Parte 4

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¿Pero por qué Gillis dejó sola a Meia tanto tiempo? La respuesta está en el puesto de las palomitas.

La situación es bastante sencilla, Nishiki, Aoi, Kariya y Shinsuke se encontraban haciendo la fila cuando de repente llegaron Beta, Galling, Medam, Zanou y Kuosu, los cuales al verse se saludaron muy alegremente. Eso sí, Beta le puso mala cara a Aoi y le preguntó a Shinsuke cómo se encontraba Tenma. Cuando estaban a punto de llegar con el vendedor apareció Gillis, quien en su nuevo estatus de amigo aprovechó de colarse también en la fila, al igual que los jugadores de Protocolo Omega. En cuanto llegaron con el vendedor, la primera en preguntar por sus dulces favoritos fue Beta.

—Hola, quiero unos Rocklets de almendra, por favor —pidió Beta calmadamente.

—Lo siento, pero sólo tenemos Rocklets clásicos y de maní. De hecho creo que los de almendra aún no los han inventado —informó el comerciante.

Beta miró tranquilamente al vendedor mientras sus ojos cambiaban de un lindo lila claro a un temible violeta oscuro. Lo siguiente que se supo es que ahora el stand de dulces estaba destruido y había gente corriendo en todas las direcciones.

—¡Pero se lo juro, señorita, esos dulces no existen! ¡Aunque si quiere puede llevarse todos los dulces que desee gratis! —suplicó el dependiente, quien estaba en posición fetal en el suelo.

—¡Calla, patético llorón! —replicó Beta enojada—. ¡Nadie me llama mentirosa! ¡Los Rocklets de almendra sí existen!

Beta se serenó un poco, vio a su alrededor y proclamó.

—¡Miren, chicos, dulces gratis! —exclamó Beta alegre—. Hay suficientes para todos.

—Ahm... gracias, Beta-san —respondió Shinsuke, el cual tomó unos cuantos dulces.

Aoi y Kariya tomaron unos cuantos dulces más y Nishiki tomó una máquina expendedora de refrescos.

—¡Galling, Kuosu, Medam, Zanou! ¡Carguen todos los duces que sus pobres almas puedan llevar! —ordenó Beta.

—¡A la orden, Beta-sama! —obedecieron los jugadores de Protocolo Omega.

—¡Esperen! ¿Dónde está Gillis-kun? —preguntó Aoi, la considerada.

—Pues debe haber tomado unos duces y se debió haber ido —contestó Kariya sin darle mucha importancia—. Ahora ¿Qué te parece si te demuestro mi hombría cargando los duces que tú llevas, mi querida Aoi-chan?

—Gracias, Kariya-kun, eres muy considerado —dijo Aoi con las mejillas sonrosadas.

En cuento los dos se pusieron en camino, Aoi sintió que pisó algo blando y lanzó un grito de susto.

—¿Qué sucede? —cuestionó Kariya preocupado.

—En cuanto pisé ese montón de escombros escuché un quejido como si se tratase de una persona real —explicó Aoi alterada.

—¡Debe ser un monstruo de dulces! —se alarmó Shinsuke.

—¡Sobre él! —exclamó Kariya mientras le daba patadas.

Shinsuke no se quedó atrás y comenzó a saltar sobre el montón de escombros. Nishiki dejó la máquina que había tomado en el suelo, recogió una viga de metal y comenzó también a golpearlo.

—¡Escombros malos! ¡Asustan a mis amigos! —decía Nishiki mientras lo golpeaba.

—¿Están seguros de que es un monstruo de dulces? Escuché que el último fue eliminado hace cien años. Más o menos de la época de donde ustedes vienen —informó Kuosu.

El grupo de Raimon dejó de apalear los escombros y empezaron a apartarlos para ver qué se encontraba debajo. 

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