-Capítulo 7-

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–No... ¡No, Niall! Es que tú no puedes estar enamorado de mí.

–Necesito hablar contigo, Lou –logró susurrar al otro lado de la línea. –Por favor.

–En la plaza, en media hora.

Colgó.

Se levantó de su cama jalando sus cabellos con rabia, gruñendo en cada paso camino al baño. Sentía un enorme coraje por hacer que Niall se enamorara de él, por provocar todo eso por una completa estupidez, por no saber qué hacer con tantas cosas a la vez. Se dejó caer resbalanzo sobre la puerta, sollozando y cubriéndose el rostro con las manos, culpándose por algo sin saber exactamente qué.

No bastaba con entrar a bañarse con agua fría, con despeinarse más de lo que lo hacían sus almohadas, con lastimarse cada vez que pensaba, con cepillar sus dientes hasta provocar que sangraran sua encías, con desear poder regresar el tiempo y jamás haber llegado al maldito laboratorio.

Y seguía siendo insuficiente porque nada de eso solucionaba el lío de problemas que se había vuelto su vida.

No supo si logró deshacerse de la espuma en su cuerpo por completo, o si lavó correctamente sus cabellos, tampoco pudo elejir la ropa que usaría ni se miró en el espejo para darse una pequeña idea de como lucía. Le valió un bledo que los estúpidos pantalones llegaran arriba de sus tobillos o que apretaran su trasero haciéndolo sentir sumamente incómodo, que sus cabellos gotearan ya que ni siquiera se tomó la molestia de secarlos un poco. Estaba molesto consigo mismo, quizá asustado, y odiaba sentir eso.

–Buenos días, cariño. El desayuno está lis...

–Ahora no, mamá.

Y aunque su madre quizo detenerlo, la prisa del chico con vientre abultado fue más grande. Pero él no logró darse cuenta una vez más de los errores que seguía cometiendo.

Después de escuchar el portazo apresuró el paso como si realmente fuera posible destruir sus pensamientos de esa manera, pero es aue quería acabar con ese tormento, aunque por segundos creyera que estaba exagerando bastante.

Niall, para su suerte, lo esperaba cabizbajo en una de las bancas que rodeaban la plaza, con dos vasos de café en sus manos y una bolsa de papel a un lado.

–Quiero una explicación, y la quiero ahora.

–Louis, hola... Compré café y panecillos para ambos.

–¡No quiero café, maldita sea! Quiero que me digas que estás jugando conmigo y que dijiste esa tontería sólo para molestarme.

Niall suspiró dejando los vasos sobre la banca, después tomó las manos inquietas del ojiazul y lo miró con semblante rendido.

–Si lo que quieres escuchar es algo como eso lamento decirte que no pasará. Es verdad lo que dije, me enamoré de ti, empecé a verte más que como un amigo...

–Bien, estás confundido, entonces seamos mejores amigos –se safó de su agarre y le dio la espalda. –Ya está, asunto arreglado.

–El problema es que yo no quiero ser sólo tu mejor amigo, Louis.

[...]

–Buenos días, Harry. –Acarició las palabras con voz áspera esperando que el dolor que le recorría el cuerpo se apaciguara un poco para lograra sentarse sobre la cama. –Oh, mierda...

–Buenas tardes, Zayn –rendido se levantó del sofá dirigiéndose a donde el moreno dispuesto a ayudarle con su estado. Aunque odiara admitirlo no le agradaba verlo así, sabía que si había llegado a ese límite era por un buen motivo, así que se involucraría tanto como le fuera posible hasta verlo tranquilo.

–¿Tardes? –sus dedos masajearon con pereza su cabeza mientras que de sus labios salían gruñidos y gemidos inevitables a causa de la debilidad que se apoderaba de sus extremidades.

–Así es, son casi las trece horas. –Tomó nuevo lugar a su lado, de pronto también tenía pereza, la suficiente para retirar las sábanas y meterse bajo ellas sin importarle que su cuerpo quedara muy cercano al de Zayn. –No has desayunado, yo tampoco. Deberíamos ir y preparar algo.

–Déjame dormir otro poco, por favor –se posicionó en uno de sus costados dándole la espalda al rizado. –Después te ayudaré a limpiar todo el desastre que he causado.

Inconscientemente Harry se descubrió a si mismo rodeando la cintura de su amigo con uno de sus brazos, sintiendo la sonrisa socarrona que se plantaba sobre sus labios, escuchando el latir apresurado de su corazón contra la espalda de su amigo. Se arrepintió de hacerlo, de sentir, de actuar, sin embargo a su compañero no parecía molestarle, así que le restó importancia de la misma forma y lo acercó mas hacia él cerrando los ojos aún sonriendo hasta que el torso del contrario se acurrucó en el hueco que había entre su pecho y sus piernas. De igual manera le hacía falta dormir, qué más daba si lo hacía ahora.

UN BEBÉ POR ACCIDENTE. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora