitar el sentirme destruida. Tenía que ser fuerte, y tenía que salir adelante lo más rápido posible.  

Me vestí con lo primero que encontré; unos Jeans rotos y una camisa. Me puse unas zapatillas y agarré mi bolso. Hacía tiempo no salía, y de hecho quería conocer Venecia. Hasta ahora, solo conocía la Piazza di Marcos. Mi pecho se sintió pesado todo el camino, pero eso era de esperarse. Todavía sentía hincados mis ojos, pero que más daba. Crucé la calle y una pequeña plaza se hizo notar; era lindo, simplemente calles y plazas. Además de los notables canales con góndolas, aquello si que traía memorias.  

-Un gelato al cioccolato per favore. –Exclamé mientras sacaba el poco dinero que traía conmigo. Realmente lo único que me animaba en situaciones como estas era algo de helado, y el de chocolate siempre fue mi favorito. Al menos había aprendido algo de Italiano en esta última semana que pasé con… Harry.  

¿Por qué me sentía así? Es decir, jamás habíamos sido algo. Debe ser el hecho de ver su rostro, pálido y desorbitado, lo que me causó tanto dolor. Cerré mis ojos mientras consumía mi tristeza. Aquel helado duró poco entre mis manos, y unas pequeñas gotas recorrieron mis mejillas. Estaba llorando de nuevo, y el pesar de mi pecho no se alivianaba. Toda mi cabeza daba vueltas, y quería abandonar Venecia en ese mismo momento. Mi teléfono comenzó a sonar, era un número desconocido.  

-¿Hola? ¿Quién habla? –Murmuré mientras secaba mis lágrimas y esperaba la respuesta de aquel desconocido.

-Val… soy Harry. –Mi cabeza dio un vuelco y sentía que su ronca voz me erizaba la piel.

-Ah, erm, hola Harry. –Murmuré entrecortadamente mientras observaba el cielo, gris y nublado como mi corazón en este momento.

-Val, ¿Podemos vernos? Necesito aclarar algo contigo.

-No creo Harry, quedé de encontrarme con Louis y Charl en una hora. –Mentí, sí, mentí ¿Qué suponía que hiciera? No quería encontrarme con él y estallar en sollozos frente a él. Sabía que no podría soportar mis lágrimas si lo veo.  

-Acabo de llamar a Louis, y dice que no saben dónde estás. También me dijeron que te cuidara por que a la noche saldrían solos.

-Genial Harry, no necesito de una niñera ¡Tengo dieciocho santo cielo! –Vociferé mientras cortaba bruscamente. Luego hablaría con esos dos “Supuestos mejores amigos”.

Dear DairyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora