VIII part.2

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[ Shinchon, Corea del Sur ]

31 de Octubre, 2016

La luna se alzaba imponente en el firmamento. Gracias a ser un pueblo alejado de la ciudad, las estrellas se reflejaban con fervor. El aire era tan fresco y agradable aquella noche. Niños y niños caminaban con disfraces, agitando sus bolsas llenas de golosinas y dulces varios.

Un chico de cabello oscuro y mechas aleatorias de tono rojizo admiraba melancólico el cielo desde su habitación. Su rostro se encontraba apoyado por sus grandes manos. A la luz lunar se veían heridas en sus nudillos, sus ojeras estaban demasiado marcadas en su pálida piel.

Llevaba dos meses esperando a que su madre volviera de su viaje en América. Ahora mismo estaba viviendo con sus abuelos. En toda su infancia, sus abuelos maternos le consentían todo. Le dejaban acostarse los fines de semana tarde, le compraban todos los tomos de sus cómics favoritos, le cuidaban como a un hijo y siempre estaban ahí en las representaciones teatrales del colegio. Casi todos los sábados iban al parque de atracciones o a cenar comida rápida, y siempre le pedía a su madre que lo llevara para jugar en su patio.

Pero, al cumplir los 10 años, todo cambio.

Sus padres no asistieron de su cumpleaños ya que debían hacer unas gestiones en la capital, se quedó solo con sus abuelos. Al llegar la noche estos le agredieron sin motivo. Sufrió contusiones y hematomas, llegando a dislocarse el hombro derecho y haberse fracturado cuatro costillas. Sus padres, al llegar, lo llevaron al hospital sin saber que había pasado.

Desde aquella vez todo se volvió oscuro. Cada vez que sus padres no podían ocuparse de él, al llegar la noche, le agredían constantemente. Desde ese día las sonrisas eran fingidas, las heridas cubiertas y la depresión desbordante.

Alguien tocó la puerta, haciéndose girar involuntariamente su rostro, con temor.

-Vamos a cenar por ahí, tú te quedas aquí - una señora de cabello moreno, estatura baja y cara de pocos amigos le hablaba desde el umbral - Ni se te ocurra escapar de casa esta noche, ya sabes las consecuencias - alzó su cuello de manera imperial.

Los ojos de Johnny comenzaban ha cristalizarse. No tenía más remedio que asentir lentamente.

-Vale, s-señora.

La mujer le lanzó una mirada llena de desprecio y salió de la habitación dando un portazo. Aquel chico precioso y de cabello rojizo se echó a llorar sobre el escritorio. Limpió con fuerza las lágrimas que brotaban calientes de sus ojos esmeralda. Desde la ventana pudo ver el coche de sus abuelos salir del aparcamiento. De nuevo comenzó a llorar.

Él no podía pasar por esto más, eran dos personas que el quiso mucho, muchísimo. Siempre le dijeron que era distinto a los demás niños, un niño muy bonito e inteligente. Que fue adoptado y le dieron un buen lugar para vivir, un apellido y estudios porque lo quería mucho.

Entonces, ¿por qué hacían esto?

Aún no se podía creer que todos estos años sus abuelos le hubieran maltratando de esa forma, ahora estaba allí encerrado, en la noche de Halloween y sin su madre.

Lanzó del escritorio la lamparita que utilizaba para ver de noche al estudiar.

-Oh no... No, no, no, no, no... - tomó la lámpara rota entre sus manos. La bombilla destruida, el interruptor quebrado... sus abuelos le molerían a palos si se llegaban a enterar.

-AH - gimió de dolor al cortarse con una parte de la bombilla. El corte era profundo, en medio del pulgar y el índice. Chupó la sangre que brotaba por ella de manera salvaje, al menos podría haberse cortado una arteria. Succionaba toda la sangre que salía hasta que no pudo más, él no aguantaba la sangre, la odiaba inclusive. La sangre le recordaba a los golpes que sufría. Joder, no podía ver la herida que cada vez era más tétrica a sus ojos.

Histeria; JohnMark [ Cancelada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora