Capítulo 17.

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Hocus-Pocus, Pandora.

Ilargia eguna

Silencio.

De todos los sonidos, o posibles sonidos, aquel era el que más se temía.

Los altos Dracos, más parecidos a grandes setas, se balanceaban al son del aire que iba y venía con lentitud.

Sus hojas, azules en éste extraño lugar, comenzaban a teñirse de rosa con la llegada de la noche.

Los túneles de Arce; violetas, rosados y azules se divisan a lo lejos en todo su explendor con la caída de los dos Soles.

Sin embargo, había algo que no encajaba.

Algo no iba bien.

El olor a sangre y las pequeñas plantas teñidas de rojo. Los cuerpos de seres sobrenaturales e incluso místicos, reposaban en los suelos; fríos e inertes.

En el centro de aquel lugar, donde descansaba un enorme árbol de Wisteria con flores azules, se podían divisar a dos personas que aún seguían en pie.

—¿Te das cuenta de lo que has hecho? —Se escuchaba gritar a una pequeña en el apogeo de su furia.

Encajaba en aquella explosión de colores. Era menuda, y su cabello, como gran parte del lugar, tornaba azul.

Pero junto a ella había alguien, una mujer, completamente distinta. Vestía de negros y rojos, con el cabello extremadamente largo recogido en una alta coleta oscura.

Su rostro dibujaba una sonrisa petulante, mas con un matiz severo.

—Nada personal pequeña Deidara. No me gusta que un Pecado Capital parezca más una estúpida Virtud.

Movió el cuerpo en silencio para ir hacia una de las ramas de Wisteria que hacía el efecto de caer, sujetó la punta y la sacudió haciendo que varias flores cayeran y se tornaran con la sangre de un pequeño Leprechaun que yacía casi destripado.

El cuerpo de Deidara estaba completamente en tensión y sujetaba una larga alabarda plateada como si le fuera la vida en ello.

Su región, La Región del Limbo, acababa de ser atacada por seres de una región tal vez cercana. Olía la sangre de amigos, compañeros y conocidos. Olía las lágrimas, y el valor que echaron algunos. También oía aún sollozos y gritos.No habían podido defenderse, pensaba una y otra y otra vez.  El guardián de aquella región, el Culebre de escamas azules, había desaparecido. Y ella había salido de Pandora cuando aún se le permitía y no había cerrado sus puertas.

Sacudió la cabeza, aullentando aquellos pensamientos y se tiró del pelo sin poder aguantarlo. Cuando paró, ladeó la cabeza con un extraño tic hacia la derecha. Miraba perdida a la mujer que tenía frente a ella. La miraba con odio.

—Raziel... —sonrió como la niña pequeña que era, como la pequeña que sabía lo que pasaría a continuación— verás. Como sólo eres una simple Mensajera, no sabes nada sobre los pecados. Y yo te voy a contar algo. —Su rostro dibujaba una amplia sonrisa, que cuanto más ampliaba más parecía tender a sangrar sus comisuras— Yo soy el Pecado de la Envidia. Pero eso ya lo sabías.

» Yo soy la dueña del Limbo. Pero ojo —rió al ver la expresión de Raziel. Era verdad que ella, como sólo Mensajera; que debía esperar a la aparición del pecado que protegía, no sabía más allá de quiénes eran los Pecados que Pandora guardaba con tanto empeño—, soy dueña del Limbo sobrenatural, místico y del Hocus-Pocus ¿Sabes lo que es el Hocus-Pocus?

Raziel negó mientras retrocedía. Había tenido el impulso de mandar a destrozar aquella región. Y ahora comprendía, aunque se negaba a admitir en voz alta, que aquel impulso había sido la Envidia.

Proyecto Pandora: Bienvenido al Pandemonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora