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UN PASADO REVELADO ❝Me temo que nuestra charla acaba aquí❞ ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
VEINTIDÓS AÑOS ATRÁS, ALACANTE, IDRIS. SALÓN DE LOS ACUERDOS.
NUNCA HABÍA VIVIDO LA EXPERIENCIA DE SUMERGIRME EN LOS recuerdosde otra persona, pero si esta era la sensación, no quería volver a hacerlo nunca más.
La cabeza me latía como si una corriente invisible de energía se enredara en mis pensamientos y los arrastrara hacia un abismo de recuerdos que no eran míos, sino de un extraño. Una presión abrumadora me aplastó la mente como si no fuese más que gelatina, e incluso mis sentidos se desbordaron por imágenes distorsionadas que empezaban a formarse, arrastrándome hacia un pasado que nunca había visto.
Y de repente, todo se aclaró. Entrecerré los ojos por una momentánea luz cegadora y parpadeé para volver a centrarme, dándome cuenta entonces de que estaba de pie en una sala hermosa con unas vistas idílicas, aunque ahora mismo, solo había terror que ver.
Frente a mí, el Salón de los Acuerdos estaba lleno de cazadores de sombras luchando entre gritos de angustia que rompían el aire, el sonido del metal chocando y el zumbido de las runas activándose. Había muchísima sangre, cadáveres y heridos que se arrastraban por el suelo en un intento de salvarse, pero a mi alrededor, los soldados con la runa del Circulo en el cuello los asesinaban.
Era el Levantamiento.
—¡Vuelve aquí, Herondale!
Me giré con rapidez al origen de aquella voz, y fue entonces cuando mis ojos se abrieron hasta el máximo de su capacidad y mi respiración se quedó atascada en mis pulmones.
Era Valentine, una versión mucho más joven de él pero con el mismo carácter sangriento. Perseguía a una pareja cuchillo Serafín en mano, y seguí el mismo camino que los tres hasta que llegaron a un callejón sin salida. Fruncí el ceño sin comprender absolutamente nada y me rasqué la nuca con la incomprensión de qué era lo que Valentine quería mostrarme con este recuerdo, pero cuando la pareja se giró para encarar a Valentine, cerré los ojos con pesar.
El hombre tenía unos ojos azulados que me resultaban más que familiares, y su rubio cabello le ascendía el atractivo hasta niveles insanos. Su mujer, también hermosa y con unos rasgos similares a los suyos, sollozó por la angustia y se tocó el abultado vientre que me reveló que estaba embarazada.
Sabía quiénes eran; Stephen y Celine Herondale. Conocía su historia.
Ambos morirían hoy.
—Fin de trayecto —Señaló Valentine apuntándolos con su cuchillo, y por la rabia y la ansiedad de ver a aquella pobre mujer en tan mal estado, corrí hacia Valentine e intenté embestirlo, pero todo lo que hice fui atravesarlo y rodar por el suelo; no podía intervenir, solo era una espectadora que no podía cambiar lo que una vez ya fue escrito. No podía salvarlos—. ¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienen los demonios, Herondale? —Interrogó este desgraciado acercándose un poco más a ellos, y me levanté con impotencia cuando vi a Stephen abrazar a su esposa—. Estáis a punto de averiguarlo.
