Parecía que enero significaba volver al trabajo intenso y no podía estar más feliz, porque esta vez parecía que todo encajaba. Llevaban una semana en la misma ciudad y no se habían visto desde su cumpleaños pero no faltaban los whatsapps de buenas noches ni los mimitos por facetime. Podría parecer una tontería pero si no se podían ver, ya fuese a 300 o 30 km, esas llamadas haciendo el tonto era como tener un ratito a solas para ellos, para ser niños a pesar de lo volcados que estaban en sus proyectos.
Este fin de semana habían quedado pero aún era miércoles y se moría de ganas por besarle y abrazarle, más cuando veía alguna de las entrevistas en las que se tenía que colar la mentirijilla. Lo disimulaba bien, muy bien, pero ella sabía que no le gustaba mentir y la cura para ese pequeño malestar eran muchos besos y abrazos.
"Se cierra mi día
no doy para más"
Y tanto que no daba para más, esa pequeña melodía se le había venido a la cabeza mientras subía en el ascensor y la terminó tirándose como un saco de patatas encima de la cama. Había disfrutado como una niña pequeña en el estudio pero no le quedaba ni un gramo de energía. Ante la idea de dormirse directamente encima de la cama su estómago protestó ¡qué hambre tenía! ¿quedaba pizza?¿pasta?
¡Oh! Cereales con leche y ya. Su madre le habría echado la bronca pero no podía hacer de cocinitas siempre, esta noche no tenía ganas de intentar no quemar la comida. A ver, tan desastre no era después de unos meses...digamos que su especialidad seguía siendo la pasta.
Se acomodó en el sofá con el bol de cereales sin esperar encontrar nada decente en la tele, iba a dejarla de fondo, quería comer rápido e irse a dormir. Casi le da un infarto cuando el móvil empezó a sonar en su bolsillo y tuvo que hacer de equilibrista para que no se derramase la leche que quedaba en el cuenco, estaba ya medio dormida y ni vio el nombre de aquel ser que se atrevía a molestarla y encima a asustarla.
"Hola ¿Quién es?" No sonó ni dulce ni apenas amable, sólo dormida y molesta.
Al otro lado se escuchó una voz suave y con un tono preocupado "¿Estás bien?"
"AYYYYYYYYYYYYYYYYYYY ALFRED Perdón, perdón, perdón. Sí, sí, estoy bien pero no vi que eras tú y me asustó el móvil. ¡No llames a estas horas sin avisar!"
"Era sorpresa" Ala ya estaba, sólo faltaba que él pusiese la voz de bebé para hacerle poner la mayor de sus sonrisas y soltar un "Awwwww cuquito".
"¿Estás muy cansada?"
"Sí pero ¿por qué me llamas tan tarde y sin decirme nada por whatsapp? Es raro..."
"¡Pero si seguramente llevas todo el día sin mirar whatsapp!" La había pillado, había hablado demasiado rápido y se le escapó un "Uy".
"No te dije nada, tranquila, solo que estaba componiendo y me apetecía hablar contigo, como antes, si no lo cogías sería porque ya te habías dormido, no iba a insistir".
"Oh...hoy el nostálgico eres tú"
"Sí y no. Estoy componiendo canciones nuevas, diferentes, pero pensando en el fin de semana me acordé de cuando componía contigo al lado".
"Alfred, ¿no estarás escribiendo una canción con trasfondo erótico?"
"¡Amaia! ¿Pero tú qué estabas soñando ya? ¿Cómo voy a estar escribiendo algo erótico?"
"Venga ya, como si fuese la primera vez que te sale alguna metáfora erótica y como dijiste que pensabas en el fin de semana...pues...eso".
"Vaaaaaale tienes razón, algunos versos tienen su punto pero no los que escribía ahora. Yo en modo nostálgico que te echa de menos y tú cachonda. Claramente nuestro amor no puede funcionar".
"Oyeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee, no bromees. Estar cachonda es compatible con un fin de semana romántico".
"Vale, vale, lo es. Pero..."
"¿Pero?"
"Te haré cosquillas"
"NO. ¿Por qué? Yo no he hecho nada".
"Sí"
"Noooo, Alfreeeed"
"Me has hecho creer que te pasaba algo y me has contestado borde" No sabía ni nada el niñato cuando usar su voz cuqui, parecía un bebé al que le habían quitado el juguete de las manos.
"Ha sido sin querer, no merezco cosquillas. Y tú me asustaste, casi se me cae el bol y todo".
Si el debate de las cosquillas ya era interminable en persona, por teléfono no se quedaba atrás. No sabía hasta qué hora se habían quedado hablando pero las ojeras de la mañana siguiente hablaban por sí solas. Habían terminado haciendo un pacto un poco extraño, no hablarían hasta el viernes por la noche cuando se viesen, para darle más emoción al encuentro aunque también para centrarse y no caer en el error de pensar que hablaban poco o que al otro le había molestado algo. Esos eran pequeños miedos que les atormentaban a ambos de vez en cuando, pequeños recuerdos de que hacía unos meses algo había fallado.
Dejando atrás viejas sombras de malas sensaciones, le quedaban dos días de trabajo y emoción por delante y había vuelto a salir de casa con esa sonrisilla boba de enamorada. No había mejor día para ello que hoy ya que iba a ver a una persona que era especial para los dos, Judit, la autora de Mireia, una canción que hizo que Alfred no le volviese a quitar los ojos de encima. No podía hablar con él hasta el viernes pero no se le iba a ir de la mente y podía aprovechar para jugar un poco, sin romper las normas del juego claro.
Después de una tarde maravillosa con Judit le pidió lo que tenía ganas de hacer pero que también necesitaba para picar la curiosidad de Alfred. Grabaron un pequeño trocito de Mireia y lo subió a las historias de Instagram, no podía ponerlo público así que lo subió para los "mejores amigos". Indirectamente estaba hablando con él, enviándole un mensaje de amor, pero no había hecho trampa así que no podría justificarse un castigo en forma de cosquillas, ya le bastaba con la promesa de uno.
Puede que fuese por la última conversación telefónica, por los dos días sin hablar o por la indirecta de la canción pero el abrazo que se dieron el viernes al encontrarse estaba cargado de emoción, de ganas, de ilusión, de felicidad, de cariño. Del mil sensaciones buenas que sumadas al maravilloso olor de Alfred eran un cóctel irresistible. Pudieron derretirse de amor, picarse por tonterías, pelearse por las cosquillas, tener sus momentos eróticos y, como no, disfrutar juntos de la música y volver a cantar Mireia como hacía más de un año. Seguían siendo fugitivos de las cámaras pero sus miradas lo decían todo, no hacía falta nada más.
La tranquilidad que les había traído ese fin de semana hizo que pudiesen hablar por primera vez entre ellos de algo que se habían planteado por separado pero no se atrevían a decírselo al otro. Ambos habían pensado varias veces en la idea de cómo y cuándo lo contarían; no querían exclusivas ni grandes declaraciones de amor, solo algo natural, algo que dijese: "estamos juntos" pero sin que eso se entendiese como un "y ahora os contaremos todo lo que ha pasado y responderemos a preguntas sobre nuestra relación". Ahora habían dado el paso de hablarlo entre ellos, pero el simple hecho de que no tuviesen ni la menor idea del cómo ni el cuándo, significaba que el momento no había llegado, aunque se acercaba.
Gracias por leerme y espero que os haya gustado ;)

ESTÁS LEYENDO
El beso de Peter Pan
FanfictionPuede que el primer amor no sea como ningún otro, que nunca muera. De un primer amor real sale esta ficción con máximo cariño y respeto a sus protagonistas, Almaia, Amaia y Alfred García, artistas y personitas mágicas.