0 : 1

113 18 5
                                    


Fui tras él conejo, a una distancia prudente para evitar asustarlo. Iba a paso lento, pero en su lenguaje corporal se podía notar las ansías de llegar alguna parte. Eran las seis veinticinco cuando aquel conejo se cruzó por mi mirada. Ahora eran las siete con uno y mi cabeza no podía más con la curiosidad del destino que me esperaba. El pequeño conejo doblo por el frente de unos arbustos y lo perdí de vista por unos segundos. Cuando doble ya no vi más al conejo, si no vi una playa. El hecho de que de un momento estar en el campo a pasar a estar en una playa no parecía importar en ese momento, ni tampoco que de la nada hizo se de noche y en vez de ser las siete eran las ocho. El conejo desapareció de mi mente para ser ocupada por otra cosa. Un niño, o al menos eso parecía ser desde lejos. Un niño de cabello castaño miran hacia el oscuro mar. Me senté a observarlo. Se veía bastante débil, no por carencia de músculos, no, porque de lo que se podía ver estaba bien formado, si no por qué podía notar en los movimientos que hacía que estaba asustado. Pude notar que estaba llorando. Sentí una sensación horrible, ver a ese pequeño no tan pequeño llorar me partió el alma. Mi insisto protector y cariñoso que tenía oculto bajo una capa de frialdad e indiferencia salió a flote. Estaba decidido a consolar a aquel muchacho. Pero antes de que pudiera levantarme e ir a su lado recibí un mensaje. Era un mensaje de mi madre de que debía volver, eran las ocho y media y debía ir a cenar. Decidí volver para evitar conflictos con mi terca madre. El muchacho se había vuelto mi nuevo conejo blanco, por qué lo único que deseaba era al día siguiente volver a ver al conejo para que lo guiase de nuevo con su muchacho de la playa.

"Hasta mañana mi conejo blanco"













Yashi.

Jamás sigas a un conejo blanco ; YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora