Coira abrió los ojos de golpe al escuchar golpes en la puerta. Se levantó de un salto y abrió asustada.
— ¡Señorita! Discúlpenos —habló Isla entrando a la habitación apurada para que nadie pudiera ver a Coira así—. Esta es mi compañera Beth, también está para servirla.
La chica morena le sonrió e hizo una pequeña reverencia. Coira sonrió también, media dormida.
Isla dejó una bandeja sobre el escritorio.
— Le trajimos el desayuno, señorita —habló Beth—, ¿ya sabe qué va a ponerse?
Coira abrió el guardarropa.
— ¿Puedo usar algo sin corsé?
Ambas sirvientas se miraron pero fue Isla quien habló.
— Lamento decirle que no. Son órdenes estrictas que vienen directamente de la Duquesa.
Coira asintió con la cabeza sin decir palabra y dejó que la vistieran con lo que sus sirvientas quisieran. Luego de tomar el desayuno, ambas dejaron la habitación con Coira sola dentro.
La jovencita caminó por los extensos pasillos hasta llegar a la biblioteca que la Duquesa, durante la cena de la noche anterior, le había mencionado.
Comenzó a mirar entre libros y libros hasta que su vista se fijó en una escalera a un costado. Pensó que si subía, tal vez los libros de más arriba serían mejores. Claramente no fue la mejor opción.
Coira tomó la escalera, la posicionó sobre la estantería y comenzó a subir; a mitad de camino pisó sin querer uno de los dobladillos del inmenso vestido rosa que tenía puesto y cayó en seco en los brazos de alguien que rápidamente la dejó de nuevo en el suelo.
— Debería tener más cuidado la próxima.
Los ojos de Coira se perdieron en los de un muchacho de ojos celestes. Se separó inmediatamente.
— Lo siento—habló y se odió porque su voz salió más frágil que nunca. No se dio cuenta en qué momento pasó, pero el joven salió de la biblioteca a paso firme sin que ella lo notara.
Coira tomó el primer libro que vio y llegó apurada a su habitación, en donde estaba Isla acomodando su cama.
— ¿Pasó algo, señorita Coira?
— Isla, acabo de caerme de la escalera de la biblioteca.
Los ojos de Isla se abrieron como platos y tomó a Coira de los brazos.
— ¿Está bien? ¿No se lastimó? ¿Quiere que le traiga algo?
— Estoy bien, Isla. De verdad.
La sirvienta respiró. Coira volvió a hablar.
— ¿Sabes quién es el chico de ojos celestes que vive en el castillo?
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Castillo de Mentiras.
Science FictionSer mujer no es nada fácil; especialmente si tienes casi veinte años cumplidos y tu familia está en la ruina. Coira Baxter sabe de eso, y se verá obligada a contraer matrimonio con el hijo de un allegado de su padre para salvar el honor de sus relat...