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CAPÍTULO 9:

Observé la hora en la radio del auto. Eran las 6:30. Abrí los ojos como platos. ¿Tanto tiempo nos había tomado haciendo... lo que fuese que hicimos? Creí que Antoine se enojaría por haber tardado y perdido el tiempo pero al contrario, se encontraba relajado. Mientras tanto, yo sentía como el mundo explotaría. MI mundo explotaría. Me sentía muy agitada y por alguna extraña razón quería repetir lo que había sucedido hace unos cuantos instantes.

Observé su perfil a la vez que ponía en marcha la máquina. Tenía un arete redondo y negro en la oreja y su patilla era bastante larga. Sus tatuajes sobresalían por la parte de arriba de su cuello y sus piercings decoraban perfectamente el final de su ceja. Era maravilloso, todo él era fascinante.

-Ahora te voy a llevar a un lugar que te va a encantar. -habló interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.

-¿No iremos a entregar .... mmm ... eso?

-Aún no. Antes tenemos que pasar para que te hagan algo.

-¿Para que me hagan algo? ¿Qué cosa? -indagué.

-Es una sorpresa. -giró rápidamente su rostro hacia mi dirección con una sonrisa muy provocadora.

(...)

Luego de unos minutos llegamos a lo que parecía ser un bar. A estas horas, lo único que se podía observar eran personas tiradas en el suelo de la salida con botellas en las manos. Mujeres y hombres se encontraban desparramados en la acera. ¡Qué asco!

-¿Qué haremos en este lugar? -pregunté. De pronto toda mi valentía y coraje se habían esfumado dando paso al temor y la cautela. Antoine seguía siendo un completo desconocido para mí.

-Algo que te gustará. -habló estacionando el auto y volteando a ver hacia atrás.

-Antoine déjate de bromas, ¿qué me van a hacer? -pregunté nuevamente calmando mi angustia en aumento.

Se sentó derecho en su asiento y sin quitarse los lentes volteó a observarme. Se limitó a desatar mi cinturón y a bajar del auto. Por más que no quería, sentí que debía bajar del auto y acompañarlo o sería peor.

Salí y por poco y mis piernas me fallan. Había olvidado que iba en tacones. Pegué un pequeño grito porque mi tobillo se había doblado ligeramente cuando pisé la acera.

Veía que Antoine se acercaba a la puerta del bar sin esperarme por lo que apresuré mi marcha para reunirme con él. Por más que aún no lo conociera bien, me sentía más segura acompañada que sola en este lugar.

Llegué a su lado justo antes de que nos abrieran la puerta. Tomé su brazo para no caerme y él no lo impidió. Ahora sí tenía al menos algo en qué apoyarme. Tocó la gran puerta que tenía en frente dando golpes con intervalos de tiempo. Lo miré extrañada, ¿qué había sido eso? De pronto, se escucharon gritos al otro lado por lo que yo pegué un saltito. Antoine posicionó su brazo derecho en mi espalda baja y susurró en mi oído:

-Actúa como si fueses muy mala Maddi. -estaba jugando conmigo, lo sabía. ¿Cómo se hace eso y por qué demonios me lo dice recién ahora? Podría haber ensayado el cuarto de hora que estuvimos en el auto. Sentí un repentino espanto, no podría hacer eso.

Peligrosa atracción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora