-Capítulo 12

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La noche callo,  y,  junto a eso fueron llegando las nubes de lluvia,  era muy raro que lloviera en Noviembre.  Pero la gente le restaba importancia.

Mientras tanto,  el joven escritor,  Shindo Hyakuya,  en una lluvia de ideas escribía tranquilamente en su Oficina,  pensaba que cuando dejara de llover ir a ver a su amado Yuuichiro.
Habían ganado,  Hyakuya podría ver a su hijo una vez a la semana,  y podría continuar con Yuu sin algún tipo de impedimento.  Fibaomete estaba separado de Mahiru,  y ahora era libre de hacer lo que quisiera en su casa,  había olvidado lo bien que se sentía relajarse.

Pero,  no todo era tan bueno,  tenía un mal presentimiento,  uno que le decía que si no se cuidaba algo malo le pasaría,  o,  no sólo a él,  sino también a su japonés favorito. 

Suspiro pesadamente y tomó su celular,  pensaba marcarle a su mamá,   hizo varios intentos y ninguno contestó,  por lo que le dejó un mensaje en la contestadora “Mamá soy yo,  tengo algo que contarte,  regresame la llamada cuando puedas”

Dejó su teléfono en el escritorio y continuó escribiendo.  Conocía muy bien a Mahiru,  sabía que ella no dejaría las cosas así,  que iba a hacer lo posible para hacerle la vida complicada. 
Término de escribir su capítulo y guardo sus cosas,  después de eso se dio un baño.  La lluvia aún no cesaba,  así que se preparó un café y se sentó junto a la ventana a verla caer,  algo que desde pequeño le gustaba,  al igual que ver el amanecer o atardecer por sus colores,  ogununas veces se veía un hermoso azul claro,  igual que sus ojos,  la única cosa que le gustaba de él. 

Conforme pasaban los minutos se fue profundizando más y más en sus pensamientos,  recordando la primera vez que conoció a Yuu,  y,  ver que él era real era una felicidad enorme. Al recordar todo lo que habían pasado tanto en el sueño y la vida real una leve sonrisa se formó en sus labios,  y rio levemente cuando recordó la vez que Yuu se emborracho y vómito en su ropa.

Pero,  un estornudo lo interrumpió,  con algo de molestia froto levemente su nariz

—Dicen que cuando estornudas es porque alguien que te ama esta pensando en ti— Giro rápidamente su cabeza hasta la dirección proveniente de esa voz tan irritante

—Mahiru,  ¿como entraste?— La mencionada solo mostro la lleve que aún tenía,  ella se acercó más a Mikaela y le entregó un sobre

—Aquí está todo el dinero que te robe... Y,  el eco del bebé— El ruso tomó las cosas y algo extrañado la miró —Recuerdo el nombre que dijiste,  si es niño si le gustaría llamarlo Gabriel—

—Estas actuando muy raro_ Dijo en un tono casi frío,  pues su exesposa no solía ser así,  ni hablar en un tono tan sutil,  la mayoría de las cosas que hacia eran pura hipocresía,  por eso le extrañaba esa actitud

—Seré una mala madre Shindo,  soy una mala persona... Siempre... Daño lo que tu amas— Los ojos cafés de la pelimorada se llamaron de lágrimas,  el rubio no entendía a que se refería

—Perdóname...— Mikaela seguía confundido —Ve y salvalo...— Esas palabras fueron más que suficientes para entender lo que estaba pasando,  su instinto no le había fallado.

Tomó sus llaves y salió corriendo de la casa hacia la de Yuu,  manejaba lo más rápido posible,  pasándose altos,  arrebasando carros,  casi atropellando peatones y ganándose muchas foto infracciones,  cosa que a él no le importaba,  solo quería llegar al lugar donde estaba su amado.

Duro así varios minutos hasta que finalmente llegó,  el viento era muy fuerte,  hacia mucho frío,  y la lluvia era pesada,  pero,  eso no le impidió a Mikaela mojarse para entrar a la casa de su amado azabache.  Su frustración empeoró cuando trato entra a la casa,  la cual estaba cerrada por dentro,  con algo de fuerza con unas cuantas patadas logró romper la puerta,  la casa estaba a oscuras,  todo el lugar en silencio,  eso le daba muy mala espina a Shindo

—¡Mika... Cuidado!— advirtió un débil azabache desde el suelo,  ante eso el ruso miro hacia la dirección señalada,  así deteniendo el ataque de un hombre vestido todo de negro.

Ambos comenzaron a forcejear,  intercambiando golpes,  cayendo con fuerza al piso,  escupiendose incluso arañando lo que tuvieran a su alcance,  para así los dos ganarse heridas,  algunas solo eran rasguños,  otras eran más profundas.

El atacante se colocó encima de Mikaela,  comenzando a ahorcarlo,  el ojiazul perdiendo fuerza trataba de estirarse para así alcanzar el cuchillo que estaba a unos sentí metros de ellos,  y,  fue así yando finalmente lo alcanzó,  al principio dudo,  pero finalmente lo encajó en uno de los ojos del atacante,  el cual,  por el dolor lo soltó,  Hyakuya se levantó algo cansado y débil,  para después tomar su teléfono y llamar a la ambulancia y la policía,  una vez hecho eso,  el ver el Estado de su amado se acercó preocupado

—Resiste,  Yuu-Chan— Acarició la mejilla del ojiesmeralda,  para después poner sus manos en la herida de este,  Ichinose solo lo miraba fijamente,  respirando ya con dificultad

—M-Mika...

—Shh,  no hables,  ya viene la ayuda—. El azabache trago en seco,  no quería que las cosas terminarán así,  tenía muchas cosas que hacer con Mikaela, muchas cosas que contarle

—Yo... — El rubio lo callo con delicadeza,  comenzando a acariciar su cabello sin apartar la vista de los ojos de su amado.  Yuu sólo se quedó callado e inmóvil,  las lágrimas por parte de Shindo finalmente llegaron

—Yuu-Chan... Mantente firme... No te vayas—

—Mi-Mika...—

—Mírame,  Yuu...— El azabache jadeo con dificultad,  y,  finalmente no pudo más,  sus ojos se fueron cerrando poco a poco,  hasta que finalmente perdió fuerza.
Mikaela sólo lloro más,  aferrándose al cuerpo ya frío,  segundos después llego la ambulancia,  seguido la policía,  donde se llevaron al atacante,  muestras que le hacían preguntas a Mikaela el cual trataba de calmarse,  y veía como se llevaban a su difunto amado.

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La lluvia continuaba,  pues era un uracan,  todos en el lugar vestían de negro,  al igual Shindo Hyakuya,  un joven escritor que perdió al amor de su vida,  en su elegante traje negro sus  tristes ojos azules resaltaban,  todos lo que tenían el valor se acercaba a el para darle sus condolencias.

La familia de Yuu también estaba destrozada,  pensaban que haber dejado a su hijo sólo sin darle un Poyo había sido la razón por la que le arrebataran la vida de una forma tan cruel,  pero,  en realidad todo fue plan de Mahiru.  Mikaela aún recordaba cuando ella fue a su casa para disculparse por todo,  lo que le hizo fue suficiente para ganarse el odio,  pensaba cenar a su amado,  no dejaría las cosas así.
Levantó levemente la vista,  y la vió,  ella estaba con la mirada baja,  parecía que también sufría,  pero para Hyakuya eso no era nada,  ella debía sufrir más que lo que sufrió su amor.

Una semana después de lo sucedido,  salió de su casa,  obviamente no iba con las manos vacías,  con él llevaba un arma,  la cual sería suficiente para cobrar venganza.
Llegó a la casa de su exesposa,  entró sin hacer nada de ruido,  y fue hasta donde estaba.  Ella dormía,  parecía tranquila,  como si no hubiera ocasionado nada malo

—Maldita perra— Habló en un tono frío,  seguido de eso Quito el seguro del arma y le apuntó.  Sin titubear más le disparo en la cabeza,  para él un balazo no era suficiente,  por lo que disparo más veces en el resto del cuerpo hasta que se acabaron las balas.

Duro unos segundos analizando lo que había hecho,  no se arrepentía.

Guardo el arma y salió de la casa con toda la calma posible,  después regreso a casa y como si nada hubiera ocurrido continuo escribiendo.

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'ιnғιdelιdad' мιĸayυυ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora