***
—Las alas hacia atrás, más arriba, un poco menos, así —dijo la nana Bertaliz corrigiendo su postura—. Ahora dóblelas por la articulación, suavemente, un paso hacia atrás, medio giro, cuarto de giro y alas arriba.
—¿Estás de broma, verdad? —preguntó Bridget observando el movimiento en el espejo de cuerpo entero.
—No, alteza, así es el protocolo de la danza de la fertilidad.
—Nana tiene razón, Brid —opinó Paty desde su taburete.
Bridget se cruzó de brazos y se negó a repetir la combinación.
—Vamos, ¿qué pasa ahora, mi niña? Faltan menos de veinticuatro horas para el baile.
«Me siento ridícula haciendo esos aspavientos con las alas y no quiero pensar que habrá un millar de pares de ojos observando».
—¿No te sientes cómoda aquí, Brid? ¿Prefieres esperar a Annie y que ensayemos las tres en tu dormitorio?
—No, no es eso, Pat. El tuyo es perfecto.
Caminó hasta el ventanal y contempló la lluvia helada que por segundo día consecutivo dominaba las condiciones atmosféricas.
—Continuaremos el ensayo en otro momento, nana —decidió Paty poniéndose en pie.
—Las dejaré a solas.
Bertaliz presentó una reverencia y se marchó.
—Qué clima tan horrible. ¿Segura de que el pronóstico para mañana es bueno? —preguntó Bridget desde la ventana.
—Eso dijeron.
—¿En qué plumas estaban pensando mis padres concibiéndome en estas fechas? Si ya habían esperado veinte beltas desde su matrimonio, al menos podían aguardar medio belta más, a la siguiente temporada de celo de mamá y mi natalicio habría sido en verano, gozaría del plenilunio de Midas en el cielo y el baile podría ser al aire libre, adornado con pirotecnia.
—Ay, Brid, en qué cosas piensas. Regularmente habrías estado feliz y agradecida de saber que por primera vez en cuatro beltas no nevará el día de tu natalicio.
—Perdón.
—Es la cuenta regresiva.
—Supongo.
—Te propongo algo, Annie ya debe estar por salir de su clase de piano, por qué no te adelantas mientras yo muevo mis “influencias Obrien” para sacar pastelillos de las cocinas. Los llevaré y volveremos a ensayar.
—De acuerdo.
Bridget replegó las alas y con ayuda de Paty las guardó en las erolas. Una pluma se desprendió y cayó al suelo.
—Mira esto. Felicidades, ya has comenzado a mudar.
—¿A ver? —Bridget dio media vuelta, tomó la pluma entre sus manos y sonrió.
—Así me gusta. Guárdala bien. Te veré al rato.
No tenía ni que mencionarlo, si por descuido dejara caer esa evidencia en público desvelaría su identidad antes de tiempo.
***
El ensayo era necesario, no porque no pudiera memorizar el orden de los pasos, sino porque caminar con las alas dentro o fuera suponía una gran diferencia a la hora del equilibrio, meditó Bridget caminando a casa. Poder balancearlas, como se balanceaban los brazos al caminar, exigía un cambio en la postura para compensar el centro de gravedad de todo eloahno. Por lo tanto, era preferible practicar que ser confundida con un wek ebrio.
![](https://img.wattpad.com/cover/4618946-288-k573873.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Potenkiah, la piedra de la muerte
Ciencia FicciónLas Piedras Sagradas fueron el origen y el fin de todo. Su impacto en la superficie de Eloah provocó una explosión radioactiva. Las especies sobrevivientes experimentaron una inevitable mutación. Así fue la génesis de los eloahnos, que en la lengua...