Capítulo 4: Vista de lince

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Ahí se encontraba su hermano. Con porte decidida, valiente y estática. Su mirada desprendía alivio, pero a la vez pavor. Su cuerpo seguía arrinconado entre el árbol y la espada de la muchacha. Scarlet, sorprendida, aparta la espada y la vuelve a guardar en su funda sin dejar de mirar fijamente a su hermano.

- ¿Alex? Pero... ¿qué haces aquí? – Seguía mirándolo. Si los ruegos son escuchados, se estaba asustando. Hasta hace un rato rogaba por estar con su hermano en esos momentos y ahora ahí estaba, delante de sus ojos. En un impulso lo abrazó, como si no lo hubiera hecho nunca. Cómo lo había extrañado.

- Eso debería preguntarte yo... ¿qué te ha pasado? – Le miraba el hombro. Era cierto, lo tenía al descubierto. Intentó taparlo con la camiseta que Kaena le había prestado. Él impidió que lo hiciera. Le siguió mirando el hombro por un rato más y finalmente se lo tocó. Un dolor agudo hizo que se apartara de él. Se sujetó el hombro e intentó disimular el tremendo dolor que le había ocasionado.

- Nada, no me ha pasado nada – Cierto es, que habían pasado dos meses, pero ese dolor todavía no se había ido. Su hermano le miró desconfiado. Se vuelve a acercar a ella mientras ella retrocede.

- Enserio Scar, ¿con quién has estado? ¿Qué te ha pasado en el hombro? Y, sobre todo, ¿por qué te alejas de mí? – Su mirada cambió de estar preocupado a estar triste. Scarlet miró a su hermano. No sabía cómo explicarle que ha estado con su padre durante estos dos últimos meses y que esa herida se la hicieron cuando él se quedó inconsciente el día que les atacaron.

Scarlet se agarró con fuerza el brazo, ese escozor no se desvanecía y eso le preocupaba de sobremanera. Era cierto que se había alejado de su hermano, cómo no hacerlo. Le acababa de tocar una herida demasiado sensible y le había entrado pánico, un miedo atroz por volver a sentir ese desagradable contacto.

Un grito desgarrador procedente de sus espaldas la hizo voltearse con mirada asustada. En la entrada de la casa, unos hombres del ejército, del mismo al que pertenecía su hermano, agarraban a Kaena por la espalda, impidiéndola escapar. Scarlet gritó su nombre, saliendo disparada a su ayuda, pero unas manos frías la hicieron detenerse.

-No vayas Scar... - esa voz. Ese susurro lo conocía. La muchacha miró de reojo a aquel sujeto. Sus ojos se ensancharon a la vez que una melena rubia la acariciaba la oreja. Daniel. Dan había ido también.

- Dan, suéltame. Por favor... - Intentó soltarse con suavidad, pero el agarre del chico se había hecho más fuerte.

Volvió la vista a la entrada de la casa, en la cual, James también era sacado de mala manera. Aunque el hombre se mantenía calmado, le conocía. Sabía que estaba asustado. El solo quería estar tranquilo.

Unos gritos más se escucharon, mientras llevaban entre dos hombres el cuerpo inquieto de Sirius. El hombre no dejaba de dar patadas y gritar al aire palabras mal sonantes. Uno de los soldados le tapó la boca con un trapo para que dejara de intentar morderlos. Aun así, no se dejaba de escuchar sus gritos y sus intentos por insultarlos tras el pañuelo.

- Hermano, por favor... - dijo al borde del pánico – ellos no han hecho nada. Son inocentes. Ellos...

- Scar. Se quienes son. Los he visto cientos de veces en los informes del ejército. Son parte de las Nubes Rojas – su tono era serio.

La chica negó con la cabeza mientras se terminaba de soltar del agarre de Daniel. El chico no podía ver como Scarlet parecía suplicar por ellos.

- Alex. Ellos ya no son de esa organización. Te lo puedo asegurar – dijo desesperada.

- ¿Cómo estás tan segura de ello? – la miró con seriedad.

- Porque he estado viviendo con ellos, hermano – dijo seria.

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