EVV

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No podía más, el día de hoy había sido agotador y se suponía que estaban de vacaciones pero era la primera vez que vivían eso juntos y no podían parar de jugar y chincharse como niños pequeños todo el día. Definitivamente en Mallorca se habían convertido de nuevo en una niña de año y medio y un niño de dos: arena, mar y amor. Parecía que eran la primera vez que jugaban en la playa y en verdad así era, nunca había tenido la oportunidad de rebozar a Amaia en arena o intentar ahogarla cada dos segundos, jugando entre mil besos que curaban sus piques.

No estaban solos pero sus padres les dejaban todo el espacio que necesitaban, eran como las vacaciones de toda la vida pero con una nueva pieza que encajaba perfectamente en su familia. Esta noche la tenían para ellos pero quién le iba a decir que tenía más ganas de quedarse en la cama que de bajar al salón a ver que hacía la nena pequeña que se había negado a ducharse con él entre pucheros y un enfado que apenas conseguía fingir.

Sabía que Amaia no se había enfadado y bajó las escaleras tentado por la curiosidad, ¿tramaría algo? ¿la venganza por el último reboce en arena que le dio cuando ya estaba vestida? Las luces del salón y la cocina estaban apagadas, parecía que estaba en la terraza. Siguió la pequeña luz y se encontró con lo que era la cena perfecta para hoy: una preciosa mesa iluminada por un poquito de luz, la luna haciendo gala de su belleza y lo que más le apetecía, una enorme pizza entre dos copas de vino. Le faltaba la nena para compartirla. Iba a buscarla cuando comenzó a sonar una melodía que habían tarareado mucho esos últimos días.



Et vull veure, seguint de prop on mor el vent
Et vull veure, fent cançons fins que no puguis més
Tinc una extranya sensació de no poder anar a millor
Però es que amb tu tot va perfecte


Se sentó a a su lado y comenzó a acompañarla con el piano, ellos y ese instrumento.

Todo perfecto.


Et vull veure, igual que el primer dia aquí
Cantant cançons de la Judit, del Kanka com si fessis acudits
I esque tot ho fas tan fàcil com petit
Pero tu et fas gran en vas fer dinou a mitjanit


Aprovechó las notas sin letra que tocaba Amaia para sacar de la libreta marrón un pequeño papel y empezó a cantar lo que había escrito la noche anterior mirando como ella dormía y recordando toda la tranquilidad y el cariño que se estaban dando esos días.


Et vull veure al carrer a la porta de camí
Et vull veure deixant notes soltes pel jardí
Tothom et veu a la televisiò però no coneixen la cançó
Que fa parar boig sempre al teu cor
Et vull veure poc a poc però sense tenir por


La sonrisa de Amaia cada vez que escuchaba algo suyo que le emocionaba era la mejor crítica, el mejor de los cumplidos. Improvisaban al piano y un poco torpemente pero con estrellitas en los ojos se lanzaron a terminar la canción a dúo.


Vine amb mi aquesta nit

Que et vull veure bufant las espelmes del pastis
Que et vull veure cada dia com si fos ahir



Y una vez más estaban mirándose tras haber callado el piano y haber inundado la sala de música y magia. Se acercaron un poco más y terminaron en su lugar preferido, apoyados en el cuello del otro, protegidos por un eterno abrazo acompañado de pequeños y mimosos besos.

"Me ha salido fatal, no sé pronunciarla"

Verdad, pero a él le gustaba así, la canción era un regalo para ella y cada vez que Amaia la cantaba o la habían a dúo es como si le devolviese el regalo. "Me gusta así, me gusta cantarla contigo más que solo" Pronunció esas palabras como un deseo del subconsciente. Esa canción iba a estar en 1016 pero la maqueta no le convencía, no tenía esa nueva estrofa y no la tenía a ella. "A mi también, sigue siendo el mejor regalo de cumpleaños, ¿qué dice la nueva letra? ¿no tiene algo que te dije ayer?"

Podrían haber cantado mil veces más la canción o haberse quedado abrazados y dándose mimos en la banqueta del piano durante horas, pero tenían hambre. Mientras comían, consiguió que Amaia no acabase tres horas antes que él de comer porque la entretuvo con el significado de la nueva letra de Et vull veure. Ella tenía razón, llevaba una frase suya. El día anterior por la mañana él había estado un par de horas merodeando por el jardín con la guitarra sin apenas cantar, solo probando cosas. Cuando salió de su burbuja musical la había visto sentada en la terraza y le dijo "parece que vas dejando notas por el jardín, como si las sembrases". Le hizo mucha gracia y cuando retomó una de las cosas que 'sembraba' quiso meter la frase de ella. No sabía si le parecería bien, porque era una canción que hablaba de ella y esa comparación la había usado para describirle a él.

"Bueno, cuando la cantemos a dúo, ahora te lo podré decir cantando que suena mejor: deixant notes soltes pel jardí." Dejó escapar una carcajada porque lo había silabeado intentando pronunciarlo bien y el resultado había sido un poco desastroso. Un pique, un pucherito, muchos besos, dos sonrisas.

Esa noche y esas vacaciones siguió sonando la canción, ahora más larga y completa. Hasta se acostumbraron a un reparto fijo de las estrofas, él le cantaba a ella, como siempre y ella le dedicaba su estrofa. Al final la música tomaba las decisiones y eso se había convertido en un dúo sin planearlo, la grabarían juntos y esperaban el momento con la ilusión de dos nenes pequeñitos.



Este año no tenía canción para regalarle, de hecho, no tenía ni regalo. Había sido un mes de locos y lo que más tiempo le había llevado había sido conseguir el tiempo libre suficiente para ir a Pamplona, quedarse una noche y poder sorprenderla el día de su cumpleaños. Le debía un regalo y cuando lo encontrase se lo daría, pero no quería aparecer con las manos vacías así que se llevó algo simbólico, un recordatorio del primer regalo que le hizo. Unas cuerdas de guitarra acompañadas de un "T'estimo".

Su sonrisas y sus mil besos seguidos de mil "gracias" más le hicieron sentirse mejor por no haber llevado un regalo de cumpleaños, aunque ella le insistió mil y una veces que él y las cuerdas ya eran suficiente. Y para él había sido más que suficiente verla soltar un "ohhh" al abrir el pequeño paquetito que se llevo al corazón, como si lo abrazase. Volvía a casa feliz, muy feliz y preparado para retomar el trabajo y volver también a las entrevistas que seguirían incluyendo parte de mentira. Este juego del escondite era duro cuando no podían verse, pero después de vivir momentos como los de este cumpleaños sabían que hacían lo correcto, por primera vez nadie estaba pendiente de cuánto o cómo avanzaba su relación. Necesitaban esa calma para que los malos momentos pasados terminasen de cicatrizar en sus corazones.






Gracias por leerme, espero que os guste y no haya metido demasiado azúcar :) Por cierto, no pretendo marcarme días de subir capítulo, de hecho hasta hace poco pensaba que esto se quedaría en un capítulo. Ahora ya tengo más estructura y me vienen las ideas y, como no, esto está escrito con Et vull veure de fondo.


El beso de Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora