Sentía pequeños espasmos en su cuerpo al sentirlo tan cerca, no quería verlo, no quería sentir el calor de cuerpo.
—Dafne, no espere verte aquí —articulo, dándole un abrazo, sin ser correspondido—. Recuerdo que a ti nunca te gusto este tipo de reuniones, decías que te aburrían.
—Y aun lo hacen —respondió, mirando de soslayo a Keren, quien aun tenia sus ojos puestos en ella—. Pero estoy aquí para acompañar a Keren.
Wilson miro hacia atrás y comprobó que efectivamente Keren estaba allí, y caminando hasta ambos. Llegando hasta el costado de Dafne y abrazando su cintura.
—Señor Azzar —saludo Wilson, seguida de su padre.
—Señores Smith, es un placer tenerlos aquí. Tal vez podamos hacer grandes negocios juntos —respondió con cinismo, provocando un estremecedor temblor en Dafne.
—Eso mismo dijo yo, señor Azzar. Hasta podría decir que tengo buenas propuestas para su negocio en Liverpool. —Respondió el padre de Wilson. El brazo de Keren se tensó alrededor de la pequeña cintura de la fémina al notar la mirada de Wilson sobre ella.
Odiaba sentirse imponente al no mandar en los sentimientos de su esposa, querer algo imposible era como ver en el mismísimo desierto nada.
Keren asintió ante sus palabras y guio a Dafne lejos de ellos y todos los demás.
—¿Quieres volver? Podemos irnos si quieres —espetó, mirando hacia ambos lados, al no notar a nadie cerca, su cuerpo se acercó aun mas al de la rubia.
—No —negó con rotundidad, irritando aun mas a Keren—. Tu debes estar aquí, todos recorrieron medio occidente para tener esta reunión y hacer negocios contigo, no puedes dejarlos por mí.
—Claro que puedo, habibi (mi amor) puedo concertar otra reunión con ellos, tu estabas mal y no es bueno que estés tanto tiempo de pie. —Susurró, acariciando su mejilla con delicadeza. Los ojos de Dafne se cerraron ante aquel tacto tan suave.
—Dime la verdad, Keren... quieres que me vaya a la mansión por el hecho que llego Wilson y temes...
Keren con brusquedad se aparto de ella y la miro con su mandíbula apretada.
—Me preocupo por ti, si te sugerí que vallamos a la mansión, no fue por el hecho de la llegada de Wilson. Sabía que ellos vendrían, fácilmente te podría haber dejado en la mansión si temiera que el se acercara a ti. —Volvió a acercarse a ella—. Pero si quieres quedarte, hazlo. Solo lo dije por tu salud.
De pronto, Dafne se sintió ridícula al sentirse al borde con Keren, el solo se preocupaba por su salud y era algo que ella no quería ver o no lo veía. Miró a Keren dar media vuelta volver al salón principal, pero su pequeña mano se aferro a su muñeca, impidiéndole dar otro paso. Sin darse vuelta, Dafne le hablo a su espalda masculina.
—Lo siento. Tienes razón, perdóname, no debo ser tan borde contigo cuando solo quier...
Sus palabras fueron atacadas por los húmedos labios de Keren sobre los de ella. Un beso lento sin obligaciones, esperando ser correspondido por su esposa. Su sorpresa fue mayor al creer darse por vencido a su acto de amor, pero los labios de Dafne comenzaron a moverse con lentitud, pero correspondiendo su caricia.
El árabe poso una de sus manos sobre su nuca y la otra en su cintura, atrayéndola sobre si, intensificando mas el beso. Dafne quería creer que le correspondía por su consciencia, para no hacerlo sentir mal. Pero si eso fuera un hecho, ¿Por qué seguía correspondiéndole? ¿Por qué no sentía la necesidad de apartarse de su toque?
¿Tan tentador era sentir sus labios juntos? Su opinión no era nada convincente para saber la razón de dejarse besar. Solo sabia que en ese momento sus labios se movían al compas con los de él, dejándose que se identificara. Keren gruño entre sus labios al sentir la falta de oxígeno, apartándose de ella; ambos labios se veían sonrojados por la presión.
—Keren...—Este puso pulgar sobre sus labios, delineándolos como si fuera lo mas tentador y anhelante que sus ojos habían visto.
—No hables —demando, sin dejar de tocarlos —. No arruines esto con un comentario agrio. No puedes imaginar cuanto espere por sentir tus labios de este modo. Se que todo lo que comienza termina y así se siente ahora. —Susurró, subiendo con lentitud su mirada hacia sus verdosos ojos.
—No es necesario un final, Keren —respondió, hipnotizada, dejándose delatar por esa mirada azulada, sin poder detener el latir de ese órgano.
¡El era su secuestrador! Se obligo a pensar una y otra vez, no podía albergar sentimientos por alguien tan cruel por él. Una caricia no podía hacer la diferencia, claro que no. Una caricia no podía dejarla debilitar y perder su dignidad, el frio tacto se sentía tan cálido en sus labios, pensando que, por un momento, aquel dedo entraría en su boca por la forma tan detallada en el delineado.
Pero algo había entendido, no importaba cuanto lo rechazara o repudiara, Keren había sido el primer hombre en vida intima como en compañero de vida, Keren había sido el primero en muchos aspectos. Una parte de ella se había acostumbrado a su visita matutina y otra parte de ella le decía que debía alejarse ella o el, que aquello no era para nada sano hacia ella. Tan difícil se volvieron sus palabras al momento que sus labios dejaron besarse por los de él, correspondiéndole al pensar que solo lo hacia por el notable rechazo que le daba en cada ocasión.
Keren al ver la mirada perdida de Dafne, su cuerpo se tensó. Un beso no hacia la diferencia para ella, pero para el sí, un beso era mucho mas de lo que espero al sentir ser correspondido por ella. Pero eso no era posible se dijo, Dafne no sentía nada y sintió que solo lo había seguido por obligación, algo que pronto detesto.
—Vamos al salón y olvida esto. Cuando desees irte, puedes avisarme. —Exclamo, adelantándose a la salida y dejándola sola, aun con el hormigueo de sus labios y dedos en los de ella.
Sintiendo como sus labios ardían ante la frialdad y calidez al mismo tiempo, con uno de sus dedos toco el labio inferior, un pequeño ardor la detuvo cerca de su comisura, dándole una idea.
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Amarrada Al Árabe #1 ✔
RomanceUn solo destino tenia, y era ser vendida a un árabe. O Era así como ella lo veía. Dafne, una joven que en contra de su voluntad había contraído matrimonio con un hombre desconocido. Keren Azzar, un millonario árabe que solo un día basto para saber...