Parte 7: La amiga

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Entrar a "La Corte" durante la madrugada resultó más trabajoso de lo que pensaron que sería, ya que siendo un hotel la gente salía y entraba a cualquier hora.

Unas jóvenes de cabellos alborotados y vestidos sorprendentemente cortos –si es que a eso se le puede llamar vestido- acompañaban a Lord Bernard, quien a sus 32 era considerado un mujeriego, que no contraería nupcias. Gracias a que el caballero ebrio comenzó una pelea con la recepcionista, pudieron entrar corriendo, ya que los demás habitantes del


mundo nocturno se concentraron en Lord Bernard, y no en los chiquillos que iban bien vestidos.

-Hasta mañana Lizzie.

-Hasta mañana Nick.

El chico besó su frente, y se perdió en la oscuridad de las escaleras que conducen a la suite imperial, lo que era irónico, pues en realidad era un príncipe.

Por su parte, Elizabeth se quitó los zapatos y entró a hurtadillas a su propia habitación, donde a oscuras agradeció no compartir habitación con Stephanie Miller de nuevo. El año pasado había tenido que hacerlo, porque la niña había visto una película aterradora y no podía dormir sola. La obligaron a cuidarla.

En silencio sin poder borrar la sonrisa de su rostro se desvistió, estaba tan contenta, que ni siquiera su madre podría hacerla enojar. Nadie podría.

Despertó sobresaltada tras escuchar el tono de su teléfono celular. Lo alcanzó todavía adormilada, miró quien era sin en realidad entenderlo.

-¡Oh, Lizzie! Te he despertado, lo siento tanto.

-¿Eh?... ¡Daphne! Creí que te olvidarías de mí.

Daphne Concord era la hija de Lady Camille, ellas no eran invitadas a "La Corte" ni en verano, ni para las festividades de diciembre. Y es que Lady Camille era madre soltera, heredando el título de sus padres, siendo hija única; era una buena mujer. Lizzie la adoraba.


-¿Qué has hecho Liz? ¿Patrice y su sequito se han burlado lo suficiente de ti? ¡Siento tanto no poder estar contigo! O tu conmigo, mamá estaba de acuerdo con que vinieras con nosotras.

-Gracias Daph, ¿Sabes? Por primera vez me la estoy pasando bien.

-Es tu tercer día, y ya has dejado afónica a tu madre.

-No, la duquesa está bien. Lo que sucede es que conocí a alguien.

-No me digas que me piensas cambiar.

-¡Oh, no! Es un chico... Nicholas Le Roux.

Destino y deberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora