𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

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INTERCAMBIO DE INTERESES❝Porque sé lo que es tener las manos manchadas con la sangre de inocentes a los que te obligaron a matar❞▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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INTERCAMBIO DE INTERESES
❝Porque sé lo que es tener las manos manchadas con la sangre de inocentes a los que te obligaron a matar❞
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SEIS AÑOS ATRÁS,
UPPER MANHATTAN, NUEVA YORK.
CASA DE LOS MURPHY.

MIRÉ EL RELOJ TUMBADA EN MI CAMA, CANSADA POR LOS ENTRENAMIENTOS Y TRISTE por la discusión que había tenido con Ayax tras su insistencia por conocer mi pasado para ayudarme a superar lo que él creía que no tenía superado.

No necesitaba su ayuda, ni tampoco la de nadie.

Cerré los ojos al escuchar el pitido del reloj que marcaba las doce de la noche, un nuevo día. Ya era dieciocho de enero; mi cumpleaños.

Giré varias veces en la cama, incómoda y con el frío carcomiéndome los huesos a pesar de las mantas que me cubrían el cuerpo, pero el sonido como de una piedra impactando contra el cristal de mi ventana, me hizo fruncir el ceño.

Y aunque intenté ignorarlo, el ruido no cesó.

—¿Qué demonios...? —Me levanté con un bostezo y me acerqué a mi ventana, confusa, pero al percatarme de quién era el que estaba tirando piedras, apreté los labios para esconder mi sonrisa. Abrí la ventana y me asomé por ésta observando a quien abajo se encontraba mirándome con los brazos cruzados y una ceja alzada; típico de él—. ¿Alec?

Iba solo, sin Jace ni Izzy.

—Te espero en el parque, no me hagas esperar —Y tras decir aquello, empezó a caminar.

Pero... ¿qué estaba pasando aquí?

Me rasqué la nuca por la confusión pero hice caso a lo que acababa de decirme, sobretodo por la curiosidad que me daba descubrir qué hacía aquí tan tarde. Cerré la ventana y sustituí el pijama por unos tejanos negros, una chupa de cuero que abrigaba a la perfección por el material interior de lana que contenía y unas botas cuya cremallera terminaba unos cuantos centímetros por encima del tobillo. Por último me cepillé un poco el pelo y me cubrí las pequeñas ojeras con un corrector.

Y con una sonrisa pícara, me agaché y pegué la oreja al suelo para asegurarme de que James no estaba despierto, información que conseguí con facilidad y que me permitió saltar por la ventana con cuidado y sin hacer demasiado ruido.

—Cinco minutos, vas mejorando —Halagó Alexander levantándose del banco en que el que había estado esperándome. Entrecerré los ojos y crucé los brazos esperando a que me dijese qué hacía aquí, pero no parecía muy dispuesto a contármelo—. Sígueme.

—Son las doce de la madrugada Alec, en seis horas tengo que estar despierta para...

Pero se acercó a mí con una burlona sonrisa que pocas veces le había visto y me miró de una forma tan intensa que hasta tuve que apartar la mirada; este chico siempre había tenido una belleza fuera de lo común.

DYNASTY﹛Alec Lightwood﹜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora