Capítulo II

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Fred siguió caminando por el pasillo hasta llegar a su casillero, el 3-C; aún después de haber dejado a Davis y Blake en la entrada, seguía sintiendo el estómago revuelto, una sensación que por causa desconocida solía instaurarse en él cada vez que los veía juntos y que, por más que lo pensara, sólo lograba atribuirla al odio que sentía por el primero y a la curiosidad del saber cómo es que el mayor patán y escoria de la escuela, al menos así es como él solía definirlo, había terminado saliendo con una chica que, si bien podía aparentar una máscara de superioridad y coraza irrompible, sabía que ocultaba un lado realmente encantador; sumergido como iba en sus pensamientos, no se dio cuenta del chico castaño claro y su inmenso perro que se dirigían hacia él hasta que fue demasiado tarde y ya se encontraba tirado en el suelo con Scooby lamiéndole la cara.

- Okay, Scoob, ya basta, es suficiente - dijo tratando de sonar autoritario mientras con las manos también intentaba quitárselo de encima, logrando que el mismo se bajara lentamente de él.

- Vaya Fred, serás el mejor en el equipo de natación pero en el de lucha serías un asco- se burló Shaggy mientras el chico se ponía de pie con el perro a un lado- hasta Scooby te puede tumbar.

- Buena esa Shaggy, pero yo no tengo la culpa de que Scooby coma demasiado, te aseguro que con ese peso puede tumbar a cualquiera.

- Creo que te acaban de decir gordo, Scooby.- siguió el castaño dirigiéndose al gran danés.

Nadie hasta el momento había logrado entender el por qué los ladridos de Scooby eran comprensibles para la mayoría de las personas, quizá algún raro misterio de la vida había sucedido el día de su nacimiento o cuando cachorro algo le había sucedido, pero, cual fuera la razón, los chicos de la pandilla habían decidido dejar de intentar encontrarla y mejor apreciar el poder entender a su amigo de cuatro patas.

- Rhí - ladró Scooby mientras asentía con la cabeza, pero después se dio cuenta de lo que Shaggy había dicho y se puso a negar inmediatamente - ¿Rordo? Ja

No había nada mejor para iniciar una buena mañana que observar la graciosa forma que Scooby tenía para hacerse el indignado, pensó, sonriendo y acortando la distancia entre sus dos amigos y él, propinándoles un fuerte abrazo a cada uno. Realmente extrañaba a ese par en vacaciones, puesto que, aunque pudiera visitarlos en el local de comida de la plaza comercial en el que solían trabajar, no era lo mismo que disfrutar de sus largas estancias en su casa el resto del año.

- No te preocupes Scooby no creo que estés más gordo que Shaggy, después de todo siempre comen lo mismo. - dijo una voz femenina proveniente de una chica de cabello castaño oscuro que llegaba hasta su cuello, cara circular, ojos café oscuro y nariz pequeña sobre la que se ubicaban un par de anteojos cuadrados, además de que, como siempre, se encontraba con unos cuantos libros reposando en sus brazos.

- ¡Relma! - corrió Scooby a saludar, sin tener la necesidad de derribarla al ser más bajita que el chico y poder pararse en dos patas para lamer su cara fácilmente.

- Okay, sí, yo también me alegro de verte, Scooby.- comentó quitándose los lentes que el can acababa de mancharle de saliva.

- ¿Y no te alegras de vernos a nosotros también, Velma? ¿A mí, quizá? - con tan solo unos pasos Shaggy llegó hasta ella, quitándole de los brazos los libros que cargaba.

- No sé, tú dime... - lentamente los labios de ambos acabaron con la distancia que los separaba, juntándose en un beso dulce y casto para el cual Scooby y él habían sido elegidos como espectadores y que no hicieron falta más que unos segundos para que el mismo decidiera apartar la mirada un tanto incómodo, a pesar de haber tenido que acostumbrarse a ello desde hace tiempo, para ser específico dos años, cuando Shaggy había dado el gran paso revelándole sus sentimientos a la castaña y logrando que oficialmente llegaran a ser novios. Durante el verano Velma había pasado los días en la casa de su abuela, aproximadamente a unos 250 kilómetros de la ciudad, razón por la cual ellos no habían podido disfrutar de más momentos juntos que los que podían ofrecerles sus reuniones por videollamada, pero ahora que habían vuelto, Fred suponía que no dejarían pasar ni un solo segundo, así que, o bien debía encontrar un misterio que le permitiera tener a sus amigos concentrados en algo más que en su relación o debería hacer algo con esa incomodidad que sentía ante demostraciones de afecto como esa.

Hello... SweetyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora