COS

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Tuvo que esperar un buen rato después de que ella se marchase, por si acaso. Aunque le había quitado a Amaia las preocupaciones por la mini revolución twittera entre si el COS había sido mágico o incómodo, lo cierto es que era probable que la prensa estuviese siguiéndoles, no podía salir con ella del piso. Últimamente parecía que su relación era la de un par de fugitivos, se lo tomaban a broma, como siempre, era un juego y la meta estaba clara: seguir juntos, porque no querían terminar, solo seguir de otra manera.

Cogió un taxi y de vuelta a casa no pudo evitar ver algunos vídeos de ayer pero como no la volvería a ver hasta enero, la nostalgia lo llevó al verano, al "último" COS.



A veces se sorprendía por ser capaz de terminar esa canción con todo lo que provocaba en él, entre ellos. La emoción los desbordaba, se miraban, sonreían y se amaban mientras tocaban un mismo teclado. Sólo los gritos del público los hacían un poco conscientes de lo que transmitían porque ellos estaban en otro mundo. Se bajaban del escenario y sólo había besos y abrazos, esperando la siguiente explosión de amor, con más historia, con meses de trabajo a cuestas, con su canción.

A pesar de la emoción de decir adiós lo necesitaban, querían tiempo para la nueva música y también para ellos. Estaban en agosto y la agenda hasta final de año parecía que iba a explotar, 1016 se acercaba y Nueva York también, como dos niños pequeños esperaban con ilusión la hora de meterse en un estudio pero antes tocaba descansar y estar juntos porque esta vez la música los separaría. Sus proyectos no entendían de tiempo libre pero eso ya se lo esperaban, solo necesitaban unas vacaciones para dejar que la ilusión los llenase por completo y que dejase de importar el tiempo sin verse. 



Así pensaban... Pero lo que pasó les superó a muchos niveles, buenos y malos. La ilusión, la magia y sí, el amor, les inundó y ahogó. En Almería nunca pensaron en serio la posibilidad de terminar su relación, no creía que les afectaría tanto... todo.

Muy pocos lo entendían, casi nadie se enteró de cómo en poco menos de un mes cambió su relación y ellos. Una vorágine de trabajo y falta de tiempo que se llevó a Amaia y Alfred, a las dos personas que habían soportado un año de locos juntos y de repente era ese "juntos" el que se los comía.

Un beso, solo hizo falta ese beso para volver a ver el universo en sus ojos, dejaban de ser el tóxico "juntos" en el que se habían convertido para volver a ser ellos. Nunca podría explicar bien qué pasó o cómo, porque nadie le notaba cambiado, ni a ella, era algo suyo, aunque esa vez no en el buen sentido.

Por suerte atraían a la magia, o así lo describía Amaia y pudieron cambiar, volver. Ahora sí siendo dueños de su relación, manejando lo máximo posible su privacidad. Amor sin cámaras, sin canciones de amor idílicas, sin portadas de besos robados. Lo cual le recordaba un poco a esas primeras semanas encerrados que las que no sabían muy bien cómo manejar lo que sentían, un quiero y no puedo (vaya si pudieron), sentimientos escondidos del mundo que ellos disfrutaban como niños. Volvían a cantarse en secreto y a usar esa canción para decirse mil cosas paseando por lo que antes eran ilusiones y ahora recuerdos. 


"There in the bars
And through the smokescreen of the crowded restaurants" 

(todas las veces que se imaginó saliendo con ella de la academia y después, todas esas mini huidas de fiestas por compromiso para tener un rato suyo)

"It's love" (la frase en la que sus ojos siempre se encontraban gritando SÍ, LO ES) 

"A dance" (un beso, el primero de muchos) 

"A rat- tat..." 

Había llegado, vuelta a la realidad, tenía mucho que hacer, sobretodo si quería ir a cierto lugar antes de reyes.





El beso de Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora