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Sentado bajo un árbol, me dispuse a tomar una siesta. Para mi el no dormir era algo común, pero eso no significaba que en el día no me diera un sueño terrible. Siempre sucedía a la misma hora. Entre las seis y las ocho de la tarde. Tomar una siesta me permitía escaparme del mundo y sus problemas, y sumergirme en el propio. Mi mundo interior no se trataba de sueños, si no de recuerdos, recuerdos de mi abuela y nuestras peculiares charlas. Siempre me decía "Jamás sigas a un conejo blanco" nunca supe que quería decir eso, mi abuela nunca me lo explicó, pero estaba seguro que mientras más veces me lo decía, más ganas tenía de averiguar qué significaba seguir a un conejo blanco. Aunque fuera pequeño, nunca se me olvidaron su palabras. Uno suele olvidar las cosas que pasaron cuando tenía 4 años, pero hoy, a mis 25 años, todavía recuerdo esa advertencia que tanta curiosidad me causaba. Un ruido me despertó de mis recuerdos, de un arbusto una pequeña bola de pelos se asomaba. Era un conejo. Un conejo blanco. Empezó a caminar en dirección hacia el horizonte. ¿Cuál era su destino? ¿Por que mi abuela le dijo que no siguiera nunca a tal hermosa criatura? ¿Era malo seguir a un conejo blanco? Realmente quería averiguarlo. Así que lo seguí.









Yashi.

Jamás sigas a un conejo blanco ; YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora