III

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De camino al auto Pao me tomó del brazo y deposito un beso en mi mejilla como si fuera la novia más amorosa y cariñosa del mundo, íbamos bromeando, riéndonos y hablando una que otra guarrada que se nos iba ocurriendo.

Al llegar al auto abrí la puerta para que suba, cerrando la puerta detrás de ella, a pesar de estar nublada era una noche fresca, después de dar la vuelta al auto y subirme en el auto me encontré con una gran sorpresa.

Al voltearme y ponerme el cinturón de seguridad pude disfrutar nuevamente de la vista de sus piernas sin pantalones que se los había sacado mientras daba la vuelta al auto, volver a ver su sexo solo cubierto por el tanga rojo de encaje provocó una incomodidad en mi bóxer.

—Si quieres me los puedo volver a poner— dijo Pao sonriendo pícara mente al notar mi rostro de incredulidad.

—No... No me encanta nunca me cansaría de ver cómo queda tu tanga y sobre todo tus piernas— respondí un poco embobado.

—Entonces vamos a tu departamento que muero del cansancio— volvió a sonreír colocándose el cinturón de seguridad.

Tras centrarme un poco y poner en marcha el auto el camino a casa fue la continuación de uno de los mejores que he tenido, de vez en cuando acariciaba su pierna incluso su entre pierna sintiendo como quemaba y lo húmeda que se ponía con cada rose de mi mano con su piel. Por su parte ella no paraba de provocarme con insinuaciones, miradas y comentarios picantes.

Sin el mayo pudor sonreía y chupaba uno de sus dedos para pasarlo entre sus senos o por su sexo por sobre la tanga mientras recorríamos la ciudad, a una calle de llegar a mi departamento casi chocamos por voltear a verla como descubría sus pechos dejándome admirar sus deliciosos pezones, cubriéndolos nuevamente al ver que un policía de tránsito estaba alado nuestro en su motocicleta.

Al llegar y estacionar el auto en mi espacio espere a que Pao se ponga nuevamente los pantalones, tome su maleta del porta equipaje nos dirigimos hacia el ascensor abrazados como si cual pareja de novios recién llegada de un viaje de placer.

Ya en el ascensor sin importar si entraba alguno de los vecinos, aunque por la hora lo dudaba, aprovechamos para besarnos y tocarnos encendiendo nuevamente la excitación y el calor que todavía rondaba entre nosotros.

—Aquí nos bajamos —atine a decirle separándome un poco a al llegar al cuarto de 7 pisos.

—Oh si, vamos— dijo acomodándose un poco la ropa, salimos rápidamente del ascensor y tras unos pocos pasos llegamos a la puerta de mi departamento.

Al abrirla y dejar que Pao pase pude admirar una vez más su trasero que con sus pantalones o sin ellos provocaba hacer con él una y mil perversiones, al cerrar la puerta y dejar la maleta alado de la misma y voltear nuevamente me sorprendió.

Si lo acepto esta mujer no para de sorprenderme.

—Dios me ampare y me agarre confesado— pronunció al mirar como poco a poco se iba despojando de su ropa quedando solo en tanga dejando sus senos descubiertos.

Ella volteo a verme.

— ¿Qué? Acaso no fue eso lo que hablábamos por el WhatsApp —respondió mientras se hacía una coleta en su cabello y doblaba su ropa — ¿dónde puedo colocarla?

—No digo si, vamos déjame mostrarte mi habitación, nuestra habitación— la guio por el departamento yendo por delante.

—Bueno, como vamos a convivir un par de semanas creí que lo más conveniente era hacerte espacio en mi closet y usar el mismo cesto de la ropa sucia si no te incomoda— le indique entrando a la habitación, haciendo me a un lado para que pueda pasar.

El Fuego de tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora