07/04029/2016
Esta historia es la fiel prueba de que aun en un mundo donde reina la indiferencia y la desigualdad, dos almas gemelas se puede encontrar
Él es Armando, un joven común y corriente, solo que es un poco aislado de los demás y porque no, es un chico feliz, o eso le hacía ver a la poca gente que conoce, en su interior se encontraba un cajón lleno de malas experiencias que ha tenido, cajón que no vacía ya que no se desahoga con nadie, él sabe que es algo muy dañino, pero sino vez algo, simula que no esta
Armando era muy criticado, el hecho de ser ateo lo hacía ver como la oveja negra de casi todo el colegio, armando no le cuenta a nadie de su ateísmo pero no lo niega, el rumor se espacio por el típico chismoso del colegio el cual le pregunto a armando si era verdad y él no lo negó. En ese momento miles de miradas caían sobre él, se preguntaba porque y nunca encontró la respuesta, era ilógico que lo miraran por ser un chico atractivo ya que ninguna chica se le había acercado intentando llegar más allá que una simple amistad. Esto no le importaba puesto que el disfruta mucho de la soledad y los pensamientos que recoge estando en ella, el tenía claro que entre más amigos más decepciones
Sus días eran casi todos iguales, la rutina era algo que gobernaba su semana pues era como un robot en ese sentido, las personas que no lo conocían lo tachaban de raro antisocial que odiaba a los demás, pero las apariencias engañan. Armando acostumbraba trabajar en vacaciones con su tía, puntualidad y gentileza eran uno de los valores que lo caracterizaban en su trabajo. Un día común y corriente aparecieron dos mujeres con aspecto muy extraño, al parecer tenían intenciones de predicar la palabra de dios, la primera mujer era una señora de edad y la otra era una joven la cual la palabra ''hermosura'' le quedaba pequeña para lo que era ella, la señora comenzó preguntado:
-¿Cree usted en el demonio?- Armando quería que la joven se fijara mucho más en él, así que decidió mentir
-Sí, yo creo que existe el demonio y su trabajo es castiga a la gente mala- Le contesto Armando, el no creía en nada de esto pues tenía muy bien definidas sus teorías ateas. Armando le dio cuerda a la señora para que hablara sin parar, pero él no le prestó atención ni a una palabra de lo que ella dijo, ya que se dio cuenta de cómo esa profunda mirada de la joven caía sobre él, le llamo mucho la atención pues no era la típica mirada que todo el mundo usaba, una mirada de desprecio e indiferencia, no, aquella mirada era la de una niña curiosa cual gato cuando ve un juguete por primera vez, cual infante cuando conoce a un amigo y sabe que se va a establecer un vínculo que perdurara a través del tiempo, él pudo ver la inocencia en sus ojos, el movimiento de su boca al distraerse era gracioso pues tenía una manía un tanto peculiar
A pesar de su timidez armando quiso sostener la mirada, pero no podía ya que la señora se iba a dar cuenta que no le prestaba atención, así que se giraba constantemente para poder ver a la hermosa chica y prestar atención a la señora, poco tiempo paso para que se aburriera de escuchar historias de hadas creadas por humanos ignorantes tratando de inventar su realidad así que decidió clavar le la mirada a la joven hasta que se intimidara, en ese mismo momento la señora se dio cuenta y se quedó mirando en silencio, cuando ellos se dieron cuenta se pusieron rojo como tomates, así que la señora concluyo dándole una tarjeta a armando la cual lo invitaba a la iglesia, el acepto con gentileza y se fueron
Cuando la joven se giró para irse, un largo, negro y liso pelo hizo que se detuviera el tiempo por unos segundos, Armando se quedó anonadado al ver tal belleza, miles de cabellos juntos como si de una coreografía se tratara, bailando junto al viento representando al más delicado ser