𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈

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SECRETOS❝¡Soy inmune!❞▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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SECRETOS
❝¡Soy inmune!❞
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CATORCE AÑOS ATRÁS,
UPPER MANHATTAN, NUEVA YORK.
CASA DE LOS MURPHY.

LA ALMOHADA EMPAPADA, LAS SÁBANAS LLENAS DE MANCHAS DE SUDOR, LAS toallas congeladas que James colocaba sobre mi frente y que minutos después ardían por mi fiebre; reconocía esta sensación tan escalofriante, tan terrorífica.

—Necesitas un hospital, chica... —Me aseguró el hombre con el que llevaba conviviendo dos meses, alguien que había resultado ser bueno y atento conmigo; no era mi padre, pero creo que había sido el de alguien.

—N-no —Negué entre dientes y con una gota de sudor cayéndome por la sien. Tenía que ser difícil para él verme retorcerme por un dolor que no podía sanarse cortando una hemorragia o cosiendo una herida—, se m-me... pasará.

—Llevas tres semanas diciendo lo mismo Leah, y sigues igual.

—¡Se me... pasará! —Exclamé con un poco más de fuerza, y temblé ante aquella ambigua sensación de frío y calor—. J-James... vete al trabajo, yo... estaré bien —Pero soltó una carcajada irónica y se negó mientras se levantaba de mala gana del asiento que había junto a mi cama. Tosí por una extraña y momentánea presión en el pecho, pero en cuanto estuve bien, me apoyé en los codos y me incorporé lo suficiente para mirarlo bien—. Oye... aquí no p-puedes hacer nada... más que dejarme descansar.

Alzó las cejas con incredulidad y negó.

—¿Quieres que me vaya a trabajar y que a la vuelta me encuentre con tu cadáver? —Rodé los ojos y resoplé con resignación; él no lo sabía, es cierto, pero ya había pasado por esto muchas otras veces. Lo único malo era que, esta vez, no me recuperaría volviendo a recibir la inyección cuya falta en mi organismo, irónicamente, me había llevado a estar así—. Respetaré que no quieras ir al hospital, pero no voy a separarme de tu lado.

Y entonces volvió a sentarse a mi lado y me cambió los paños de la frente por unos más gélidos, me pasó una toalla mojada por la piel para limpiarme el sudor y refrescarme y me preparó una sopa con divertidos fideos de colores con formas de animales y caritas contentas. Era un cocinero excelente.

Así se pasaron los días, y también las semanas; pidió la baja en el trabajo para ocuparse de mí, y realmente no hacía otra cosa que esa, pero un día, en mi desespero por superar el dolor y para que James pudiese volver a su vida, aproveché que se quedó dormido en aquella incómoda silla de madera y salí de la habitación de puntillas y con un montón de escalofríos. Nada servía, ni las comidas, ni las toallas frías, ni los baños de hielo o los que hervían; nada. Así que al bajar las escaleras con una dificultad terrible y llegar a la cocina, me subí al mármol con la ayuda de una silla y abrí el armario donde James guardaba el alcohol.

Jägermeister, Ballantine's, Jack Daniel's, Beefeater, Baileys... habían un montón de botellas de distintos nombres, pero yo fui a por la que conocía, la que Valentine bebía cuando se metía en su despacho y la que me ofrecía como recompensa tras ganar cada combate; Absolut Vodka.

DYNASTY﹛Alec Lightwood﹜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora