Una vez que alcancé la mayoría de edad y junté el dinero suficiente como para mantenerme a mí misma tuve el poder para decidir que camino tomar en la vida. Y aunque no fuera lo que realmente mis padres deseaban no titubee mucho al hacerlo y volver a aquel lugar en la tierra al que siempre consideré mi hogar. Mis mejores recuerdos se encontraban allí en aquella pequeña ciudad; la cual a mis 15 años me vi forzada a dejar atrás junto con mis amigos y recuerdos.
En aquel entonces, la oferta de un ascenso laboral a mi padre fue motivo suficiente para que empaquemos nuestras vidas y nos desplazamos a una nueva "aventura" como mi madre decidió llamarla.
Jamás logré adaptarme por completo y aunque sí hice algunos amigos, terminé el secundario y hasta había conseguido un trabajo de medio tiempo jamás había abandonado el deseo de volver y retomar mi vida allá.
Un día como cualquier otro, sin comentarlo con nadie decidí tomar mis pertenencias y volver a aquel lugar que tanta alegría me había dado con la intención de armar mi propia vida y recuperar a mi antiguo grupo de amigos.
El viaje en bus había sido largo y agotador pero finalmente estaba en casa. Cargué mi bolso al hombro y arrastrando aquella valija azul comencé a recorrer las calles de en búsqueda de aquel pequeño apartamento que había alquilado temporalmente para alojarme.
Al llegar a la propiedad el dueño se encontraba esperándome en la puerta con las llaves en su mano, luego de un saludo y una bienvenida se dispuso a entregarlas junto a un monólogo de recomendaciones acerca del inmueble. Aquél discurso pareció no tener fin pero luego de unos largos minutos el susodicho abandonó el recinto y me dejó finalmente sola en mi nueva casa.
Me sentía muy entusiasmada por todo pero la realidad era que lo único que tenía en mente era darme una larga ducha, alistarme y salir en busca de mi viejo grupo de amigos. A decir verdad no sabía mucho acerca de ellos, la distancia y el tiempo hizo que perdiera contacto con los seis pero estaba casi cien por ciento segura de que ellos seguían viéndose y que ninguno había abandonado la pequeña cuidad. Una corazonada me decía que si recorría los lugares indicados podría dar al menos con alguno de ellos.
Recorrí el centro de la ciudad visitando distintos lugares como cafeterías, bares, restaurantes, tiendas de música, hasta una pequeña tienda de tatuajes en donde para mi suerte y sin poder creerlo me encontré con Nam. Al entrar a aquel local él alzó la vista dejando a un lado el lápiz y papel en donde parecía estar dibujando.
- Hola, ¿en qué puedo ayudarte? - dijo él observando con una expresión algo extraña como adivinando que no era de por aquí.
No podía creerlo, realmente no me reconocía aunque yo si a él. ¿Acaso había cambiado tanto? o tal vez él ya no se acordaba de mi. Sonreí tímidamente acercándome al mostrador y lo observé atentamente.
- ¿Acaso estás perdida? tu cara no se me hace familiar y para serte honesto es un pueblo pequeño- sonrió analizandome - y para ser honesto dudo que vengas por un tatuaje aunque, no te juzgo si es así - soltó una leve risa apoyando su cuerpo contra el mostrador.
- Pues aunque te sorprenda, yo nací aquí.
Una expresión de confusión se dibujó en su rostro y se acomodó sobre su silla apoyándose contra el respaldo de la misma.
- Es extraño que no te haya visto antes entonces, podría jurar que conozco a casi todas las personas de por aquí... en fin, ¿qué puedo hacer por ti?
Sonreí intentando contener una pequeña risa que amenazaba con escaparse de mis labios y acomodando un mechón de mi cabello tras mi oreja mencioné.
- Es extraño Nam, siempre creí que tenías muy buena memoria. La mejor del grupo para ser sincera...- mencioné en un tono misterioso observando los distintos dibujos y cuadros que colgaban de las paredes de aquel local.
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Vuelta al pasado
FanfictionSumamente disconforme con su actual vida ella decide volver a su ciudad natal en busca de su grupo de amigos, su antigua vida y ¿su antiguo amor? ¿Qué pasará cuando se encuentren? ¿La recordarán? ¿Encontrará la felicidad que buscaba?