Capítulo 4

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Dana daba vueltas en círculos a mí alrededor, giraba y luego volvía a rodearme. No estaba de humor para patinar, así que me disculpé con ella y me fui a sentar y esperar a que se cansara. Era el día siguiente al episodio en la playa, y Dana y yo habíamos ido al parque de la ciudad a patinar un poco. El calor me estaba sofocando, y ni siquiera la botella de agua que me bajé de un trago pudo calmar mi sed.

Aquella mañana Beau había intentado hablarme en el desayuno, pero lo ignoré olímpicamente; en el almuerzo Jai se ofreció a lavar mi plato y Beau casi rompe su vaso al dejarlo caer sobre la mesa. No sabía que le andaba pasando a ese chico, pero estaba segura que no iba a perdonarlo por lo de la  noche anterior, o al menos no tan pronto.

Mi amiga había intentado sonsacarme información sobre el asunto, al notar la furia con que miraba a su primo, pero claro está que no quise contarle nada, aún no se me había pasado el enojo, y seguir hablando del tema haría que me hirviera la sangre.

Luego de un rato largo, una Dana sudorosa y sedienta se unió a mí en el banco y buscó desesperadamente agua para terminársela de un trago.

-Qué calor- dijo, jadeando.

-Ni que lo digas.

-No sé si voy a aguantar dos semanas, estoy tan acostumbrada al frío de casa.

-No me disgusta el calor- comenté estirando las piernas y comenzando a desabrochar mis patines.

-Los chicos sin camisa lo compensan todo- Allí estaba la amiga que conocía, no podía evitar hablar de chicos ni porque le pagaran.

-¿En serio esa es tu única aspiración en la vida?

-No, tengo muchas…

-¿A sí?- dije, irónica.

-¿Vas a decirme por qué Beau y tu ya no se hablan?- Dana había sacado el tema tan a la ligera que al escucharla se me cayó el patín en un dedo y me hizo gritar de dolor. Dana ni se había dado cuenta, me miraba como si me fuera a comer con los ojos- Vamos, escúpelo.

-¿Por qué siempre quieres saber todo?- contesté, mezquina.

-Porque soy tu amiga y tengo derecho.

Terminé de sacarme los patines, el último lo saqué con parsimonia, atrasando el momento en que tendría que levantar la vista y contestar a la pregunta de mi amiga.

-Anoche tuvimos un altercado- dije con un suspiro.

-¿Se besaron?- Los ojos de Dana brillaban de emoción.

-No. Todo lo contrario.

-¿Eh?

Le conté todo lo que había sucedido. Al terminar, me la quedé mirando esperando una respuesta. Su actitud del día anterior me había dado a entender que sabía algo que yo no, pero no pudo decírmelo porque Beau nos había interrumpido. Al pensar en él un sentimiento de angustia recorrió mi pecho.

-¿No vas a decirme nada?

-No creo que sea yo la que te lo tenga que decir, así que por mucho que me cueste- Puso una cara de dolor fingido- , y en serio me cuesta, no voy a contártelo.

-¿Contarme qué?

-Nada, ignórame- Dana se sacó los patines y comenzó a caminar hacia el auto que estaba aparcado a una cuadra fuera del parque.

-Dana, no me dejes así con la intriga- farfullé colérica, siguiéndola a paso rápido.

No pude sonsacarle información en el camino a casa, pero sí le taladré los oídos con una regañina a modo de venganza; lo peor que me podían hacer era dejarme con la intriga, una persona curiosa como yo no soporta no saber de qué van las cosas.

Estábamos destinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora