40| Borracha sincera

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[...]

—Llego en unas horas y por favor no dejes que entren en la cocina, son muy traviesas y desastrosas. Si usan sus juguetes diles que al terminar los recojan, ya desayunaron, el almuerzo lo dejé listo, si quieres también puedes agarrar —suena la bocina de su carro indicando el aburrimiento de Monse sentada ahí dentro. Suspira —¿seguro que podrás? Porque si quieres...

—No te preocupes. Adoro los niños... Ahora siendo mis hijas...

—Es que... Tal vez tengas experiencia dominando a mujeres pero nunca e visto tus cualidades con niños —ríe.

—Pues si llegas temprano podrás verlas en marcha. No es por presumir pero soy un experto en los niños bueno... y sacando tema pues, sí, también con las mujeres —me da un golpe en el brazo.

—Bueno... Ya me voy. No dejes que salgan afuera por favor que esta haciendo demasiado frío y un resfriado es lo que menos quiero.

—Oye, como que te has puesto muy exigente y sobre protectora, eras tú quien salía a jugar mientras llovía.

—Lo que hace el ser mamá —se encoge de hombros —. Vale, en el congelador están los números de emergencia, el de Andrew, mi mamá, mi hermano, Monse, el mío... Bueno, ya sabrás si pasa algo, uno de tantos tiene que responder. Y por amor a Jesús, no les des helado.

—Si si mujer, ya vete que se te va a hacer tarde para preparar, lo de tu, boda —susurro lo último —. Ademas Monse se está durmiendo en el carro —la empujo hacia afuera —Que te valla bien yo te cuido a las niñas con vida.

—Yo veré ¡eh! —me señala —Adiós —se despide con la mano de ellas.

—¡Te amo!

Me dobla los ojos pero no le dura y me sonríe al instante.

—¡Yo también! —me respondo solo, imitando su voz.

—Sigues sin hacerlo bien —grita y por fin entra al carro.

Sonrío y cierro la puerta.

—Bueno niñas... ¡¿Quien quiere comer helado?!

—¡Yoo!

—¡YO! Pelo... ¿Mami no dijo que no?

—Ay, mami es una exagerada. Ella comía helado los tres tiempos del día. Solo no le digan y todos felices con una barriguita llena de helado.

Ellas ríen y corren a la cocina. Camino detrás detrás sonriendo. Un día extraordinario y de sonrisas era lo que me esperaba hoy...

[...]

Abro gavetas, armarios, cajones. Empiezo a revisar cada rincón de su cuarto. ¡Se que está mal! ¡Lo se! Pero es la única manera de saber si mi mamá tiene razón, en que Dahiana y yo ya nos conocíamos antes. Hay muchos cabos unidos. Pero la última prueba son las fotos, y si nadie de mi familia las tiene, solo queda la suya. Debe de tener por alguna parte las fotografías. Y si no las tiene ella acá, las tiene su mamá.

Abro una última gaveta sin ya esperanzas, en ella encuentro una caja roja bastante grande. Saco la caja con mis manos y la pongo en el suelo. Miro hacia la puerta a cada segundo como precaución, las niñas pueden despertar y llegar en cualquier momento, y lo que menos necesito es que le cuenten a su mamá que estaba esculcando en sus cosas.

Extraña | C.V © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora