Tenía ganas de mi cita con Pol, no sólo por el hecho de que lo iba a ver de nuevo, si no porque era bastante curiosa y aquel pueblo parecía esconder muchos secretos nunca revelados los cuales podría resolver. Además, tenia muchísimas preguntas sobre aquel sitio. ¿Porqué no habían buzones? ¿Porqué aún no había visto un simple lápiz desde que llegamos a la ísla? ¿De dónde había sacado Pol mi número de teléfono? ¿Y de dónde había sacado yo el suyo? Me estaba haciendo un completo lío.
Estaba sentada en mi puf, con el libro de A tres metros sobre el cielo entre las manos. Intentaba leer, pero cada vez que leía sobre el protagonista me venía a la cabeza Pol, y eso me desconcentraba. Empezó a sonar la canción Say something, venía de mi pupitre así que imaginé que me estaban llamando. Elisa Pisos<3 salía en la pantalla. Era una de mis mejores amigas, una de las cuales no había avisado de que venía a Formentera... ¿Cómo se me había podido olvidar? Empecé a lamentarme durante un buen rato hasta que recordé que me estaba llamando y acepté la llamada.*
-¡Elisa!
-¡Marta! ¿Cómo va todo? Hace muchísimo que no sé sobre ti, tengo ganas de verte y de contarte mil cosas.
-Pues la verdad será un poco complicado... Estoy en mi nueva casa, en una de las Islas Baleares.
-Tía, no me cuentas nada, eh...-dijo molesta pero divertida- ...que suerte que una chica de tu equipo de voleyball me lo haya dicho y, casualmente, he estado atormentando a mis padres para que pasemos una semanita allí y...
-¿¿Al igual??- grité demasiado y mi madre replico mi nombre como signo de desagrado hacia la expresión.
-Pues si...
-Elisa, ¿es broma? Osea, ¡quedamos pero ya!
-Quedamos, quedamos. Acabamos de llegar pero un día de estos ya te llamaré.
-De acuerdo, un besazo cariño- le dije tierna.
Se despidió y colgó. Miré la hora en la pantalla. Las siete. Aún. Pero pensé que me quería duchar (por segunda vez en el día) y arreglar un poco para salir, así que decidí empezar a elegir la ropa.
Pensé que era una buena ocasión para estrenar mis Cangrejeras verdes con tacón de Chanel, conjuntándolas con un top del mismo tono y una falda negra de skater Hollister. Corrí a la ducha. Entre tanta tontería y un armario tan amplio ya habían pasado quince minutos. Tardé otros cinco en quitarme la ropa y ponerla en el tubo de la lavandería. Me encantaba ese tubo; metías la ropa en un tipo de "caja fuerte" pero sin contraseña y tiras de una palanca que la baja directamente a la lavadora. Me duché en veinte minutos y me vestí en diez. Me sobraban otros diez que los gasté en mi pelo y accesorios.
A las ocho Pol me estaba esperando en la playa. Lucía una camisa, también Hollister, azul lscuro, a cuadros, para mi sorpresa, la llevaba abierta, lo que dejaba ver su fuerte tableta, aunque por muy buen cuerpo que tuviese, su sonrisa era lo que me paralizaba.
-¿Puedo preguntarte algo?
-Extraña manera de decir hola- dijo asombrado.
-¿Cómo es que tenemos nuestros números de teléfono mutuamente?
-Ah eso... Se podría decir que mientras te ponía crema solar te cogí prestado el móvil y me autoagregué.- Aquella última palabra me recordó a alguien... Decidí dejarlo pasar.
-Bueno, tranquilo. Pero no me vuelvas a quitar el iPhone o me enfadaré.
-De acuerdo, lo siento.- respondió afectado.
Le besé en la mejilla. ¿Lo besé en la mejilla? ¿Porqué le había besado en la mejilla? Era el primer día que lo veía y... Antes de poder seguir rompiéndome la cabeza por tantas preguntas, él me devolvió el beso, pero no en la mejilla... En la mano.
Empezamos a pasear por aquel extraño lugar. Las copas de los árboles danzaban ligeras al son del viento. Recordé todos los misterios que quería descubrir pero acordé conmigo misma que le preguntaría otro día, por lo menos para no asustarle. Para mi sorpresa, en ese preciso instante, mi curiosidad empezó a provocarme un horrible cosquilleo en mi garganta. Empecé a toser. Me lloraban los ojos. Pol se dio cuenta y me miró preocupado. Segundos más tarde echó a correr. ¿Que le pasaba? ¿Dónde estaba yendo? ¿Venía la policía y él era un ladrón? Antes de seguir pensando, mi cosquilleo empezó a transformarse en picor, picor profundo y ácido, pero rápidamente apareció Pol con una botella de agua y un pañuelo de papel.
-Tóma.- dijo asustado.
No me lo podía creer, ¡había ido corriendo a buscarme algo para que me sintiera mejor! ¡Pero que majo era! Minutos más tarde estaba mejor, por lo menos podía hablar sin que mis lagrimas me delataran. Entonces, para impedir que me volviera a suceder, decidí preguntarle.
-Pol...-empecé con voz débil- hay cosas de este sitio que no entiendo.
-¿Este sitio?- No sabía a qué me refería.
-Sí, este pueblo.
-¿Cómo qué?
-¿Porqué no hay buzones para cartas en las casas?
Su cara dejó de transmitir simpatía... Ahora parecía triste.
-No lo sé.-dijo seco. Algo me decía que sí lo sabía.
Seguimos caminando unos cien metros más en silencio absoluto. Sonó Say Something.
-¿Mamá?-me estaba llamando.
-Cariño, ¿te importaría pasar por el supermercado y comprar leche, huevos y azucar?
-Para nada, luego voy. Un beso.
-Gracias amor, te quiero.
No recordaría aquellas tres palabras que tenía que comprar por mucho tiempo, así que decidí apuntármelo.
-Pol, ¿tienes un lápiz? Tengo que escribir tres cosas que tengo que comprar.
-¡Shhht!-gritó.- ¿Pero a ti que te pasa? ¿Es que no sabes nada?
-¿Nada... de qué?
-No puedes decir esa palabra, ese utensilio esta prohibido aquí. En todo el pueblo.
-No consigo comprenderlo...-dije asustada.
-Vamos a casa, allí será más seguro hablar del tema.
*Elisa también tiene cuenta de Wattpad, y sus novelas románticas cautivarán tu corazón. @ElisaCasas ¡no te la puedes perder! ¡Un seguro éxito del mañana!
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Querido Pol...
RomanceMarta llevaba años rogando por unas vacaciones tranquilas, aisladas del mundo, de la rutina, de todos esos profesores plastas y de esos compañeros idiotas. Pero cuando consigue que sus padres compren una pequeña casa de playa, se da cuenta de que lo...