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CAPÍTULO 2:

Salí tropezándome con el umbral de la puerta y las lágrimas por todo mi rostro. Entré a mi casa y cerré la puerta detrás de mí lo más rápido posible. Resbalé por ella hasta quedar sentada abrazando mis rodillas. ¿Qué acababa de suceder?

Me debatía entre pedir ayuda y contar a alguien lo sucedido. ¡Tengo a un vecino completamente desquiciado! Sólo una semana viviendo por fin sola y tengo la mayor amenaza a un lado de mi casa.

Luego de unos minutos más llorando y analizando la situación, decidí que lo mejor sería no contarle a mi madre. No quería asustarla ni ponerla nerviosa a tan solo unas horas de su ida. Sin embargo, creí que sería bueno comentarlo a alguna de mis amigas con el fin de ir buscando otra casa. No quería quedarme viviendo al lado de esa persona. Así que fui a mi habitación, me cambié de atuendo y alisté algunas cosas como mi celular y dinero para salir en busca de mi amiga Sofía.

Abrí mi puerta con sumo cuidado, fijándome que mi vecino no estuviese fuera y al revisar el perímetro eché llave y salí corriendo escalera abajo. Estando afuera llamé a mi amiga.

-¿Hola? Sofía, encuéntrame en el café Ten Belles. Llego en 5 minutos. Tengo que contarte algo urgente. -no dejé que respondiera, simplemente corté la llamada y me dirigí al lugar.

(...)

-Bien, ya estoy aquí. Ahora cuéntame qué pasó y por qué tuve que levantarme de mi cama a las 9 de la noche para venir a buscar a la doncella. -dijo Sofía rodando los ojos.

-No te lo vas a creer, pero me tengo que mudar de nuevo. -al tiempo que anuncié la noticia, Sofía casi escupe el café a la mira de todos los otros clientes.

-¿Pero tú estás loca? ¿Cómo que te quieres mudar? ¿Sabes cuanto tiempo y dinero nos costó buscar ese departamento?

-Espera, déjame explicártelo. Hace unas horas conocí a mi vecino y... Sofía, tengo muchísimo miedo. Tú sabes que yo jamás me he juntado con gente peligrosa ni mucho menos y donde vivíamos el barrio siempre era tranquilo pero él... Mira lo que me hizo. -dije a la vez que estiraba mis muñecas mostrándole los recientes moretones. Las examinó mientras fruncía el ceño.

-¿Qué le hiciste? -preguntó con la mirada aún en mis muñecas.

-¡Nada! ¿Cómo crees que le haría algo? Sólo fui a presentarme, me invitó a pasar a su departamento y luego de la nada comenzó a hacerme preguntas sobre si pertenecía a un clan o algo así mientras buscaba algo en mis muñecas. También me preguntó sobre unos tatuajes. Ya no recuerdo muy bien pero estuve aterrada. ¡Incluso me pidió que me levantara el polo Sofía!

-Escúchame bien Maddi. En Paris, siempre te vas a encontrar con gente así de peligrosa y ya sea que te mudes o no, no te vas a librar de él ahora que te conoce. Si quieres hoy puedes venir a mi casa a quedarte a dormir pero recién llevas menos de una semana viviendo ahí. No puedes cambiar simplemente porque alguien te confundió con otra persona. Tú sabes que no es fácil vivir sola pero esas son las consecuencias, Maddi, no tenemos dinero y buscar otro departamento ahora en julio no es una posibilidad. -Sofía siempre ha sido una muy buena amiga y a veces se comportaba como una verdadera madre pero ahora estaba confundida. No entendía si en realidad me quería ayudar o dejarme a la deriva. De todos modos acepté la oferta de quedarme a dormir en su casa ese día. Por más que me consideraba alguien con carácter y capaz de defenderme también sentía que debía ser precavida, además de que era un poco cobarde.

Peligrosa atracción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora