Odio las historias de romance

*ELLA*

Hay que ver lo entretenido que puede llegar a ser mirar cajas de cereales. Son tan coloridos y…
Vale, no.
La razón por la que llevo una hora en el supermercado mirando una estantería no es porque sea precisamente divertido. Pero es solo porque… las caras de las galletas son tan… sonrientes.
Vale, tampoco.
Es un infierno. Mi casa es un total infierno. Mi madre está más quisquillosa que nunca y mi padre se ha superado a sí mismo en mal humor. Y si a eso la sumamos que yo, directamente no les dirijo la palabra… Mi hermana podría haber sido mi única salvación, pero anoche tuvo una pelea con su novio por teléfono y hoy tiene un humor de perros…
No quiero volver allí.
«En algún momento tendrás que ir»
Ya lo sé.
«Entonces ¿por qué alargas la angustia?»
—Tú solo cállate.
—No he dicho nada. —dice una voz detrás de mí, me parece familiar.
Me giro, y me encuentro con unos, ya conocidos, ojos azules. ¿Qué hace él aquí?
—No estaba hablando contigo —le espeto
Él mira a su alrededor.
—Entonces ¿Con quién?
—¿Y a ti qué te importa?
Él parece divertirse. Esboza una tímida sonrisa. Nada comparada con la de Jac…
Obvien eso último.
—Llevas una hora mirando la misma estantería, y ahora hablas sola…¿estás bien?
—Por supues…
Espera. ¿Cómo sabe él que llevo todo este tiempo mirando la estantería? ¿Me estaba espiando? ¿Qué manía tienen últimamente con espiarme? Ni que mi vida fuera tan interesante.
—No es que te estuviera mirando todo este tiempo ni nada… —se apresura a aclarar—. Ni mucho menos que hubiera entrado en el supermercado solo porque te he visto… —baja la mirada— O tal vez sí…
De repente me entran ganas de volver a casa.
—Vale, entonces… suerte por ahí —¿Qué? Es lo único que se me ocurre.
Con esas palabras paso de largo. Él estuvo a punto de detenerme, pero no lo hizo. Salgo del supermercado. Y enseguida me arrepiento de haberlo hecho.
Ellos están ahí.
Se me hace un nudo en la garganta. Definitivamente no estoy en mis mejores días.