VI.

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Con la puerta cerrada tras ellos, Johnny inicio otro caótico beso. Solo eso basto para que el espacio que sentía en su interior empezará a llenarse y a reverbarar con cálidas emociones.

Las emociones de un ex - asesino.

Quería comerse a Mark Lee, era la mejor palabra para describir el hambre que sentía. La necesidad de consumar el amor sin tener ahora ni el más mínimo sentimiento de culpa, temor o vergüenza.

Sin hacerle daño, lo mordía, en los labios y la lengua, se apretaba a aquel chico que cedía gustoso y proponía nuevas caricias.
Las manos de Lee estaban por todos lados, sobre él, y sus propias manos eran las de un alfarero trabajando su arcilla mientras presionaba y acaricibia cada borde.

Lo llevó hasta la cama donde empezó a desnudarle. Pronto descubrió un cuerpo maravilloso, para nada comparable con las comunes chicas que había asesinado. Era pálido, no tanto como él pero de un tono exquisito. Era delgado con unas caderas anchas para poder tomar y unas clavículas admirables. Unos muslos lampiños sin vello y delicados.

No quería que fuera rápido, era la primera vez de su angelito después de todo, pero aquellas miradas llenas de deseo e inocencia por parte de Mark lo volvían loco.

Por esa vez deseaba tomarse su tiempo, pero la desesperación lo empujaba con fuerza para precipitarse... y los gemidos que Mark había empezado a regalarle lo apremiaban a empujarse dentro de él sin la mayor ceremonia. Ahora esos eran los únicos que debía controlar y sabiéndolo empezó a jadear el también, a gemir con fuerza y sin reserva. Cuando el chico lo escuchaba, parecía excitarse aún más, y cuando el notó esto, se excitó también; cada movimiento era una provocación dulce que aumentaba en cuestión de segundos.

Johnny se levantó, haciendo al ebrio Mark a un lado y camino rápido hasta su armario sin notar que su amante corrió hacia él y lo abrazo por la espalda justo cuando el se bajaba para buscar el lubricante que guardaba en el cajón del mueble. A duras penas tuvo tiempo antes de sacarlo, antes de que Mark lo llevara a la cama.

Mark rió con fuerza y Johnny sonrío.

Johnny, de un tirón, bajo los bóxers del angelito que se encontraba boca arriba con las piernas abiertas y con las mejillas rojas como lo solían estar. Tiró la prenda a una parte que no interesaba de la habitación y seguido vertió una buena porción en sus dedos de la viscosa sustancia transparente.

Con sus hábiles dedos se abrió paso entre los apetitosos pliegues del trasero de Mark. Éste, se tensó por la frialdad del lubricante, pronto se relajó y jadeó ansioso por sentir los largos dígitos de Seo en su interior. Le hizo ver las estrellas en solo instante, fue directo, disfrutando de la lasciva entrada de su dedo perdiéndose en el interior del angelito... delicioso.

Pronto fueron dos, luego tres, hasta ahí moviéndolos tortuosamente, dilatándolo placenteramente. Ambos se encontraban duros, el menor desnudó y expuesto, el mayor sudoroso y con todas sus prendas, los pantalones se ceñían a su gran y goteante erección deseosa en ver la luz.

Histeria; JohnMark [ Cancelada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora