Capitulo 8: Volando voy, volando vengo

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*Pasajeros con destino a Nueva York embarquen por la puerta número C527*

Amaia coge su maleta y desesperada, busca a su hermano Javier, el cual ya estaba en la cola de embarque esperando por los dos.

-Por que no me has avisado Javi?.- Dijo una somnolienta Amaia.

-Tienes unas ojeras que te llegan a Pamplona Amaia, necesitas descansar.

-Está bien, no he pasado buena noche pero estoy bien, dormiré un rato en el avión e intentaré distraerme.

-El documento de identidad por favor.- Le indicó interrumpiendo la conversación una de las azafatas.

-Ay si si, perdona.- Y le entregó su dni.

-Gracias, pueden ir entrando ya en el avión.

El avión era bastante amplio, con unos asientos muy grandes para poder dormir con la suficiente comodidad. Se sentó junto a su hermano y tras un par de minutos Javier ya había caído en los brazos de Morfeo. El avión comenzó a despegar y unas grandes turbulencias hicieron acto de presencia. Amaia no era una experta viajando y casi todos sus viajes aéreos habían sido en compañía de Alfred. Su Alfred. Solía recostarse en su hombro y él le tendía siempre la mano cuando Amaia se ponía nerviosa en el avión. Le dibujaba siempre pequeños círculos en la mano y le acariciaba el pelo hasta que se quedaba dormida.

La mayoría de veces estaba despierta, pero adoraba ver a Alfred en modo sobreprotector queriéndola proteger de los movimientos imprecisos de ese medio de transporte que tantos miedos le transmitía. Recordaba también aquel viaje en avión a las Azores. Había un temporal terrible y el avión no paraba de moverse, Amaia empezó a ponerse muy nerviosa y Alfred le susurraba en el odio canciones casi inaudibles. Aquella voz cálida y sopesada siempre lograban tranquilizarla y pensando en como Alfred le estaría cantando en ese momento como si no hubiese pasado nada le hizo quedarse dormida.

Pasadas varias horas se despertó, encendió la pantalla que tenían para ver películas en busca de algo de entretenimiento. Se llevó una clara sorpresa cuando vio entre las pelis muchas de sus favoritas. La la land, la bella y la bestia, pinocho, inside out y Harry Potter.

-Que suerte la mía.- Dijo rodando los ojos y dando un sonoro suspiro.

Acabo poniendo un par de películas que ni siquiera conocia, no podia permitirse ver Harry Potter o la la land o eso la llevaría a un pozo sin fin.

Alfred

Se despertó con los ojos rojos y con el sonido de alguien golpeando su puerta.

-Alfred cariño estás despierto? Ha venido Marta a verte.- Chilló Xus desde el otro lado.

-Mmm si mama, ahora voy.

Se levantó corriendo y fue al baño a lavarse la cara. No había nada que pudiese borrar los rastros de una noche tan mala. Unas ojeras profundas, los ojos rojos y un rostro apagado. Pero no podía hacer nada, encima Marta estaba allí y ella le conocía demasiado como para no darse cuenta de que algo no iba bien.

-Pasa Marta, ya puedes abrir.- Dijo desganado.

Marta entró en aquella habitación y se quedó boquiabierta. La ropa amontonada en la silla, la libreta de composiciones en el suelo junto a la guitarra... Vamos todo lo contrario a como siempre tenía la habitación Alfred.

-Pero que cojones ha pasado aquí Alfred?-. Dijo Marta demasiado directa.

-Nada Marta, ayer me quede hasta tarde componiendo y con todo el lío tengo esto un poco desordenado.

-Un poco? Pero tu te crees que soy tonta Alfred?.- Marta al ver la cara del chico supuso que no era una tontería lo que tenía en la cabeza.- Que pasa Alfred, dímelo, seguro que tiene solución...

Soy tu estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora