Hospital.

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Un hombre maneja su auto con tranquilidad mientras oye  música, escucha el fuerte  sonido de la sirena  y  ve la luz de la torreta tras el, no puede evitar sentir escalofríos, le da el paso a la ambulancia  como buen ciudadano que es y piensa que algo grave debe pasar, pero no le da mas importancia. La  verdad es que algo grave yace dentro de ella, pero el es ajeno a todo, porque aun cuando alguien cae en desgracia,  el mundo sigue su curso.

Recostado en la fría camilla, con una aguja en el brazo y con la zozobra en el pecho se encuentra LuHan, con personas a su lado precisando el tiempo,  es imposible no tener miedo.

El ulular de la sirena lastima los sentimientos de LuHan. Le traen recuerdos, muchos.

Recuerda los colores, los sonidos, las mismas palabras extrañas que oyó en el pasado  que sin entender, entiende que no son buenas.

Escucha a los paramédicos decir palabras malas: Estado de gravidez en riesgo, probable parto prematuro y tantas y tan más,  que prefiere cerrar sus oídos y no pensar.

Inicia una canción de cuna que ha escrito especialmente para su hijo , había planeado cantársela cuando el sol durmiera y la noche despertara, para inducir su sueño, está cargada de palabras fantasiosas  pero sobre todo de esperanza, era para cuando naciera , porque sabe que nacerá, está seguro , pero por alguna razón se anticipa y  la canta en el trayecto. Las palabras salen entrecortadas, la voz se le quiebra en las notas altas mientras acaricia su vientre, pero aun así se esfuerza, las palabras van entintadas de tristeza, pero sobre todo  están llenas de amor.

El es sensible, es un padre enamorado de su hijo.

La entrada del hospital es sórdida, siente el aire generado por la camilla al deslizarse por el pasillo,  ve desde su perspectiva el techo, las paredes  blancas, las luces que lastiman un poco, corren rápido, el cuerpo le ha dejado de doler, en apariencia, porque mas adentro, en su alma, ahí  se ha intensificado, no hay dosis farmacológica que sea capaz de minimizarla.

El médico que lleva su control llega, lo suben a la camilla de exploración siente las manos ajenas hurgar su frágil cuerpo, siente el leve movimiento dentro de el, eso no es común, cuando le aplican el gel y siente el frío que sabe hará reaccionar a su hijo, el movimiento es mínimo, casi nulo: Sabe que algo no está bien.

Ya no puede mas, las primeras lagrimas que intentaba contener surcan sus mejillas, una tras  otra lentamente, rebeldes  escapan de sus ojos. No sabe cuanto tiempo ha pasado, tal ve una eternidad.

—¡¿Dónde está?, ¿Dónde está?! —Escucha la voz que cuestiona con un tono de enfado y la reconoce, quiere gritar para llamar su atención, pero la voz no sale, solo un sollozo más.

Ruido, algunos improperios acompañados de reclamos, regaños, puertas azotadas y lo ve entrar. Trae el cabello alborotado, los ojos muy abiertos,  la cara expresa miedo o preocupación o ira o algo mas.

Se abalanza sobre el cuerpo de LuHan sin importar que estén explorando su vientre.

—¡JongIn, mi bebé, mi bebé…! —Un grito cargado de desesperación, LuHan se fragmenta totalmente. JongIn lo abraza, acunándolo, como si con ello pudiera protegerlo de todo peligro, quisiera hacerlo, si pudiera, lo haría.

—Todo saldrá bien Lu, veras…ellos lo harán todo bien… —JongIn levemente imagina lo que sucede  por la cantidad de personas que hay en la habitación y sobre todo porque sabe que aun no es momento del parto.

—¿Lo prometes?...¿de verdad será así? …Júramelo por favor —LuHan necesita aferrarse a algo, por mínimo que esto sea, una promesa, una fantasía, una mentira, algo.

DUDA (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora