Paradise City

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El cuerpo le pesaba, la incomodidad que experimentaba era una sensación realmente extraña, un estímulo casi desconocido para sus sentidos. Calor, demasiado calor, algo excesivo para su cuerpo acostumbrado al frío invierno que era el mundo. Se dio cuenta entonces que estaba en una cama, en una habitación que no reconocía, usando ropas que no le pertenecían. Le tomó otro instante darse cuenta de que se encontraba en la ciudadela de la corporación Ushijima, probablemente un alguna habitación del edificio principal, y a juzgar por la comodidad de la cama y la suavidad de las sábanas, estaba en una bastante lujosa.

Corrió las sábanas y se incorporó en la cama, y al moverse, notó la vía intravenosa en su brazo derecho. No sabia cuanto tiempo había estado dormido, pero la pesadez que sentía podía indicar que había pasado un par de días sin moverse. A los pies de la cama encontró unas botas de un violeta algo claro, y una chaqueta del mismo color con una placa adherida, se dio cuenta pronto de que la placa decía su nombre junto con un número. Se calzó las botas sin pensárselo mucho, y se quitó la vía del brazo sin contar con que dolería tanto, termino de vestirse y reparo en el espejo de cuerpo completo al otro lado de la habitación. Vestía pantalones y camisa blancos, y la chaqueta le llegaba apenas por debajo de las costillas, todo eso, combinado con las botas que cubrían hasta media pantorrilla, le daban un aspecto algo extraño. Se sentía ridículo, como si le obligarán a llevar algún estúpido disfraz, pero entonces vio su rostro, sin un solo rasguño, perfecto, con el cabello perfectamente recortado y sus rizos castaños bien peinados ¿Por qué se veía así? ¿Con que propósito?

-Veo que ya estas despierto ¿Te encuentras mejor ahora? -Parado bajo el marco de la puerta se hallaba un chico no mucho más joven que él, de cabello castaño claro, con un extraño flequillo partido por la mitad. -Tienes suerte de que te hayamos aceptado, estabas a punto de morir de hipotermia y agotamiento.

-¿Quien demonios eres? ¿Y que es este uniforme ridículo?

-Nada de modales, poca consideración, educación nula ¿Me harías el favor de hablarme con respeto?

-¿Eeeeh? ¿Y tu quien te crees para merecer mi respeto, cabeza de balón desinflado? -Se acercó a él, amenazante, pero el chico no se inmutó.

-Mi nombre es Shirabu Kenjiro, y para que lo sepas, soy el asistente personal de Ushijima-sama -Una sonrisa de superioridad adorno su rostro. -Alguien de "tu tipo" no suele tener la suerte de recibir las atenciones que te hemos dado, así que si quieres vivir bien aquí comienza por escucharme.

Tenía frente a él a alguien con autoridad, y definitivamente debería haber bajado la cabeza y prestado atención, pero el orgullo de Tooru no le permitiría jamás hacer algo así. Había algo en la arrogancia con la que hablaba el contrario que lo impulsaba a alimentar su propio ego, a demostrar que no se dejaría dominar.

-¿Sabes? No tenía idea de que asistente personal era sinónimo de prostituta de lujo.

-Pues parece que diferimos en nuestra definición de lo que implica ser una prostituta.

-Da igual ¿Has venido hasta aquí por algo, no? Dilo ya.

-Vine porque tengo que mostrarte los alrededores, órdenes del jefe, espera que puedan presentarse apropiadamente pronto, así que haz el favor de acompañarme.

El tal Shirabu salió de la habitación entonces, encaminandose por el pasillo mientras a Tooru no le quedaba más opción que seguirlo. Durante la caminata no se dirigieron una sola palabra, había cierta hostilidad saliendo del chico que no entendía porque estaba dirigida hacia él ¿Que había hecho para caerle tan mal de buenas a primeras? Nada, simplemente había aparecido allí. El pensamiento de que quizás Shirabu estaba pasando un mal día y se desquitaba con el nuevo cruzó por su cabeza, pero lo descarto de inmediato, no parecía esa clase de chico.

Nieve escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora