Tic toc, tic toc.
El sonido del elegante reloj se hacía presente en la silenciosa sala de estar, en el castillo del reino azul de parte de la princesa, uno de los catorce reinos coloridos existentes, y de una clase alta según el orden de los colores del arcoíris.
El silencio en aquella sala se vió interrumpido el silencio por el griterío de unos dos niños mellizos de apenas seis años, que ambas cabelleras hacían creer a los sirvientes del castillo que eran niños del reino amarillo, pero sus ojos eran lo que los identificaba con el reino, tan azul como la joya de un zafiro que estaban incrustados en sus dos brazos derechos, al igual que su madre y padre.
Era una niña y un niño, ambos eran primogénitos al trono de la princesa y del príncipe. Eso sería cuando ellos cumpliesen los dieciséis años, y ambos chiquillos no tenían ni la menor idea de que así era.
La niña que jugaba con sus muñecas se llama Historia, adora jugar a las escondidas y a las traes con su hermano Armin, un chico que rara vez se animaba a jugar eso con su hermana porque su condición física era muy deficiente en él, por lo que siempre prefería leer libros sobre los distintos reinos así también como de animales y de paisajes. Anhelaba con presenciar un fenómeno azul al que se le llamaba mar, sabía que había uno en el reino pero por órdenes de sus padre no les permitían salir del castillo, jamás han salido de ese elegante lugar.
-Armin.- una voz grave y seca resonó entre los jugueteos de los pequeños, ambos pararon de jugar y el llamado miró a quién le conocía como Albert, su mayordomo personal.-Acompáñame, tu padre quiere verte.
Armin comenzó a sentir una tensión extraña en su cuerpo, se preguntaba en esa pequeña pero ingeniosa cabeza qué es lo que quería su padre de él. Y temía dejar sola a su hermanita, la miró algo confundida pero esta le sonrió.
-Ve, hermano. O te regañarán.-advirtió con una voz dulce, proporcionándole a Armin un poco más de seguridad y de calma.
Albert tomó la pequeña mano del pequeño niño, quién después lo guiaba hasta subir las grandes y eternas escaleras, lo llevó a uno de los cuartos que su mayordomo le prohibía el paso, era la sala especial de su padre, por lo que volvió a tensarse un poco, pero que a su vez, estaba ansioso por entrar a esa habitación.
El hombre de tercera edad tomó la perilla dorada de la puerta y la giró, hasta que poco a poco se había la puerta. Al entrar, Armin miró con asombro el lugar; un techo bajo, las paredes algo sucias y rasgadas, le pareció extraño pero se olvidó de eso al percatarse que enfrente suyo estaba un hombre alto, vistiendo con una gabardina azul rey, y a su lado estaba una mujer que vestía con otro igual. Al reconocerlos como sus padres, sonrió.
—Albert, retírate.—dicho esto, el hombre viejo se reverenció ante él y se fue cerrando la puerta, dejando a Armin alegre de ver a su padre.
—¿Qué suced—
Antes de que el niño formulara su pregunta, su propio padre se atrevió a abofetearle, haciendo que el pequeño niño cayera y se quedara estático no sólo por el dolor, sino también porque era su mismo padre quien le había propiciado el golpe.
Sin haber visto antes, estaba un hombre alto y sus prendas de un color mezclado entre verde y negro, quien tenía un sombrero algo grande sobre su cabeza.
—¡Gerald!— exclamó la madre, asustada y hasta en su mirada se apreciaba el dolor que sentía a ver a su hijo adolorido, parecía que hasta a ella le habían golpeado.
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La joya prometida ||| «EREN x ARMIN FANFIC» ||| {SNK}
FanfictionEn épocas medievales, existían reinos diferenciados en 14 colores distintos. Cada reino dividido en dos partes, en el que uno lo regía un príncipe y el otro lo regía una princesa. En esta historia, se desembocarán líos en cada uno de los linajes de...