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Dafne salió de la habitación, dejándolo solo. Al cabo de unos minutos, pudo oír el motor de un vehículo, supuso que su esposa había sido llevada a la pista trasera de la mansión para tomar el vuelo.

Lo comprobó a una hora de su partida, al oír de igual manera, el avión despegar de la pista Azzar.

Dafne se había ido, ella no volvería y él se había encargado de eso. Tal vez luego se arrepentiría, pero era lo mejor. Al cabo de unos minutos, camino hasta la habitación de su hermana, Jara. Sin dignarse a golpear la puerta, entro a la habitación, asustándola.

—Pensé que te habías ido, por el sonido del avión. —Dijo, Jara.

—¿Estas feliz, Jara?

—¿Por qué lo preguntas?

—Responde, ¿Estas feliz? —repitió, observando como la poblada ceja de su hermana se arrugaba.

—Creo que sí, ¿Por qué?

—Crees que si —repitió, afirmando, pasando su mano por su barba. —No deberías dudar. Por tu maldita lengua larga mi esposa tuvo que salir de Arabia, tuve que abandonarla, dejarla ir embarazada de mi hijo.

—¿Y porque es mi culpa? —pregunto con burla, levantándose y caminando hasta Keren.

—Le dijiste a papá lo que sucedió en el evento, ¡Él podía llamarla adultera! Y sabias que no puedo hacer nada ya que todo fue verdad, ¿Estas feliz? Deberías estarlo.

—Si ella no hizo nada para que sea juzgada como adultera, entonces no debía huir, ¿No crees? Solo cumplo con las normas de nuestro padre. —Respondió, volviéndose a sentar y observarlo tranquila.

—A veces eres tan parecida a tu madre, Jara —de pronto, la sonrisa de Jara disminuyo al sentirse comparada con su madre—. Sabias que, si paso, y aunque lo negara, nuestro padre podía hacerla dar a luz y luego juzgarla con tal de no manchar su apellido. Me pregunto algo, Jara —en ese momento fue turno de sonreír el—. ¿Juzgaron a tu madre por meterse con un hombre casado? Creo que ya sabes la respuesta, ya que estas aquí, sola. No supiste lo que es tener una madre, ¿De verdad estas feliz, Jara?

—No sigas, no tengo la culpa de lo que sucedió.

—Entonces entenderás de mi hijo no tendrá la culpa de lo que has hecho. —Dijo, en tono duro, saliendo de la habitación, dando un portazo.

(...)

Un mes había pasado desde la ultima vez que Dafne y Keren se habían despedido, un mes donde la agonía de Keren aumentaba y con ello, la ansiedad de aparecer frente a ella. Un mes donde Dafne volvió a su pequeña casa e intentaba enfrentar sus sentimientos, tratando de darse a la idea que se había convertido en una mujer a punto de divorciarse y madre soltera.

Después de pasar días en calma, pudo entender algo, ¿Qué le hacia creer que Keren no sufría? Que solo estaba viendo su dolor y no tomaba el de él. Los truenos hicieron que respingara del susto, al momento que la luz se había cortado, era normal en esa época del año que lloviera, desde pequeña odiaba los truenos, presentía que en cualquier momento uno caería sobre el techo de su casa y eso la asustaba a un más. Froto su pequeño vientre de cuatro meses, tratando de sentirse tranquila.

—Solo es lluvia. —Susurró, encaminándose hasta la cocina y encendiendo la luz de emergencia de la casa, agradecía que la casa contara con ellas, de lo contrario, estaría aun mas asustada y seria capaz de llamar a Will.

Su puerta fue tocada con insistencia, supuso que Will había ido, ya que todo el pueblo se mantenía a oscuras, sin poder observar quien era la persona que tocaba y podía jurar que estaba empapada hasta la medula.

Amarrada Al Árabe #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora