𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕

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TODO O NADA❝¿De verdad quieres perder a cinco soldados?❞▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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TODO O NADA
❝¿De verdad quieres perder a cinco soldados?❞
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SEIS AÑOS ATRÁS,
BROOKLYN, NUEVA YORK.
BRIGHTON BEACH.

SIEMPRE HE AMADO EL MAR, SUS MISTERIOS, SU BELLEZA, INCLUSO SUS INEXPLICABLES sucesos; quizá era esa la razón por la que amaba tanto las playas.

—La próxima vez que no quieras ser encontrada, activa la runa de bloqueo —Sonreí con la mirada fija en las nocturnas olas muriendo en la orilla del mar para dar paso a las demás, siempre en un bucle infinito que no acababa jamás. El mar era indomable, y también incansable—. Alec y yo vamos a unirnos como Parabatai, creía que querrías venir y...

—No voy a ir, Jace —Respondí sin si quiera mirarlo, y con mis rodillas pegadas al pecho las abracé y me encogí en mí misma, como si así pudiese estar más segura—. Ya sabes que no pisaría el Instituto ni aunque fuese el único lugar habitable de la Tierra.

Entonces escuché el sonido de sus pisadas acercarse a mí, y se sentó a mi lado mirándome de aquella forma que solo le funcionaba a él.

—¿Ni si quiera para verme a mí, tu segundo mejor amigo, hacer un juramento para ligar mi alma con otra? —Volví a sonreír por inercia, no por felicidad. Jace y Alexander iban a realizar hoy el juramento Parabatai, que crearía entre ambos un vínculo tan fuerte que, incluso en la muerte de uno de ellos, el otro sentiría una parte de sí mismo apagarse; era hermoso, pero a la vez aterrador. Apoyé la barbilla en las rodillas y un destello de melancolía me brilló en los ojos cuando vi a dos padres con su hija pequeña corretear por la orilla a algunos metros de distancia de donde estábamos nosotros. Algunos nacían con suerte—. Nunca me has explicado nada de tu infancia Leah... ¿por qué?

Y me puse seria de inmediato, incluso tragué y me rasqué la nuca con los nervios empezando a apostarse en mi garganta y en mi estómago.

Y él se dio cuenta.

—No recuerdo mucho de ella —Mentí, dando la excusa de siempre con la esperanza de obtener el mismo resultado; un desvío de tema.

Pero cuando Jace negó insatisfecho y chasqueó la lengua, supe que no estaba conforme.

—Te he visto memorizar rostros, imágenes y libros de mil páginas con tan solo mirarlos sin prestar atención —Me contradijo colocándome una mano en el brazo para que le mirase—. Tu memoria es prodigiosa... así que no sueltes la mentira de siempre.

Y las lágrimas del recuerdo y la opresión se me agolparon en los ojos de un modo que no tuve más opción que la de dejarlas salir. Odiaba esto. Odiaba no poder hablar de las cosas que había vivido, de los amigos que había perdido y que no había podido enterrar, de las cosas atroces que me hicieron y que aún me obligaban a despertarme a media noche entre sollozos.

DYNASTY﹛Alec Lightwood﹜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora